CAP. 4.2: ¿CASUALIDAD O DESTINO?

Teo se levantó temprano y lo primero que hizo fue acudir a unos baños públicos situados en la zona dedicada al estacionamiento de vehículos como el suyo. Allí llevó a cabo su rutina de higiene y se preparó para pasar un día en Aranda de Duero entre todo aquel movimiento de gente joven que en el fondo le ilusionaba ya que estaban recuperando un estilo de vida que se había perdido con el paso del tiempo y que tenía algo de trasfondo espiritual, algo muy importante ya que él sabía de primera mano que el materialismo exacerbado en el que se había centrado la humanidad en los últimos siglos no estaba del todo en sintonía con el Mundo Intangible que esperaba a todo aquel digno de ascender hasta allí. Justo cuando volvía a su autocaravana pudo oír a lo lejos lo que parecía ser una grabación emitida por unos altavoces portados por un vehículo que se paseaba por el municipio recordando a la gente allí asentada que en una hora se iba a celebrar la asamblea semanal donde se discutían y se decidían los temas y asuntos que incumbían a la comuna. Esta asamblea tendría lugar en el antiguo complejo deportivo situado al sur del pueblo así que Teo, intrigado por como se organizaba la comunidad que había invadido la población, comenzó a dirigirse hasta aquel lugar acompañado por una masa de gente que se dirigía también hasta allí haciendo que se respirara vitalidad en el ambiente por, entre otras cosas, lo joven que era la mayoría de los asistentes y miembros de la comuna.

Cuando Teo estaba cruzando el río Duero a través del puente que albergaba tanto una carretera como una vía peatonal, un joven del grupo que se encontraba detrás se dirigió a él con mucha educación.

-Perdona, oye, perdona. - Dijo el joven haciendo que Teo se girara para comprobar que se estaban dirigiendo a él. - Sí, hola. Yo y mis colegas estábamos hablando de que nos mola un montón las pintas que tienes, pareces un hechicero ¿Eres del pueblo o has venido a unirte a la comuna?

-Hola. Pues no llevo nada del otro mundo. - Dijo Teo mientras miraba la ropa que llevaba compuesta por una una larga túnica gris con mangas anchas y capucha, unos pantalones anchos de color azul turquesa, unas sandalias, un bastón labrado y su querido sombrero de ala ancha de color azul. -No soy del pueblo y tan solo estoy de paso ¿Y vosotros?

-Llevamos aquí más de un mes y hemos adquirido un hotel con la ayuda del gran mecenas de la comuna para rehabilitarlo. Cada vez llega más gente de fuera, incluso del extranjero, así que creímos que era una buena oportunidad.

-¿Y os queda mucho para inaugurarlo? - Preguntó Teo mirando al grupo en general formado por tres chicos y dos chicas.

-Si todo va bien en otro mes podremos empezar a acoger a los primeros clientes. Mola también ver a gente mayor que participa en esta movida. Ten cuidado que este lugar engancha, tiene misterio, y quizás te atrape como hizo con nosotros.

-La verdad es que me encanta lo que estáis haciendo. - Dijo Teo.

-No te mentiré amigo pero te he hablado por una razón. Estamos decorando el hotel como si se tratara de una posada antigua y aquí a mi amiga le gustaría hacerte una foto con el río de fondo para editarla y enmarcarla en una de las habitaciones ¿Te importaría?

-Para nada. Adelante. - Respondió Teo dibujando una sonrisa leve con su cara.

Tras la aprobación de Teo una muchacha se acerco a él y, tras darle unas indicaciones de donde ponerse y cómo posar, le hizo unas fotos con la retina de uno de sus ojos gracias a su implante mental. Tras darle las gracias Teo se unió al grupo de jóvenes con el objetivo de alcanzar el lugar donde se celebraría la asamblea y tras unos diez minutos de caminata llegaron a la entrada donde se iba a desarrollar esta convocatoria. Durante el paseo la joven que le hizo las fotos ya había terminado de editar las imágenes y las compartió con sus colegas mentalmente en un grupo de trabajo que tenían. Según sus opiniones el resultado era maravilloso pero por desgracia Teo no pudo comprobarlo al carecer de implante mental pero fue consolado con una invitación que le hicieron al hotel en el que el grupo de amigos trabajaba para poder ver el resultado final cuando estuviera expuesto. Entonces Teo le preguntó al grupo acerca de como se adquiría voz y voto en la Asamblea y estos le contestaron que tenía que darse de alta en la Asamblea haciendo una aportación económica de la cual una parte se podía recuperar si te dabas de baja y, por otro lado, asistir a tres asambleas consecutivas. Debido a estos requisitos Teo decidió no darse de alta, cosa que no le impidió entrar al recinto junto a sus nuevos conocidos para ver como se desarrollaba la sesión. 

En el centro de lo que parecía ser un antiguo campo de futbol habían montado una plataforma circular que se levantaba un metro sobre el suelo y en la parte superior de esta había un gran panel digital que se podía ver desde todos los ángulos del lugar y que arrojaba información sobre el orden del día que se iba a tratar y que constaba de una serie de puntos relacionados con la nueva fase de expansión de la comuna, las inversiones que esta haría, el plan de compra de viviendas por parte del misterioso mecenas para donarlas a aquellos que se comprometieran a su rehabilitación, la aplicación de cierta parte del presupuesto del consistorio municipal así como de ciertas ordenanzas y, por último,  un turno de palabra abierta para que interviniera quien quisiera.

La asamblea no tardó en comenzar tras rematar ciertos detalles técnicos bajo la dirección de un individuo que se encontraba en la plataforma central y que se limitaba a seguir el orden del día y Teo no tardó en enterarse que se trataba del joven alcalde de Aranda de Duero. Este individuo estaba acompañado por los concejales del consistorio y comenzó haciendo un resumen de la actividad del Ayuntamiento durante la última semana. Cada miembro de la asamblea llevaba tres tarjetas de color verde, rojo y amarillo que significaban cuando eran alzadas el voto a favor, en contra o abstención respectivamente. Estas tarjetas eran reconocidas en tiempo real por un sistema puntero en tecnología que recopilaba los datos y mostraba casi al instante el resultado de las votaciones una vez que había contrastado a través del reconocimiento facial que quien emitía el voto estaba legitimado para hacerlo por estar registrado en la base de datos de la asamblea. Cuando aproximadamente habían pasado dos horas desde el comienzo de la reunión, Teo pudo distinguir entre el numeroso público al supuesto detective con el que había tenido una breve conversación el día anterior y también pudo comprobar que ejercía el derecho al voto lo que quería decir que llevaba asentado en Aranda de Duero al menos un mes llevando a cabo misteriosas labores de investigación si la intuición del viejo no fallaba. A Teo le picaba con potencia la curiosidad pero el plan era quedarse tan solo hasta el Domingo así que dejó pasar los pensamientos relacionados con ese tema para atender a lo que se decía en el evento en el que estaba, que duró otras dos horas más sobre todo por lo dilatado que fue el turno de palabra abierta ya que mucha gente se animó a proporcionar ideas para mejorar el funcionamiento tanto de la comuna como del municipio.

Cuando finalizó la convocatoria la gente se dispersó rápidamente y el grupo que Teo había conocido se despidió de él recordándole que estaba invitado a pasarse por el hostal cuando le apeteciera. El viejo agradeció la invitación después de que le dieran la ubicación de la fonda en la que trabajaban y acto seguido se dirigió a su autocaravana en soledad para pensar un rato y planear la tarde antes de comer por la misma zona que el día anterior. Durante el camino reconoció al misterioso detective que iba caminando por delante de él a unos cincuenta metros y Teo se sorprendió cuando averiguó que ese personaje estaba asentado en la autocaravana que estaba aparcada justo al lado de la suya. Justo antes de que el supuesto detective entrara a su autocaravana echó un vistazo a su alrededor y en un momento dado cruzo su mirada con la de Teo, que estaba llegando a su casa rodante y le hizo un gesto indicándole que se acercara. El viejo aceptó la invitación y ambos comenzaron a conversar.

-¡Vaya! Resulta que mi vecino de barra de bar también es vecino de aparcamiento. - Dijo aquel individuo desde el primer escalón de la puerta de su autocaravana.

-La verdad es que es una interesante casualidad. - Añadió Teo tocándose la barba.

-Bueno, creo que es hora de presentarnos. Yo soy Isi, encantado de conocerte.

-Lo mismo digo, puedes llamarme Teo.

-Muy bien Teo, iba a salir a comer pero estoy harto de hacerlo sólo ¿Te apuntas?

-Pues sí. Cuando quieras.

-Cojo unas cosas de mi autocaravana y listo. Te voy a llevar a un sitio en este pueblo donde se come muy bien.

Isi guió a Teo por las calles del centro de Aranda de Duero hasta un restaurante que ya existía antes de que la comuna se instalara en el municipio y ambos ocuparon una mesa de aquel sitio que se encontraba lleno casi a reventar por una clientela que parecía no tener nada que ver con la gente joven que había llegado al pueblo para revitalizarlo. Isi le pidió al camarero una botella de vino sin consultarle a Teo lo que quería para beber aunque este decidió que también tomaría lo mismo ya que hacía tiempo que no probaba ni gota de alcohol y, a su vez, quería empatizar con su nuevo conocido con la intención de averiguar que es lo que investigaba en ese lugar. Para ello Teo sabía que los detectives privados seguían un código deontológico que les impedía compartir los detalles de su trabajo pero aun así confiaba en su sagacidad para rascar todo lo que pudiera ya que algo en su interior le decía que así lo hiciera.

La comida fue bastante amena, divertida y constructiva para ambos ya que se compenetraron bien a la hora de ofrecer sus puntos de vista acerca de los temas de conversación que iban saliendo. Se notaba que Isi estaba cómodo por poder hablar con alguien con la madurez e intelectualidad que Teo demostraba y este se sorprendió también debido a que su interlocutor demostraba lo mismo pese a que el ritmo con el que bebía vino era potente ya que no tardó en llegar una segundo botella a la mesa. Isi estaba bastante atento a la copa de Teo y la llenaba cuando le quedaba poco para estar vacía. Los dos se fueron animando cada vez más contando anécdotas de su pasado que en ningún momento ponían de relieve cual era el oficio del nuevo conocido del viejo lo que le hacía pensar a este que quería proteger bien a que se dedicaba y cuál era el objeto de su misión en Aranda de Duero, algo que demostraba la integridad de Isi. El restaurante poco a poco se fue vaciando y al final solo quedaron ellos en el local lo que no impidió que una tercera botella de vino fuera reclamada por el supuesto detective quién, esta vez, fue el auténtico protagonista de acabar con ella. Sobre las seis de la tarde los empleados del restaurante obligaron a Teo y Isi a abandonar el negocio y este último se hizo cargo de pagar el festín que ambos se habían dado.

Cuando Teo salió a la calle fue consciente de los efectos de todo lo que había bebido ya que le costaba mantenerse equilibrado pero gracias a su bastón pudo disimular esos efectos. Isi, sin embargo, estaba bastante bien pese a que había bebido mucho más que el viejo lo que demostraba que había desarrollado una resistencia considerable a ese tipo de ingestas. Tras encender un cigarro este personaje le propuso al viejo seguir con la marcha en la cafetería donde se habían visto por primera vez y Teo aceptó por lo que ambos se pusieron en marcha hasta allí recorriendo las calles del centro del municipio mientras conversaban sobre el Nuevo Renacimiento provocado por la teogonía que se produjo en el Tratado de las Esencias y que era la causa de que Aranda de Duero estuviera creciendo al ritmo que lo hacía como consecuencia de la búsqueda de paz mental, tranquilidad y espiritualidad por parte de los integrantes de la comuna y gracias al patrocinio de un filántropo que parecía que quería mantenerse  en el anonimato. Isi entonces le dijo una cosa al viejo que resonó en su interior y que fue que si se suponía que el bien había hecho evolucionar a unos individuos para que lideraran a las arcas estelares, el mal no se andaría corto en hacer lo mismo para provocar caos y destrucción a la humanidad desde las sombras ya que ambos conceptos, si existen, deben estar a la par en nivel de poderío y conocimientos. Teo entonces recordó la conversación con Ygnomé en la que esta le dijo que los Aurifos habían sufrido un ataque por parte de algo ancestral y malvado lo que corroboraba la teoría de Isi, un tipo interesante con sus propias ideas.

Cuando llegaron a la cafetería se sentaron en el mismo sitio de la barra donde habían cruzado unas palabras el día anterior y Isi pidió dos vaqueritos al camarero asumiendo que Teo le iba a seguir en juerga personal y así fue porque este, pese a negarse al principio, aceptó tras la considerable insistencia de su nuevo conocido. Por cada consumición alcohólica que Teo tomaba a Isi le daba tiempo tomar dos o tres y cuando llevaban dos horas en ese plan el viejo comenzó a detectar como a su acompañante le pasaba factura el ritmo de beber que llevaba. A Isi ya le costaba vocalizar bien sus palabras y su empatía deliberada hacia el entorno se convirtió en una especie de soberbia un tanto difícil de soportar, sobre todo tras un encontronazo con un dos tipos que se acercaron a la barra a pedir hablando sobre lo fantástica que era la comuna e Isi les dijo que si ese era el futuro que querían construir es que les faltaba madurez y también un tornillo. Aquella situación creció en tensión pero Teo estuvo rápido cogiendo a Isi por el hombro y diciéndole que era hora de salir a fumar  y este aceptó no sin antes dedicarles a sus dos rivales un corte de manga. Ya en la calle el viejo le pidió un cigarro a Isi cuando este saco el paquete de tabaco industrial mientras demostraba excesivamente sus sentimientos en contra del tipo de vida que se llevaba en la comuna.

-¿Por qué ves tan mal el tipo de vida que intenta llevar esta gente? - Preguntó Teo mientras ponía una de sus manos sobre el hombro de Isi.

-Porque tratan de aislarse de la sociedad real pero la mayoría de ellos viven gracias a la renta universal que les proporciona el Gobierno. Yo pago mis impuestos para ayudar a los más necesitados no para que este tipo de gente disfrute de unos cuantos años sabáticos sin hacer nada con su vida.

-Creo que estás generalizando Isi. Mucha gente de la comuna está trabajando en el sector de la artesanía, pagan sus impuestos y, a su vez, están contribuyendo a revivir este pueblo aunque sea con la ayuda de ese misterioso mecenas.

-Te lo digo por experiencia Teo. Llevo más de un mes aquí y la mayoría de ellos tan solo se drogan y están todo el día festejando y haciendo prácticas espirituales sin aprender a ganarse la vida y desarrollar habilidades. Claro que hay una minoría que trabaja e impulsa los viejos oficios pero la mayoría no. Creo que dedicar recursos estatales a este fin no representa al espíritu con el que la renta universal nació. Si no me crees te diré unos cuantos puntos del pueblo donde podrás ver lo que te digo con tus propios ojos.

-Sin embargo tu te has asentado aquí con ellos e incluso eres miembro con voz y voto en la Asamblea por lo que he visto. - Comentó Teo mientras miraba el tránsito de gente joven por la calle, algo que en el fondo le gustaba.

-Lo mío es distinto. Yo estoy aquí por trabajo y hago lo que tenga que hacer para llevarlo a cabo con éxito.

-¿A qué te dedicas Isi? - Preguntó Teo cuando creyó que tenía la suficiente confianza para hacerlo.

-Pues estoy haciendo un estudio de investigación acerca de este asentamiento y su organización social. - Dijo Isi tras un breve silencio y con un tono de voz titubeante. 

-Ah. Que interesante. ¿Y para quién trabajas? - Preguntó Teo sabiendo que Isi encubría su verdadero trabajo bajo ese rol que se había inventado.

-Para el departamento de sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

-Buena Universidad ¿Y cómo lo llevas? - Indagó Teo para acto seguido sorprenderse por una idea que le vino de la nada y que expresaba que en la comuna se estaban dando casos de desapariciones de muchachas. La intuición de Teo apuntó a que de alguna manera estaba leyendo la mente de Isi seguramente como consecuencia del desarrollo del lado axial de su mente, tal y como Ygnomé le prometió.

-Ahora mismo estoy bloqueado y siento frustración porque el resultado del estudio no va a ser concluyente con lo que hasta ahora mismo tengo. - Dijo Isi para seguidamente cambiar de tema. - ¿Y tú?¿Que haces aquí?

-Estoy de paso antes de partir hacia Alicante. Allí tengo que investigar unos asuntos por orden de mis superiores.

-¿Investigar? - Pregunto Isi con los ojos abiertos como platos.

-Si, algo parecido a lo que tu estás haciendo aquí. Dejémonos de pantomimas Isi, sé que eres algo parecido a un investigador privado o detective.

-¿Y qué te hace pensar eso? - Inquirió Isi bastante sorprendido por lo que acababa de escuchar.

-Es la única forma que tengo para explicarme que portes una pistola Amper. Y si la intuición no me falla estás aquí por los casos de desapariciones que se están dando en Aranda de Duero.

-Joder. Eres una caja de sorpresas. ¿Cómo sabes todo eso?¿Para quién trabajas tú?¿Centro Nacional de Inteligencia?¿División de Investigación de la Guardia Civil?

-Digamos que trabajo para una esfera bastante más alta que tiene acceso a toda información que se requiera. - Dijo Teo mientras una voz le habló y que rápidamente reconoció como la de Ygnomé por su tono y porque se dirigió a él como Sófocles. El Agente Primigenio le dijo que Isi era un buen candidato a convertirse en su primer aliado para llevar a cabo el encargo que le había encomendado.

-¿La Agencia Internacional de Inteligencia?

-No puedo decirte más pero la cuestión, Isi, es que tengo como una de mis misiones formar un equipo para atender un asunto importante y necesito gente con experiencia como tú. Eso sí, con más modales ¿Te interesa?

-Si no sabes nada de mí. - Contestó Isi para después rascarse su frente.

-Sé lo suficiente. Yo de ti aceptaría porque es una buena oportunidad y los honorarios son de otro mundo, te lo aseguro.

-No sé que decir. Antes tengo que terminar lo que estoy haciendo aquí. - Expuso Isi mientras acababa su cigarro y tiraba la colilla al suelo para después pisarla.

-Y yo te ayudaré si luego decides ayudarme tú con mi investigación. Dices que estás bloqueado. Bien, pues dos mentes piensan mejor que una. - Comentó Teo mientras recogía la colilla de su compañero del suelo y la dejaba en el cenicero que se encontraba encima de una mesa en la puerta exterior del negocio.

-Desde luego. Está bien, Teo. Me has convencido y no es porque vaya un poco borracho. Creo que tenemos un acuerdo.

-Bien. No hay tiempo que perder. Voy a pagar todo y después necesito que me enseñes todos tus progresos en la investigación de las desapariciones. Nos espera un trabajo duro.

-Perfecto. En mi autocaravana lo tengo todo compañero. Una última pregunta ¿Cómo sé que no trabajas para el bando al que investigo?

-Porque voy borracho. Y dicen que los borrachos y los niños nunca mienten, excepto tú antes. Pero te ha servido para demostrarme que te tomas en serio tu trabajo. Ahora, al lío. - Dijo Teo mientras le daba la última calada al cigarro para después apagarlo en el cenicero.


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