LA CIUDAD PORTUARIA DE NUESTRO INTERIOR

   Todos en nuestro interior tenemos una ciudad portuaria que representa, en líneas generales, nuestra mente. Al fin y al cabo es una ciudad mágica porque todos podemos diseñarla como queramos pero siempre obedece a un número mínimo de estructuras que se encuentran en ella y que representan nuestro yo psicológico, es decir, nuestro yo consciente limitado a nuestra propia psicología. A continuación definiremos las estructuras básicas que podemos encontrar allí y que funciones tienen en el desempeño de nuestra actividad mental.

   La primera estructura que vamos a encontrar en nuestra ciudad portuaria, obviamente, es un puerto. En este puerto tenemos anclado nuestro propio barco y, por otro lado, acogemos a otros barcos que simplemente son aquellas personas que interactúan con nosotros en la vida real. Cuando hablamos con alguien, esta ha atracado en nuestro puerto con un objetivo que puede ser cualquier cosa y depende de nosotros acogerlo debidamente en nuestra ciudad así como sacar el máximo partido de esa visita. Con esto me refiero a prestar atención a sus palabras y aprovechar toda la sabiduría que se desprenda de la interacción o servirle adecuadamente si esa es su intención. También puede ser que choquemos con ella y si se da este caso, con la máxima educación, le invitaremos a abandonar nuestros dominios o reconduciremos la situación para aprender algo nuevo de esa personalidad que normalmente solemos evitar. De vez en cuando es bueno practicar el tragar nuestro orgullo.

   El segundo activo con el que contamos es con nuestro barco, que representa nuestra mente cuando procedemos a surcar el mar de las emociones. Con él y con la tripulación adecuada acabaremos recorriendo todo tipo de puertos emocionales y viviendo experiencias en el mar que, al igual que cuando interactuamos socialmente, deberemos indagar en el momento o a posteriori dependiendo de su idiosincrasia para tratar de sacarle el máximo provecho en términos de cuasi verdades o sabiduría. Por supuesto no dudes de ejercer de capitán en tu barco cuando la ocasión lo requiera.

   El tercer centro es nuestra biblioteca donde almacenamos todo tipo de información a través de nuestra memoria selectiva y organizamos nuestros conocimientos, incluyendo los espirituales, así como nuestra sabiduría. Del modo en que organicemos nuestra biblioteca o nuestra memoria dependerá la calidad de nuestros frutos y la relación con nuestros vínculos recordando que lo que no se utiliza normalmente que los libros que no se cuidan se acaban deteriorando. En mi opinión debemos reducir el almacenamiento de informaciones banales y aumentar el número de libros que nos sirven para el día a día a través de reducir los estímulos externos que catalogo como spam. Hoy en día todos (organizaciones e individuos) quieren que tengamos un libro suyo en nuestra biblioteca pero los más importantes son los que redactemos nosotros en base a nuestra experiencia, sabiduría e interacciones sociales catalogadas como relevantes para nosotros.

  El cuarto edificio que tenemos es la Sala de Gobierno donde esta asentada la corte de los actores psicológicos que forman nuestro yo. Aquí encontraremos a los sentimientos representados por personajes que siempre quieren hablar por nosotros pero que hay que tomar la decisión correcta acerca que actor es el mejor para que nos represente en cada momento. Yo suelo tener como representantes a la curiosidad, la educación, la atención y la imaginación. Depende de nuestro control sobre estos actores el ir avanzando en el camino espiritual ya que mejoraremos nuestra capacidad de transformación de todo tipo de corrientes recibidas.

  Y por último encontraremos a nuestro faro. Un faro sirve para avisar a los navegantes de la presencia de la costa a una distancia suficiente para que sean conscientes. Pero en este caso nuestro faro servirá para iluminar a los visitantes con nuestra sabiduría y conocimientos en cualquier materia sobre la que tengan necesidad de conocer y nosotros seamos potenciales proveedores. Y aquí es donde quiero insertar el fenómeno de la iluminación espiritual y tratar de darle un sentido mas terrenal del que normalmente es acogido por autores de obras espirituales. Para mí la iluminación no es una iniciación sobrenatural o algo por el estilo, más bien es la capacidad que tenemos de ofrecer consejo y ayuda con respecto a problemas que no son consultados en nuestra ciudad portuaria. Para que el faro brille debemos contar con una sabiduría compacta y hermética, libre de fugas que nos hagan personas visiblemente incoherentes. Cuando somos capaces de dar una respuesta útil, breve, concisa y en el menor tiempo posible es cuando nuestro faro más brilla y podemos considerarnos personas iluminadas.

  Conforme vayamos adquiriendo una reputación de personas con nuestra propia filosofía, que no es otra cosa que ir conociéndonos a nosotros mismos y a todo lo trascendental que hemos ido absorbiendo en nuestra vida, nuestro faro iluminará mas a lo lejos por lo que la iluminación espiritual no responde a un nivel, sino que es gradual y progresiva. Recuerda que cuanto mas brille el faro a más gente atraerá a tu ciudad.

  Cuida de tu ciudad portuaria y dale el valor que se merece, creando sinergias entre todas las estructuras y activos con el objetivo primordial de ayudarte a ti mismo y también a los demás. Se un buen anfitrión y mantén a tu población orgullosa de su gobernador (tú mismo). Quizás puedas tú añadir mas estructuras de las que he expuesto en esta entrada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CAP. 1.1: UN ENCUENTRO INESPERADO

CAP. 2.4: INGRESO A LA ACADEMIA

COMUNICACIÓN AL VISITANTE IV