CAP. 1.1: UN ENCUENTRO INESPERADO


TRAZAS DEL ORIGEN

CAPÍTULO 1

UNA VEJEZ FUERA DE LO NORMAL



Teo tomó el último bocado del delicioso plato que había preparado con aquel conejo junto a unas pocas especias que guardaba desde su última visita a Soria, a unos dos días y medio de camino desde el punto en el que se encontraba actualmente. El viejo había encendido una pequeña hoguera en la cima de la montaña conocida como "el pico de Urbión" y que se encontraba a más de dos mil metros de altura albergando bellos pinares y pastos. Aquel lugar era precioso y el aire, puro como la respiración de un bebé. Le encantaba subir hasta allí para preparar la comida porque las vistas eran fenomenales y capaces de impresionar a cualquier individuo con un mínimo de amor por la naturaleza. En la zona se podían encontrar manchones de hayedos, rebollares, quejigares, abedulares, robledales, entre otros así como matorrales de brezo, estepa y retama. Entre las cosas más importantes que representaban a esta sierra era que separaba las cuencas del río Duero y del río Ebro y estaba limitada por el valle del Najerilla al norte, el valle del Duero al sur, la sierra del Neila al oeste y la sierra de la Cebollera al Este. Todo un conglomerado paisajístico digno de ser visitado y más aún para enraizarse durante un largo tiempo, tal y como Teo había hecho. Aquellos parajes proporcionaban la soledad que Teo buscaba ya que los pueblos más cercanos habían quedado deshabitados como consecuencia de un remoto éxodo de la población rural a las ciudades, siendo los núcleos más cercanos de población Soria, Logroño y Burgos, los cuales representaban los picos de un cuadrado que se cerraba del todo al suroeste con un asentamiento conocido como Aranda de Duero pero que no había soportado el paso del tiempo quedando casi abandonadas sus calles y plazas, en las que se había abierto paso la naturaleza dando lugar a sentimientos encontrados en Teo debido a la belleza del lugar y la melancolía de ver como el tiempo es capaz de arrancar a la gente de sus propias raíces.

Teo llevaba una vida muy tranquila en aquel lugar. Solía hacer una comida al día y el resto del tiempo le gustaba visitar ciertos lugares de aquella zona para inspirarse y utilizar su mente abstracta con el objetivo de acceder a sabiduría atávica así como construir ideas, relatos e historias que almacenaba únicamente en su memoria. Uno de sus lugares favoritos era el nacimiento del río Duero y, tras cerciorarse de que había apagado correctamente la hoguera, dar gracias a la naturaleza por el conejo que había comido así como recoger sus bártulos en un macuto que portaba, comenzó su camino hasta allí. Tan solo era un pequeño paseo de aproximadamente medio kilómetro, suficiente para que hiciera la digestión y, cuando alcanzó su destino, se preparó par darse un baño para espabilarse y decidir que iba a hacer el resto del día, algo que Teo apreciaba muchísimo pues el poder decidir que hacer era sinónimo de libertad. El ritmo de vida de las grandes ciudades no podían proporcionarle este tipo de vida, por eso, un día, decidió salir en busca de la aventura rural en busca de tiempo que ganar y mecanicidad que perder. Y lo había conseguido pese a que al principio fue duro convivir con la soledad pero poco a poco se fue conociendo a sí mismo y se dio todavía más cuenta que para él lo importante no era un estatus importante, una reputación gloriosa o una apariencia ejemplar, sino todo lo contrario, una vida simple dedicada a la contemplación, creatividad personal y supervivencia rural. Para él eso ya significaba una gran conquista aparte del gozo que le proporcionaba rodearse de una belleza natural muy real que incluso rozaba lo mágico.

Cuando alcanzó el nacimiento del río Duero se desvistió empezando por su sombrero de ala ancha de color azul, apartó su equipaje y equipamiento a un lado y se introdujo en una zona calmada donde el agua lo cubría. Allí realizó su rutina de higiene personal y cuando terminó, se secó, se vistió con otras vestimentas limpias y lavó las usadas. El día era bueno y con suerte en dos horas todo estaría seco y listo para ser guardado en su gran mochila que llevaba a la espalda. En esta gran mochila también portaba un saco de dormir, algo de menaje, especias para aderezar la comida salvaje y otros pormenores que le facilitaban la vida en el bosque. Así que mientras el Sol hacía su trabajo decidió echarse una siesta, la cual le llevó hasta las cinco de la tarde. Cuando despertó a la sombra de un pino y entre los cantos de los pájaros volvió a sentir el placer de llevar aquel tipo de vida. Recogió su ropa aún un poco húmeda y decidió seguir el cauce del río Duero hasta un lugar conocido como el Mirador de Castroviejo, a unos dos kilómetros de distancia. Cuando llegó allí volvió a mirar el paisaje durante unos momentos tomando respiraciones bien acompasadas y se sentó a hacer una de las cosas que mas le gustaban y que era simplemente pensar aunque siempre tenía presente que la vida más dulce era la de no pensar en nada para construir una sólida ignorancia. Y lo primero que pensó fue lo equivocado había estado Platón en el pasado cuando concibió que aquella belleza debía estar subordinada a una idea intangible todavía más hermosa. Por eso le gustaba pisar la naturaleza, porque todo lo demás no era más que una creación artificial para poder sentirse como en casa. Daba igual el coste que le había supuesto llevar esa vida aunque fuera tan solo por disfrutar de aquello durante unas escasas decenas de años más, él se sentía como en casa y lo había echado mucho de menos aunque todo aquello le había costado lo suyo, entre otras cosas, convencer a su Casa de que eso es lo que quería y necesitaba para sentirse autorrealizado. Teo no tenía hijos ni esposa pero la familia a la que pertenecía no tardó en hacerle saber que aquello era un despilfarro de recursos y talento pero al final lo dejaron ir con la convicción de que volvería tarde o temprano más preparado. Y así sería irremediablemente porque los años no pasan en balde y las raíces son las raíces.

Seguidamente Teo comenzó a pensar sobre cómo la humanidad había creado sus propios ecosistemas desvinculándose por completo de la naturaleza. Parece que ese hecho obedecía a una simple diversificación de los entornos, lo que reducía el riesgo de que la raza humana sucumbiera a su extinción dando la posibilidad de elegir a cada individuo el ritmo de vida que quería llevar. El éxodo de la población a las ciudades había acabado en España y, en general, en el Mundo, con la vida de la mayoría de pueblos de menos de cincuenta mil habitantes. Este fenómeno comenzó a darse en el Siglo XX. Ahora, a mediados de la segunda década del Siglo XXIII, la especialización y la completa globalización del mundo había conseguido que los países más desarrollados no necesitaran sus entornos rurales para producir alimentos, siendo los países en vías de desarrollo quienes habían acogido esa función dignamente bajo la estabilidad y sagacidad social del Gobierno Mundial, que comenzó a gobernar hace ya más de setenta años sobre todo el dominio de la humanidad. Y, como consecuencia de ello, los países desarrollados consiguieron restaurar su medio ambiente así como los países menos desarrollados estaban siendo tratados justamente gracias a la nueva economía mundial dirigida por una de las Inteligencias Artificiales más potentes del mundo y que surgió como consecuencia de una gran crisis económica y también existencial de la raza humana. Todo había evolucionado bastante bien, y más desde la aparición hace ya casi dos años del amplio movimiento cultural conocido como el Nuevo Renacimiento que trajo consigo una enfatización de los valores espirituales y, por lo tanto, un mejor reparto de la riqueza así como la conversión de la codicia en una especie de filantropía y mecenazgo por parte de las grandes fortunas para ganarse el favor de los Dioses así como garantizarse el ascenso a una especie de Mundo Intangible sobre el que muchas nuevas religiones y filosofías han comenzado a especular. Incluso se consiguió reducir ampliamente el número de personas que optaban por integrarse total y vitaliciamente en una nueva dimensión que había traído la tecnología en la cual ya se podía vivir íntegramente sin tener que volver a la vida real para cubrir las necesidades básicas. La gente traspasaba, y actualmente se sigue haciendo, su mente y conciencia a servidores y combinadores que les proporcionaban la oportunidad de desvincularse totalmente del mundo real. Esta dimensión, conocida como Metaverso, era un lugar idílico construido a conciencia y triunfó durante las épocas más oscuras de la vida real cuando la gran crisis mundial que duró más de treinta años esparció por el mundo un mar de sufrimiento, miseria e incluso innumerables suicidios. El problema era que la inmersión total en el metaverso no tenía vuelta atrás así como limitaba la creación de frutos por parte de los sujetos, entre los más importantes, crear vida a través de la reproducción aunque sí que se podían tener hijos allí, eso sí, dotados de inteligencia artificial y sin carga genética.

La aparición del Nuevo Renacimiento, como consecuencia de la exposición de la humanidad a un evento sobrenatural extremadamente contundente y decisivo en el Tratado de las Esencias, un sínodo que debía decidir el destino del éxodo estelar de la raza humana y que se convirtió en el fenómeno más viral que ha conocido la especie humana, le vino como anillo al dedo al Planeta para recuperar cierta esperanza y calidad de vida en su verdadera realidad. El acontecimiento sobrenatural consistió en la teofanía de un ser sobrenatural e ininteligible que dirigió unas palabras a los allí reunidos, señaló las nuevas coordenadas a donde debía dirigirse la humanidad con las famosas Arcas Estelares e hizo evolucionar a los ya seleccionados líderes de las colosales naves que debían alcanzar esos destinos en la profundidad de la galaxia. Esos cinco elegidos por la humanidad y tocados por la gracia divina que desarrollaron habilidades sobrenaturales fueron conocidos a partir de ese momento como Príncipes Estelares. 

Teo siguió pensando, esta vez acerca de la expansión de la raza humana por el Sistema Solar gracias al avance de la tecnología en el campo de la propulsión de naves espaciales con la que conseguían alcanzar la cuarta parte de la velocidad de la luz aproximadamente, lo que supuso una verdadera diáspora de la humanidad y una diversificación de los lugares donde esta podía habitar así como el aumento de recursos provenientes de otras áreas del Sistema Solar. En doscientos años la cosa había cambiado muchísimo para la humanidad e incluso daba vértigo mirar hacía atrás y ver como se vivía unos cuantos siglos atrás y las cosas que hacía la humanidad de aquel entonces como consecuencia de una moral discutible y unas formas de pensar un tanto dantescas. La cuestión es que parece que la diversificación es fuente bienestar y sostenibilidad de la vida pues abre más escenarios en los que poder elegir, genera competitividad entre ellos y una batalla por atraer población a base de mejorar sus condiciones de vida. Se pasó de personas que necesitaban conceptos a conceptos que necesitaban personas y esto fue la clave para el desarrollo que se comenzó a dar, que sigue dándose hoy en día y que ha ido convirtiendo el mundo real en un verdadero paraíso para vivir en comparación con lo que este significaba tiempo atrás. Y es que, como arenga final de Teo con respecto a todo lo anterior, la humanidad solo consigue dar saltos de calidad en base a guerras, crisis y mártires ya que el hombre siempre ha sido conservador por naturaleza.

Teo siguió pensando y pensando mientras rascaba su larga barba gris llena de canas, pasando por incluso si su supervivencia en el bosque era consecuencia de lo que él quería o una consecuencia de la inadaptación a la sociedad lo que reflejaba una carencia de sus aptitudes. Salió victorioso de aquel debate interno y cuando sus pensamientos comenzaban a dirigirse hacia otro tema, un arrendajo vino a posarse enfrente de él sobre una rama baja de un pino. Este comenzó a cantar durante un ratito y cuando acabó su obra se fue tal y como vino. Teo entonces se levantó con algún problema que otro debido a que las piernas se le habían quedado dormidas y también como consecuencia de que ya no contaba con las condiciones y vitalidad de una persona joven, miró al Sol y viendo que aún quedaban algunas horas de luz, decidió marchar hacia el Sur siguiendo al río Duero en dirección a un pueblo totalmente abandonado conocido como Duruelo de la Sierra. Teo aún podía atender algún asunto antes de prepararse para pernoctar así que emprendió el camino, eso sí, esta vez murmurando para él una composición elaborada por él mismo y que solía entonar débilmente cuando algo le sorprendía, para bien o para mal, rompiendo su ritmo de vida lleno de tranquilidad. Los pájaros le acompañaron con su melodía cuando Teo comenzó a entonar casi para él mismo:

Gran misterio es del que formamos parte

Pero tranquilo, que tú ya llegastes,

ya superastes esta primera fase.

Y ¿Qué presión aguantarás

antes de pasarla a los demás?

Descubrirás lo que falla en el invento

y te perseguirán por supuesto.

No queda otra que luchar 

porque alguien más puede llamar (...)

A partir de aquí el canto leve se convirtió en una serie de ruidos incomprensibles que seguían el ritmo de las estrofas iniciales.

Teo siguió avanzando poniendo atención al paisaje con el que se iba cruzando, incluso le pareció ver a un águila real surcando los cielos. Esta le llamó tanto la atención que perdió de vista durante unos segundos el camino lo que fue bastante para tropezar con una piedra con el suficiente tamaño para desestabilizarlo y caer, con la mala suerte de que se había acercado tanto al linde del sendero que comenzó a rodar por una pendiente escarpada ladera abajo hasta que esta se acabó y quedó tirado en el suelo. Teo miró hacia arriba y calculó que el camino que seguía quedaba a unos cuatro metros de altura y seguidamente comenzó a revisar su cuerpo en busca de daños pero parecía que todo estaba bien. Fue cuando comenzó a levantarse cuando le sorprendió una voz que parecía ser femenina y a la cual reaccionó como si no hubiera pasado nada mientras no podía controlar sus gestos naturales para tratar de quitarse la maleza y tierra que habían invadido sus ropajes.

- Hola ¿Estás bien? - Pronunció la muchacha a la que Teo a primera vista detectó que, o era menor de edad o tenía la mayoría de edad recién cumplida. También llamaron su atención sus dos ojos grandes y verdes claros.

-Sí, sí... si algo se hacer es caer. Si yo te contara...- Contestó Teo mientras terminaba de sacudirse.

-¿Es que sueles tropezar mucho? - Volvió a preguntar la muchacha.

-No, no - Teo comenzó a sonreír y añadió desviando su mirada hacia el cielo: Es raro ver un águila real a estas alturas del día. ¿La has visto? - Inquirió Teo a la joven.

-No, tan solo he visto a un ermitaño viejo rodar por la ladera. Seguro que eso es más raro que ver a un águila - Dijo la muchacha mientras miraba de arriba abajo a Teo con una sonrisa que llamó la atención de este porque aún no se había dado cuenta de lo bella que era.

-Entonces ¿Eres tú...? Es decir ¿Qué hace una muchacha como tú en estos parajes dejados de la mano de Dios?

- Buscar aventuras y olvidarme de Madrid, odio Madrid y su ritmo de vida, solo quiero perderme en un Bosque para aclarar ideas y ver que hago con mi vida. - Contestó cambiando el semblante de su rostro a una expresión más seria.

- Pero esto que estás haciendo es peligroso, o sea, los bosques tienen las dos caras de la moneda, hay belleza y tranquilidad pero también tienen sus peligros. - Añadió Teo tocando su sombrero para darle la estética correcta.

- Bueno ahora te tengo a ti. Me estaba preocupando hasta que te he visto. Pareces buena persona y seguro que no es casualidad que se hayan cruzado nuestros caminos. - Dijo la muchacha clavando su mirada en los ojos de Teo.

- ¿Te fías del primero que pase? - Indagó Teo.

- No has pasado, has rodado hasta mí. Y sí, me fío, una persona malvada no se aísla en un bosque. Aquí hay pocas fechorías que hacer. Por cierto mi nombre es Sheila. Y tú, ¿Cómo te llamas? - Preguntó ella.

- Puedes llamarme Teo. Bien, Sheila la noche está al caer y aunque, a priori, te veo bien equipada para sobrevivir en este entorno ¿Qué ibas a hacer? - Consultó Teo.

- Pues iba a acampar por aquí. - Replicó Sheila.

- Este no es un buen lugar. Sígueme, en un poblado abandonado a menos de media hora hay una casa en condiciones aún para poder pernoctar con ciertas comodidades. Si te consideras una aventurera tienes que aprender a aprovechar y a conocer el entorno en el que te mueves y en el propio bosque los lobos y otros depredadores pueden ser un problema. - Sugirió Teo y Sheila asintió con la cabeza.

Así, Sheila y Teo se dirigieron a Duruelo de la Sierra, situado dentro de la masa de coníferas más extensa de España, conversando acerca de la supervivencia en el bosque y conociéndose un poco mejor al tiempo que la noche comenzaba a caer. Teo enseguida se dio cuenta de la personalidad de Sheila que era abrumadora, espontánea y demasiado confiada pero agradeció aquel encuentro inesperado pues hacía tiempo que no entablaba una conversación de ese estilo con alguien. Además Sheila podía ser una fuente de información acerca de como iban las cosas en el mundo pues Teo no gozaba del implante mental obligatorio en esos días para estar conectado con el mundo estrechamente. Desde el nacimiento de un sujeto en el Planeta Tierra ya se le proporcionaba una identidad digital la cual llevaba anexa una cuenta bancaria y, a partir de la mayoría de edad, los dieciséis años, a los sujetos se les introducía un implante mental que otorgaba un código de contacto que enlazaba al sujeto con la sociedad y que recogía los datos del individuo con muchos fines así como proporcionaba acceso a la red global de datos del Planeta Tierra y nuevas colonias espaciales con el objetivo de facilitar conocimiento, información y seguridad al ser humano. Sin embargo la generación de Teo y algunas más por delante quedaron exentas de esta política, siendo obligatoria nada más para sujetos que nacieran a partir del año dos mil ciento setenta  aunque cualquiera podía optar por el implante mental voluntariamente y una gran mayoría de la población así lo hizo por los beneficios que esta tecnología otorgaba.

Teo y Sheila se acercaron por el norte a Duruelo de la Sierra y los recibió lo que parecía ser el cementerio abandonado del pueblo. Continuaron por la carretera del cementerio, invadida por el moho y los matorrales, hasta alcanzar el núcleo del pueblo donde se ubicaba la iglesia de San Miguel Arcángel, la cual era el resultado de la superposición de varias edificaciones a lo largo de la historia. La iglesia, rodeada por una necrópolis medieval que alberga varias sepulturas de entre los siglos IX y XIII, había soportado el paso del tiempo considerablemente bien con respecto a otras estructuras del pueblo. En ese paseo por las calles del pueblo Teo y Sheila hablaron sobre la familia de la muchacha y si no estaban preocupados por ella. Sheila hizo saber a Teo que era hija única, algo raro en aquellos días ya que el Estado fomentaba y facilitaba muchísimo la natalidad, y que no llegó a conocer a su madre por algún motivo que Sheila no quiso desvelar y que Teo dejó estar por la aún falta de confianza patente. El padre de Sheila era una persona muy trabajadora y no muy protectora y desde bien pequeñita le había ofrecido una gran independencia para que tomara sus propias decisiones, por lo que cuando le dijo que iba a empezar un año sabático recorriendo el norte de España a pie y descubrir que es lo que quería hacer con su vida, a su padre le pareció correcto y le deseo la mejor de las suertes incidiendo en el hecho de que en Alcalá de Henares siempre tendría una cama y un plato de comida. A Teo le chocó bastante esto pues no era algo normal lo que Sheila pretendía llevar a cabo pero, por otra parte, el Estado garantizaba la supervivencia económica de todos los ciudadanos a través de una renta universal para gente no trabajadora y esto había construido unas condiciones para que sujetos como su nueva conocida pudiera tomar esta clase de decisiones. El producto de aquella educación que el padre de Sheila le había dado era la construcción de una personalidad independiente y bastante fuerte y Teo se alegró de que esto fuera así pues no le apetecía tener que ejercer de padre y compañero durante el tiempo que permanecieran juntos.

   Por fin alcanzaron la casa que Teo le había mencionado a Sheila y accedieron a ella con precaución pues nunca se podía saber desde fuera si alguien había decidido pernoctar también allí. Ambos recorrieron la casa para asegurarse de que estaban solos y cuando así lo hicieron aseguraron la puerta principal para poder pasar una noche tranquila que les proporcionara un descanso adecuado. Cuando prepararon sus sacos de dormir sobre el suelo de plaqueta de una de las habitaciones de la casa y Teo encendió una linterna que llevaba para iluminar la estancia con el propósito de acometer la última parte del día, Sheila sacó de su mochila una barra energética para dar el último bocado antes de dormir y ofreció un trozo a Teo, quien aceptó y se sorprendió una vez ingerido aquel diminuto bocado del increíble potencial que tenía aquel alimento ultra procesado para saciar la poca hambre que arrastraba. Tras una última conversación en la que Teo preguntó cosas acerca de lo que ocurría en el mundo a Sheila y esta fue contestando y cubriendo las necesidades informativas de aquel como podía, los dos se introdujeron en sus sacos de dormir, se desearon buenas noches y se durmieron casi al mismo tiempo siendo Sheila a la que más le costó hacerlo. 

Aquel encuentro inesperado sería el principio de un nuevo camino para los dos y, que he de añadir, que sería un tanto singular.


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Comentarios

  1. Cuando Teo ha empezado la melodía... "Descubrirás lo que falla en el invento
    y te perseguirán por supuesto.
    No queda otra que luchar" uff, creo que es un personaje con fuertes sentimientos al igual que Sheila, que pienso que me va a sorprender. Excelente blog. Seguiré la historia sobre ese universo de Teo. Saludos

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    1. Teo es un tipo peculiar, ya lo comprobarás si le sigues leyendo. A veces me sorprende hasta a mí. Gracias por comentar y que sepas que eres la primera en hacerlo a lo largo de los 35 subcapítulos que ya componen este proyecto en desarrollo. Un abrazo.

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