CAP. 4.1: TRAZANDO UN PLAN

  TRAZAS DEL ORIGEN

CAPÍTULO 4

INTUICIÓN Y VOLUNTAD


Cada vez que pasaba más tiempo conduciendo su autocaravana sin un destino todavía claro, Teo fue asentando la información acerca de la misión que le había encomendado Ygnomé pasando de verla como un desafío al principio para acabar pensando que aquello era un encargo casi imposible. Para empezar tenía que encontrar y convencer a algunos aliados que fueran lo suficientemente poderosos de que le siguieran en aquel periplo y no tenia ni idea de como iba a localizarlos ya que no disponía de ninguna noción sobre como poder localizarlos. En segundo lugar tenía que averiguar que era lo que había llamado la atención del Supremo Hacedor sólo con la pista de que dos Aurifos, los recaudadores de este, habían dejado como rastro una de sus plumas en Alicante. Teo, como Agente Inducido del Mundo Intangible, había encarnado en Boston y a lo largo de su vida fue acordándose de quien verdaderamente era a través de actos reminiscentes provocados por su propia Metaconciencia hasta llegar al punto de acordarse de toda su existencia en el Mundo Intangible. En esa existencia había ingresado en la dinastía de la Casa Sagrada de Júpiter y había hecho buenos amigos de los que tendría que tirar para averiguar qué miembros de esa Casa Sagrada se encontraban en su misma situación, es decir, habían decidido encarnar en la Tierra de nuevo a través de la separación de su correspondiente Meta conciencia de su yo consciente y la adhesión de esta al Alma de un infante nacido, dejando atrás, en su correspondiente Cámara de Existencia en Edén, su yo ya inconsciente o directamente habían descendido desde Edén a la Tierra directamente con su Avatar etérico, una forma mucho más costosa en recursos para quien decidiera invadir el plano físico en el que Teo actualmente se encontraba de esa manera. Para ello Teo esperaba que Ygnomé le hubiera dotado con una mente axial mucho más poderosa tal y como le prometió ya que la necesitaría para poder contactar con el Mundo Intangible desde el Mundo Cognoscible.

El viejo aparcó por un momento ese tema y pasó a pensar acerca del rumbo a seguir. Estaba claro que para saber a donde ir debía primero conocer la ubicación de sus potenciales aliados pero mientras su desarrollo en el lado axial de la mente se asentaba tenía que hacer algo y llegó a la conclusión que lo mejor que podía hacer era ir a Madrid ya que desde el centro de la península cualquier destino situado en España le quedaría bastante a mano. Entonces Teo se acordó de los hippies con los que entabló cierta relación en Orbaneja Riopico y que le regalaron un anillo, el cual llevaba puesto, que le reconocía como individuo simpatizante de esa comunidad. Si no recordaba mal le dijeron que estaban tratando de revitalizar Aranda de Duero, una población que le pillaba de camino a Madrid por lo que Teo decidió que esa sería su próxima parada para comer y ver como estaban avanzando en esa tarea aquellos jóvenes que irradiaban tanta vitalidad. 

Teo, teniendo claro su nuevo destino y tras poner el piloto automático de la autocaravana, accedió a la parte trasera de esta y rebuscó en una estantería con papeles y algunos libros hasta que dio con lo que buscaba, un moleskin en el que tenía apuntado todos los detalles que pudo recopilar a través de su actividad reminiscente sobre la Casa Sagrada de Júpiter a la que pertenecía, su dinastía y sus compañeros más allegados dentro de esta. Teo fue pasando las páginas hasta que dio con el individuo que buscaba y que eligió por recordar tener una relación de gran confianza, por ostentar una posición elevada en la dinastía de Júpiter lo que le facilitaría el acceso a cierta información que el viejo iba a necesitar y porque este dominaba muy bien la rama axial de la mente, requisito indispensable para que el viejo pudiera contactar con él. Este individuo que en su día consiguió ascender al Mundo Intangible era conocido como Calístenes y sobre él Teo depositó sus esperanzas para recibir la ayuda que necesitaba. Una vez ya vislumbrado el plan a seguir y teniendo en cuenta que la mente del viejo necesitaba tiempo para asentar los dones que Ygnomé le había otorgado, este se relajó un poco tumbándose sobre el sofá de aquel compartimento y apartando parcialmente la tensión proveniente de la parte del plan circunscrita a la búsqueda de aliados. Sin quererlo, el viejo se quedó dormido y cuando despertó pudo ver en un monitor que se encontraba ya cerca de Aranda de Duero por lo que volvió a la cabina del piloto y recuperó la conducción manual. 

El viejo accedió a esta población por el norte y sintió cierta nostalgia al poder comprobar como, pese a la gran cantidad de infraestructura y construcciones con las que se topaba, esa ciudad había sido casi abandonada tal y como demostraba el deterioro general del lugar y la mayoría de los habitantes que quedaban pertenecían al grupo de la tercera edad. Teo no sabía  en que parte de Aranda de Duero se asentaba la comunidad de hippies que andaba buscando pero decidió apostar por dirigirse al centro de la población compuesta por un entramado de calles irregulares que acogían edificios históricos que en su día deberían haber sido esplendorosos pero que en ese momento necesitaban de bastante rehabilitación. El resultado de aquella exploración fue negativo así que Teo decidió preguntar a una señora mayor que pasaba por allí si conocía del trabajo que unos jóvenes llevaban a cabo para resucitar ese entorno y esta le contestó que ese grupo de jóvenes se asentaba junto al Santuario de la Virgen de las Viñas, una ermita al norte de la ciudad situada sobre una pequeña colina y que presidía un parque natural. Con esa información Teo se dirigió hacia allí y no tardó en dar con lo que buscaba porque pudo ver un gran campamento bastante bien organizado dividido en dos zonas. La primera de ellas era el parque situado al lado del Santuario y que albergaba a las autocaravanas y caravanas de la comunidad. La segunda de ellas estaba compuesta por tiendas de campaña de distintos tamaños sobre lo que parecía ser un antiguo campo de deporte. El viejo aparcó su autocaravana en la zona dedicada a ese tipo de vehículos sobre las dos de la tarde, y comenzó a caminar por el parque hacia el sur atraído por un olor a comida preparada muy apetecible y no tardó en toparse con un bellos jardines donde una gran cantidad de gente preparaba su comida tanto para ellos mismos como para vendérsela a quien quisiera comprarla. Habían hasta puestos profesionales de comida llevados por gente que se ganaba la vida de esa manera y Teo decidió sentarse en la barra de uno de ellos especializado en hamburguesas para pegar un bocado y poder sacar algo de información acerca de aquel enorme tinglado que había allí montado y que superaba con creces las expectativas de lo que esperaba encontrar antes de llegar.

-Buenas tardes. Dígame señor ¿Qué es lo que va a tomar?

-Echaré un vistazo a la carta. - Dijo Teo a la vez que cogía un tríptico donde estaban referenciados todos los productos que ofrecía ese puesto así como sus precios. - Vaya asentamiento que  habéis montado en este lugar. Es increíble. 

-Sí. Nosotros vinimos hace dos meses y aquí nos hemos quedado. Hay trabajo y muy buen ambiente y además y lo más importante, esta comunidad lo está haciendo todo bastante bien.

-¿A que te refieres? - Inquirió Teo con cara de sorpresa.

-A que todo lo que están haciendo es legal. Hace un año y medio que se presentaron a las elecciones y el actual alcalde es un miembro de este, llamémosle, proyecto. Un chaval joven, muy majo.

-¿Y cómo ha conseguido convertirse en alcalde? Pensaba que había que estar empadronado para poder votar. - Expuso Teo.

-Efectivamente. Y una buena parte de la comunidad que ves alrededor está empadronada. Un filántropo anónimo compró un número importante de casas de este municipio y las donó a los miembros de la comuna a cambio de que las restauraran. Así hemos conseguido ganar las elecciones y ahora la asamblea dirige el cotarro.

-La verdad es que si sirve para devolverle a Aranda de Duero su antiguo esplendor lo veo bien. - Añadió Teo dando un golpe a la barra del puesto.

-Pues la verdad es que si. Poco a poco y con trabajo duro la comuna está consiguiendo restaurar los barrios, empezando por los servicios básicos, gracias a que ese filántropo  está inyectando bastante dinero. Dicen que todo esto es gracias al Nuevo Renacimiento que está cambiando mucho la forma de pensar de la gente, incluida la de aquellos con muchos recursos.

-Pues parece que sí. Me alegro porque en el pasado visité este lugar y daba pena verlo. Tengo ganas de darme una vuelta para ver los cambios.

-Aún están buscando gente para donar más casas. Quizás deberías pensártelo.

-No, no. Tengo otros planes en mente. ¿Y quién dirige la comuna? - Preguntó Teo.

-La comuna toma sus decisiones mediante una Asamblea pero si que hay una especie de líder que ejerce como gurú espiritual y que es muy querido entre la gente de aquí. Suele dirigirse a la comuna los Domingos por la tarde para fomentar su mensaje espiritual en los distintos parques del municipio.

-Y los vecinos de toda la vida ¿Se quejan de todo este embrollo? - Indagó el viejo.

-Que va. Todo esto ha traído vida al pueblo y ha revitalizado los negocios que aún sobrevivían. Hombre, siempre hay algún opositor pero en general todo va bastante bien. ¿Sabes ya lo que vas a comer?

-Sí, lo que me recomiendes. Lo dejo en tus manos. - Dijo Teo dedicándole una sonrisa al dueño de aquel puesto.

-Muy bien. Pues voy preparando.

-¿Como de grande es la comuna? - Preguntó Teo 

-Pues más o menos aquí hay asentados unos cuatro mil miembros y luego hay que contar los que están por fuera del pueblo ganándose la vida y que vuelven el fin de semana. La verdad es que es bastante grande pero están bastante bien organizados. Y lo bueno es que no para de venir gente nueva con la intención de asentarse en este lugar.

Teo siguió hablando con el dueño del puesto de comida rápida sobre aspectos de la comuna hasta que este le sirvió el menú que le había preparado ya que al viejo le gustaba comer en silencio. Cuando acabó de comer pagó con su anillo bancario acercándolo a la vista de aquel humilde trabajador y decidió que era hora de darse una vuelta por el centro del pueblo para ver cómo iban los trabajos de rehabilitación llevados a cabo por aquellos miembros de la comunidad que habían decidido apostar por hacerse con una casa. Para ello el viejo recorrió andando una de las arterias del pueblo hacia el sur y ya pudo ver como por ella había bastante movimiento en lo que se refería a transporte de materiales de construcción. Cuando llegó al casco histórico pudo constatar que había bastante gente trabajando en sus propiedades e incluso en ciertos negocios que también habían sido abandonados por el paso del tiempo y que hacía que poco a poco el lugar contara con unos servicios mínimos que favorecían la retención de la nueva población. Aquello era todo un movimiento que trataba de revitalizar esa población y poco a poco lo estaban consiguiendo, al menos con el área que se encontraba al norte del río Duero y el polígono industrial ubicado al este que proveía de los bienes y servicios necesarios a una cada vez mayor cantidad de clientes. Por otro lado ante el aumento de la mano de obra ciertos emprendedores habían vuelto a potenciar la ya perdida actividad agraria centrada en el cultivo de viñedos y elaboración de vinos que en el pasado habían gozado de una fuerte reputación. A Teo le gustó la idea de que se estaban dando sinergias entre las ganas de comerse el mundo de los jóvenes recién llegados y la sabiduría y know-how que poseían la población más envejecida del lugar, encantada con que la comuna se hubiera asentado en su pueblo tal y como pudo comprobar Teo cuando habló con unos cuantos de ellos durante su caminata.

Cuando aproximadamente eran las cinco de la tarde el viejo decidió entrar a una cafetería con la que se cruzó la cual estaba muy bien decorada y ambientada ya desde la propia entrada. El negocio no era muy grande pero estaba lleno hasta los topes y al no haber disponible ninguna mesa, Teo tuvo que sentarse en un taburete de la barra desde donde lo que parecía ser una pareja bastante joven atendía a la clientela. Mientras esperaba a ser atendido el viejo pensó que en el fondo le gustaría poder permanecer en Aranda de Duero hasta el Domingo para poder asistir al encuentro de la comuna con su líder espiritual y comprobar cual era la filosofía de este con la que había llegado a ostentar su estatus pero, por otro lado, no estaba para perder tiempo dada la encomienda que le había sido otorgada. Mientras trataba de decidir que es lo que haría le llego el turno de ser atendido y pidió al camarero que le sirviera un café largo con leche del tiempo. Cuando le sirvieron lo que había pedido e iba a dar el primer trago a su bebida un hombre vino a sentarse a su lado obligado también porque todas las mesas estaban ocupadas. Aquel sujeto iba ataviado con un sombrero que no tardó en quitarse y por una larga y ligera gabardina que tuvo que recolocar para poder sentarse y en ese acto Teo pudo comprobar como en el cinturón portaba una pistola Amper lo que hizo pensar a Teo que debía de tratarse de un agente de la ley vestido de civil o de un detective privado. Este se dirigió al camarero y le pidió un vaquerito de whisky y cuando se lo sirvieron Teo supo que debía de tratarse de un detective privado pues los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado tenían prohibido beber durante el turno de trabajo.

-¿Se puede saber que miras, viejo? - Dijo el hombre mirando de reojo a Teo.

-Simplemente hacía tiempo que no oía pedir a nadie un vaquerito. Me ha llamado la atención. ¿Un día duro? - Preguntó Teo.

-Un día normal, algo malo para mí. ¿Eres de por aquí? - Dijo el misterioso personaje con un tono más amigable.

-No, tan solo estoy de paso. Quería comprobar en persona la reputación que esta adquiriendo este pueblo con este movimiento hippie. - Expuso Teo mientras miraba las bebidas que habían tras la barra.

-¿Y que piensas? - Preguntó aquel hombre mientras le hacía un gesto al camarero con la intención de pagar.

-De momento llevo poco tiempo pero creo que lo están haciendo bien. Hay que darles una oportunidad a esta gente. - Contestó Teo.

-Son muy inocentes. Vienen a buscarse la vida bajo la protección de una comuna y en el contexto del Nuevo Renacimiento pero olvidan que siguen siendo parte de un rebaño. - Añadió el detective.

-¿A qué te refieres? - Indagó Teo haciendo contacto visual con su interlocutor.

-A que profesan una fe ciega en su líder espiritual y al dinero de un filántropo con desconocidas intenciones. - Mencionó a la vez que pagaba al camarero depositando su mirada sobre una de las retinas del camarero.

-Es una forma de ver todo esto un tanto negativa ¿No? - Preguntó Teo con una leve sonrisa en su cara.

-No. No es negativa. Es la realidad. Está claro que están revitalizando el pueblo pero los veo sin personalidad, dejándose llevar por la masa y las drogas. Viven un sueño alejado de la realidad y el peligro está presente esperando su oportunidad. - Comentó el detective mientras daba giraba su vaso.

-Está claro que no muy lejos de aquí se refugian proscritos con muy malas intenciones y que la comuna persigue una utopía política pero de ahí a que el peligro esté acechando hay un trecho. - Dijo Teo.

-Recuerda esto viejo. Cuando el mal adviene al rebaño y nadie actúa de facto es que el pastor y el lobo tienen un trato. - Dijo el detective dando un último trago largo a su vaso para después levantarse, colocarse el sombrero y marcharse de la cafetería.

Teo se quedó sentado en la barra con lo que le quedaba de café pensando en que es lo que hacía un detective privado en aquel lugar y dándole vueltas a la última frase que mencionó. Por lo que parecía ese hombre investigaba algo en la comuna pero claramente era imposible para él averiguar el qué, lo que despertó una curiosidad potente en el viejo. Mientras terminaba su café Teo pensó que como era Viernes tan solo tendría que esperar dos días para poder acudir al evento dirigido por el misterioso líder espiritual por lo que al final se decantó por asentarse hasta el Domingo en el pueblo, algo que no lo retrasaría mucho en su misión principal y además le serviría para hacer tiempo hasta que la evolución en su mente axial se asentara lo suficiente para poder contactar con Calístenes en Edén, la esfera de existencia de los humanos en el Mundo Intangible. Teo sabía que ese acto telepático requeriría de bastante gasto en maná pero no le preocupaba porque tenía tiempo existencial de sobra en su cámara de existencia para intercambiarlo por aquel recurso gracias a las rentas de este recurso que recibía debido, entre otras cosas, al legado que le dejó a la humanidad durante su vida en la Grecia antigua en la que fue conocido como Sófocles.

Cuando Teo terminó su café, decidió darse una vuelta por Aranda de Duero para echarle un vistazo a los monumentos y lugares de interés que, por desgracia, la mayoría aún estaban sin restaurar y bastante deteriorados. Cuando terminó se retiró a su autocaravana para descansar tras un día bastante ajetreado que comenzó en Burgos y que había cambiado totalmente sus planes de vivir una vejez tranquila y a su manera.


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