CAP. 1.8: TERCERA Y CUARTA ETAPA

Aunque Teo se levantó bastante temprano dejó que Sheila durmiera hasta las once de la mañana, una hora antes de cuando tenían que abandonar la habitación para que a la muchacha le diera tiempo a aprovechar las instalaciones del hostal y a las doce de la mañana abandonaron aquel lugar para iniciar su tercera etapa del camino. Esta comenzó abandonando Santo Domingo de la Calzada por el este cruzando un puente medieval sobre el río Oja y recorriendo la carretera de Burgos hasta que el Camino se desvinculó de esta y comenzó a discurrir paralelamente a la Carretera Nacional de Burgos-Logroño. El Camino estaba representado por pistas agrícolas en su mayoría sin asfaltar y sobre las dos de la tarde alcanzaron Grañón, sin más anécdotas que el cruce de Teo y Sheila con una patrulla de la Guardia Civil formada por dos agentes montados a caballo que volvían al cuartel ubicado en Santo Domingo de la Calzada. Sheila se fijó que estos Guardia Civiles iban menos equipados que la patrulla con la que se cruzaron en el camino a Logroño y le preguntó a Teo por esto que le respondió que estos parecían no pertenecer a una unidad especial. Grañón estaba casi abandonado y solo sostenía a unas pocas familias con negocios que sobrevivían gracias a los peregrinos del Camino de Santiago, entre los cuales se encontraba el restaurante donde Teo y Sheila decidieron parar para comer. Tras hacerse cargo de la cuenta el viejo, ambos se pusieron en marcha lo que sorprendió a Sheila pues su compañero decidió no echarse una siesta aunque sí se pararon a observar la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista donde Teo le volvió a dar una breve lección sobre historia del arte.

Durante el camino hacia su siguiente destino en esa etapa, Redecilla del Camino, Teo vio a dos peregrinas bastante mayores paradas en el camino tratando de arreglar a un androide de tamaño mediano de cuatro patas biónicas que les ayudaba con sus cargas. El viejo paró y les preguntó que cual era el problema a lo que las mujeres mayores le respondieron que su robot había dejado de funcionar de repente y que estaban intentando ver que le pasaba. Teo se ofreció a ayudarles y tras acceder al kit de reparación que casi todo autómata llevaba en su equipamiento, el viejo abrió la parte donde se ubicaban los automatismos y la parte electrónica y tras un par de operaciones de cableado y sustituir algunos contactos que estaban en pésimas condiciones por el desgaste a lo largo de bastantes años, el robot comenzó a responder tal y como debía cuando fue reiniciado. Las señoras no sabían como agradecerle aquella operación técnica e incluso se ofrecieron a pagarle sus servicios pero el viejo no aceptó. Las dos señoras se presentaron como Rosa e Ingrid y los cuatro decidieron recorrer el resto de la etapa juntos seguidos por el androide recién reparado. Las señoras eran majas y curiosas así que tras someter a Teo y Sheila a un aluvión de preguntas personales, estas comenzaron a hablar sobre ellas sin que el viejo y la muchacha tuvieran que insistir mucho.

Rosa e Ingrid eran cuñadas y decidieron recorrer el Camino de Santiago como consecuencia de todo el jaleo que se había montado con el Nuevo Renacimiento y estaban buscando desarrollar su faceta espiritual durante sus vacaciones, un poco atrofiada por las responsabilidades de su día a día. Rosa era Subinspectora de la Seguridad Social en Valencia y le encantaba su trabajo ya que estaban consiguiendo que las arcas públicas cada vez estuvieran más saneadas para garantizar la redistribución de la riqueza y la eliminación de la pobreza garantizando que las personas desempleadas pudieran acceder a una renta universal. Por otro lado, tenía setenta y dos años, era viuda y  madre de cuatro hijos. El mayor vivía en la colonia de Marte y trabajaba como encargado en una empresa de producción de carne sintética; el segundo hijo era Guardia Civil destinado en Albacete; la tercera hija estaba desempleada y preparaba oposiciones para la Agencia Tributaria tras haber ejercido ya como funcionaria como consecuencia del Plan Estatal de Empleo Público que daba el derecho a cualquier ciudadano a trabajar durante cuatro años como funcionario del Estado y el hijo menor estaba en la fase de no saber que hacer con su vida y llevaba un año viajando por el mundo a lo que Sheila le dijo que ella estaba en una situación parecida y que se planteaba hacer lo mismo lo que despertó cierto cariño de Rosa hacia ella. 

Entonces fue el turno de Ingrid, quien estructuró la exposición de su situación personal de una forma parecida a su cuñada. Ingrid comenzó diciendo que tenía sesenta y seis años, era de Bétera, un pueblo al norte de Valencia y donde regentaba una herboristería totalmente automatizada, lo que le daba bastante tiempo para dedicarse al hobby de la escritura de novelas y poemas. Ingrid estaba casada con el hermano de Rosa, que era dueño de unos cuantos bares en Bétera y con el que había tenido cinco hijos. El mayor era profesor de robótica en un Instituto de Valencia; la segunda hija se había alistado a la Alta Academia de Embarque y vivía en Alemania; la tercera hija era sargento del ejército de tierra y estaba destinada en Badajoz aunque estaba preparando el ingreso a la Armada Espacial Internacional; el cuarto hijo sintió una vocación religiosa muy temprana y actualmente era cura de varias parroquias en distintos pueblos alrededor de Ciudad Real y la hija menor, muy a pesar de la familia, había decidido trasvasar su existencia al Metaverso debido a su poco apego por la realidad y su pasión por aquel mundo virtual que a tanta gente atrapaba.

Teo interrumpía de vez en cuando la conversación para explicarle a Sheila ciertos conceptos que esta no entendía y Rosa e Ingrid también ayudaban en ello como cuando le dijeron a Sheila que en lo militar, en la educación y en algún sector más el Gobierno Mundial había dictaminado que los androides no podían sustituir a las personas o cuando ahondaron en el Plan Estatal de Empleo Público indicándole a la muchacha que era una opción que podía escoger si quería conocer cómo era el trabajo de un funcionario del Estado. Teo también les preguntó a Rosa y a Ingrid acerca de las novedades en la Mega Estación Espacial de Urano y estas, que se habían puesto voluntariamente el implante mental civil, le contestaron que el Presidente del Gobierno Mundial ya tenía programado un viaje a medio plazo para intentar calmar la sed de independencia de sus líderes. Y así  fueron avanzando de una forma amena por el Camino Francés ya que Rosa e Ingrid no paraban de hablar acerca de sus vidas involucrando a Teo y a Sheila en la conversación en escasas ocasiones. Los cuatro dejaron atrás algunos pueblos como Redecilla del Camino, Castildelgado, Viloria de Rioja y Villamayor del Río, parando en ellos tan solo para contemplar brevemente ciertos monumentos históricos. Sobre las ocho de la tarde el equipo de los cuatro alcanzó Belorado, el pueblo que ponía final a esa etapa y cuya actividad económica principal era la producción cerealística. Mientras que Rosa e Ingrid optaron por un albergue para pernoctar, Teo volvió a apostar por un hotel, arrastrando a Sheila en su decisión no sin antes quedar los cuatro para cenar en la Plaza Mayor del pueblo que albergaba al Ayuntamiento de Belorado y la Iglesia de San Pedro. 

Tras instalarse en sus respectivos lugares para pernoctar y dejar sus pertenencias a buen recaudo, los cuatro se encontraron en el lugar acordado y eligieron un restaurante en la propia plaza donde se encontraban. La cena fue muy entretenida debido a la calidad del servicio que recibieron y la conversación alegre que mantenían circunscrita sobre todo a la vida de las nuevas compañeras del viejo y la muchacha hasta que, por una especie de gravedad existente en el subconsciente de Ingrid, esta comenzó a hablar sobre su hija menor, lo que cambió la expresión en la cara de esta y el ambiente allí presente. Rosa miró a Sheila y a Teo mientras depositaba una de sus manos en la espalda de su cuñada para reconfortarla y dejó que siguiera hablando como si de una terapia se tratara. Entonces Teo con mucha educación se dirigió a Ingrid.

-Nunca he conocido a nadie que haya tenido una experiencia tan cercana con el Metaverso. Ingrid ¿Te importaría hablarnos de tu experiencia con esta realidad virtual?

-Te hablaré claro, Teo. No es más que una puta secta. Han construido una realidad tan idílica que cuando la gente comienza a introducirse en ella, no quieren otra cosa. Al principio vas pasando unas horas de tu vida en esa realidad virtual y poco a poco te va absorbiendo su magnanimidad utópica hasta que con el paso del tiempo no quieres volver a la vida real. Si le sumas el hecho de que si decides hacer el trasvase total e irreversible de tu mente recibes recompensas, honores, permisos como administrador y otras mierdas que allí te prometen y, por supuesto, obtienes el gran beneficio de que alguna enfermedad o accidente físico acabe con tu vida. Al final el Metaverso se acaba convirtiendo en un dulce que a muchos atrapa. - Comentó Ingrid en un tono entre áspero y rabioso.

-Lo que no entiendo es de donde sacan los inmensos beneficios que obtiene esa empresa. Al final la gente que vive en el Metaverso no produce nada real. - Añadió Teo.

-Pues obtienen ingresos por publicidad debido a la ingente cantidad de usuarios que visitan ese espacio sin trasvasar su mente. También venden el suelo virtual para que las multinacionales y organizaciones tengan su representación allí así como programas y aplicaciones para desarrollar proyectos en su seno bajo la seguridad que proporciona que estos se desarrollen en su entorno. Y las personas que deciden trasvasar totalmente su existencia al Metaverso están obligadas a donar sus cuerpos físicos, todas sus propiedades y recursos materiales a la compañía que lo desarrolla y sostiene. Luego la gente paga sus impuestos en esa realidad virtual y que se convierten también en beneficios para la compañía a través de varias vías como el desarrollo de su propia criptomoneda. - Aclaró Ingrid mientras iba recorriendo con su mirada a los miembros del grupo.

-¿Y qué hacen con los cuerpos? - Preguntó Sheila.

-Pues tienen múltiples usos como investigación, trasplantes o reservas de sangre, entre otros, lo que proporciona otra fuente de ingresos para la empresa. - Añadió Rosa mirando a Ingrid compasivamente.

-Suena un poco raro. ¿Y cómo se logró trasvasar la actividad mental al Metaverso sin ningún soporte físico que la sostenga? - Inquirió Sheila de nuevo.

-Esa es la pregunta del millón, Sheila. Es top secret aunque yo me atrevería a decir que tiene que ver con el descubrimiento de algo relacionado con la conciencia humana. Lo único que se dice es que el siguiente paso será trasvasar la mente humana a androides físicos, algo que revolucionará aún más el panorama. - Expuso Teo antes de que Rosa e Ingrid tuvieran la oportunidad de responder.

-La verdad es que no sé a dónde vamos a llegar con el avance de la tecnología pese a que me parece algo inviable eso que dices ya que si el androide sufre daños la mente trasvasada correría peligro. Creo que el Metaverso ya es algo éticamente reprobable pero al menos asegura un tiempo de vida largo para los que deciden trasvasar hasta allí sus mentes. - Dijo Rosa.

-Tú dale tiempo a las mentes pensantes. Lo que es verdad es que cada vez menos gente opta por ese estilo de vida comprometido al contrario del gran éxodo a ese mundo virtual que se dio durante la gran crisis económica. - Añadió Teo mirando primero a Rosa y después a Ingrid.

-Eso es verdad. Pero yo he perdido físicamente a mi querida hija y eso es algo que me desgarrará por dentro siempre. - Comentó Ingrid mirando al suelo con gran resignación y tristeza.

Entonces Rosa se acercó a Ingrid, le dijo algo breve al oído y esta asintió mientras se notaba que se tranquilizaba un poco a la vez que se secaba las lágrimas que habían comenzado a brotar de sus ojos. Cuando acabó, Rosa cogió su cerveza y sugirió un brindis por la vida, tanto real como virtual. Todos la siguieron y tras unos segundos en silencio comenzaron a charlar sobre la siguiente etapa del camino, lo que les llevó el resto de la cena. Cuando acabaron Rosa se hizo cargo de la cuenta depositando su mirada sobre el escáner de pago del androide que les atendió y seguidamente los cuatro se levantaron de la mesa y decidieron dar una vuelta por el pueblo para bajar la cena antes de dirigirse a los lugares que habían elegido para pasar la noche. Ingrid iba agarrada de la mano de su cuñada en todo momento pese a que era visible que ya le había dado tiempo a recomponerse del amargo trago que la sacudía cada cierto tiempo según les explicó Rosa cuando Ingrid se separó del grupo para atender la llamada de alguien de su familia.

Sobre las once de la noche y tras visitar la Iglesia de San Nicolás que se encontraba al norte de donde habían cenado, el grupo volvió a la plaza mayor donde decidieron quedar a las nueve de la mañana del día siguiente. Teo y Sheila se encaminaron hacia el hotel hablando sobre sus nuevas compañeras y el episodio triste que habían vivido con el relato acerca de la hija menor de Ingrid. Teo le explicó a Sheila que los hijos son las anclas que atan a la vida a las madres y perder una de esas anclas es una de las cosas más dolorosas que le puede ocurrir a un ser humano y añadió que como no había sufrido tal dolor en su vida se abstuvo de darle ningún consejo pese a haber tenido alguno en mente. Ambos accedieron al hotel y se dispusieron a descansar hasta el día siguiente aunque a Sheila le costó un poco ya que no paraba de darle vueltas a la idea de cuántas familias habrían pasado por lo mismo que Ingrid.

A la hora acordada los cuatro se reunieron para seguir recorriendo el Camino de Santiago. Allí Ingrid se disculpó por el momento de bajón que tuvo la noche anterior a lo que Teo y Sheila le dijeron que no se preocupara por nada. El cuarteto abandonó Belorado cruzando una pasarela sobre el río Tirón paralela a un puente que albergaba la Carretera Nacional y que dio lugar a un camino parecido al que los cuatro recorrieron el día anterior. Rosa e Ingrid preguntaron a Sheila y Teo si conocían Valencia y estos respondieron que no lo que dio paso a una conversación larga en la que aquellas expusieron los puntos fuertes de su ciudad, sitios para visitar en ella, algo de su historia y gastronomía, entre otras características que los tuvieron entretenidos sobre todo al viejo, que le encantaba conocer y retener ese tipo de información por si algún día le era útil. Todo fue correctamente hasta que Teo les dijo que el área metropolitana de Alicante se había convertido en la tercera ciudad más grande de España, desbancando a Valencia de esa posición lo que hizo cambiar la cara de Rosa e Ingrid debido a la gran rivalidad histórica que mantenían esas dos ciudades ya que en el pasado habían sido localidades de la misma y desaparecida Comunidad Valenciana. Rosa e Ingrid atacaron a Alicante diciendo que era un corral de vacas en la España desertificada que no había respetado a su patrimonio histórico y donde la corrupción era bastante patente según las noticias nacionales. Durante media hora no pararon de despotricar con respecto a esta ciudad mientras Sheila pensaba que le hubiera gustado que David, el colega que conocieron hace dos días, hubiera estado para defender su tierra ya que según sus nuevas compañeras todo en Alicante era malo, lo que les restaba credibilidad. 

En ese plan dejaron atrás el pueblo de Tosantos donde la conversación viró radicalmente hacia la política y las dos nuevas leyes elaboradas por el Gobierno Mundial y que estaban siendo sometidas a un referéndum global como pasaba con cualquier ley desde la universalización del implante mental civil y  la identidad digital que facilitaba la participación de los ciudadanos mayores de veintiún años en la actividad legislativa de cualquiera de los cuatro niveles públicos a los que estaban sometidos. La primera ley limitaba la actividad política y cargos relacionados con ella de cualquier ciudadano a un período de doce años tras los cuales ya no podía ostentar ningún cargo de representación pública ni siquiera de asesoría política. Teo, Ingrid y Rosa estuvieron de acuerdo en el objetivo del texto legislativo ya que favorecía la rotación de personas en la política y evitaba que ciertos individuos se apalancarán en esta actividad así como por otros motivos que fueron exponiendo. Sheila tan solo se limitaba a escuchar debido a que era novata con respecto a estos temas y porque tampoco le interesaba mucho aunque se dio cuenta de que Teo siempre intentaba ponerse en la situación de a favor y en contra de la medida para generar un debate más profundo y largo. La segunda ley que intentaba aprobar el Gobierno Mundial estaba relacionada con la homologación de todos los planes de estudio a nivel mundial bajo una serie de líneas generales y a la vez permitir a este decidir libremente insertar el veinticinco por ciento de las asignaturas en cualquier nivel educativo ya fuera público o privado con el objetivo de crear una conciencia global y formar a los estudiantes en temas de bastante relevancia para construir una ciudadanía cohesionada y fomentar la educación en temas de importancia para el mundo. En esta iniciativa Rosa e Ingrid recelaban bastante en la segunda parte debido a que los Estados perderían autonomía y el mundo cierta diversidad por lo que se iban a abstener en la votación. Teo, que estaba a favor de la medida, les intentó convencer diciéndoles, entre otras ideas, que la educación requería de patrones comunes para favorecer la igualdad de oportunidades y que el Gobierno Mundial era capaz de detectar necesidades educativas que otros niveles administrativos inferiores no podían debido a los sesgos producidos por su propia idiosincrasia. Tras una puesta en escena brillante y una oratoria que sorprendió a Sheila de las ideas del viejo este consiguió hacerlas cambiar de opinión para que votaran a favor dentro del plazo establecido. Rosa e Ingrid le dijeron a Teo que debería haber sido político y este respondió que les dejaba a otros esa función ya que el coste de oportunidad de no hacer las cosas bien hubiera sido una carga demasiado pesada para su conciencia. 

Entre unas cosas y otras el cuarteto alcanzó Villafranca Montes de Oca sobre las doce de la mañana., un pueblo representado por una tira de casas de aproximadamente un kilómetro y cruzado de norte a sur por el río Oca. Allí el equipo de cuatro decidió seguir hasta San Juan de Ortega del tirón, el pueblo que representaba el final de esa etapa . El camino cambió de paisaje introduciéndose por zona boscosa, lo que alegró al viejo que echaba de menos ese tipo de entorno. Rosa e Ingrid iban unos cuantos metros por delante hablando sobre sus cosas y Teo y su joven compañera detrás y entre los cuatro el androide de carga seguía el ritmo de su dueña.

-Has estado más callada de lo normal esta mañana Sheila ¿Todo bien? - Preguntó Teo.

-Sí, sí. Simplemente que hablabais de cosas que se me escapan y por otro lado iba pensando en mis cosas. - Contestó la muchacha pasando de estar seria a exponer una leve sonrisa.

-¿Se puede saber que son esas cosas? - Volvió a preguntar Teo.

-Pues me estaba acordando de viejos amigos y que voy a hacer después de Burgos. - Dijo Sheila en un estado pensativo y sin hacer contacto visual con el viejo.

-La idea es terminar el Camino de Santiago ¿No?. Y más ahora que has conocido a dos buenas compañeras de viaje. No olvides compartir tu identidad digital con ellas para estar en contacto. - Añadió Teo.

-Ya lo hicimos ayer en la cena cuando fuiste al baño. Pero me da pena separarme de ti, capitán de los bosques. - Dijo Sheila posando su mirada sobre el pecho del viejo.

-Es ley de vida Sheila. Además podrás encontrarme en Duruelo de la Sierra cuando quieras. Suelo pasar por allí con cierta frecuencia así que como mucho te tocará esperar a que llegue. Ahora ya sabes mi escondite secreto. - Expuso Teo tocando con su mano el hombro de su compañera de viaje.

-Después de Burgos todo cambiará, para ti y para mi. Ya lo verás y eso me asusta y me intriga un poco - Pronunció Sheila en un tono mas bajo de lo normal.

-A las malas, acostada en medio de la desdicha tu alma verá mucho compi. Pero creo que todo te irá bien. El Camino de Santiago tan solo es el principio de las muchas aventuras que vas a vivir. Cuando nos conocimos y me dijiste que querías aclarar ideas me di cuenta de que no eres la típica persona que se contente con una vida ordinaria. No te lo quería decir hasta que tuviera mas confianza contigo. - Dijo Teo mientras mantenía su mano en el hombro de Sheila.

-¿Una vida ordinaria? - Preguntó la muchacha sorprendida por las palabras del viejo.

-Ya sabes. Asentarte en un lugar para siempre con el objetivo de trabajar, tener una familia y ver los días pasar. Creo que debes alimentar la llama de lo salvaje que llevas en ti para cerrar una etapa que si no lo haces te pesará toda la vida. Yo lo he hecho de viejo pero tu obligación es hacerlo ahora, siendo joven. - Aclaró Teo retirando su mano del hombro de Sheila.

-Todo se verá, Teo. Todo. - Dijo Sheila mientras desvió su mirada al cielo mientras se rascaba la cabeza.

Entonces Teo gritó a Rosa e Ingrid que cuando iban a programar un viaje juntos a Alicante. Ambas se dieron la vuelta y le hicieron un corte de manga al viejo lo que provocó las carcajadas de Sheila y el viejo y una sonrisa en sus nuevas compañeras de viaje.

A las tres y media de la tarde el grupo alcanzó San Juan de Ortega y lo primero que hicieron fue buscar un bar en el pueblo para comer, lo que les llevó una hora. Esta vez Teo invitó a sus tres compañeras para a continuación decirles que tenían toda la tarde por delante para hacer lo que quisieran pero que había que buscar alojamiento y también él quería acercarse a ver el Monasterio de San Juan de Ortega. Después de que Ingrid y Rosa se instalaran en un albergue y Teo y Sheila en el único hotel rural del pueblo, el grupo decidió ir a visitar en un taxi el sitio arqueológico de Atapuerca sin reserva ninguna y, como consecuencia de ello, sin muchas esperanzas de poder acceder a él. 

Cuando accedieron a hablar con el responsable y administrador de las visitas al parque no tardaron en ser rechazados debido a que se necesitaba de una reserva con antelación para poder visitarlo pese a la insistencia de Rosa e Ingrid e incluso un ridículo intento de soborno a la vieja usanza que no hizo más que empeorar las cosas. El grupo no tuvo más remedio que abandonar con gran resignación la idea de poder acceder a aquel lugar de gran interés. Pero cuando estaban a punto de llamar a un taxi para volver al pueblo Sheila tomo la iniciativa de volver a intentar negociar sola con el administrador mientras Teo, Ingrid y Rosa la esperaban fuera atónitos por la jugada que había emprendido la muchacha. Para sorpresa de estos y tras una conversación de unos cinco minutos de Sheila con el administrador de las visitas al parque, este aceptó que el cuarteto accediera a aquel yacimiento arqueológico y paleontológico que tenía los restos de los seres humanos más antiguos de la península ibérica, entre otras cosas de gran interés. La visita duró casi tres horas bajo la tutela de un guía para solo ellos cuatro, otro logro que Sheila consiguió hablando con el responsable de las visitas, aunque el tiempo pasó volando debido a la gran impresión que se llevaron y la gran cantidad de información que obtuvieron acerca de aquella remota etapa de la historia de la humanidad. 

Sobre las diez de la noche los cuatro regresaron a San Juan de Ortega utilizando otro taxi que provocó en Teo recuerdos de su vida anterior en medio de la civilización y donde Rosa e Ingrid no paraban de intentar descubrir qué método había empleado la muchacha para lograr convencer al guardián de las visitas para que les aceptara e incluso les proporcionara un guía pero no consiguieron nada ya que Sheila tan solo les dedicó sonrojos y sonrisas. Teo añadió que los ojos verdes de la muchacha y su cara de ángel eran capaces de mover montañas y que él daba fe de ello por anteriores experiencias que había vivido con ella. Ya en el pueblo y tras pagar Rosa el viaje de vuelta al igual que había hecho con el de ida, el grupo se separó ya que Teo y Sheila decidieron retirarse al hotel sin cenar. Al día siguiente les esperaba una etapa más dura que les llevaría hasta Burgos así que los cuatro decidieron quedar a las ocho de la mañana para emprenderla.


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