CAP. 2.2: EDÉN, UN NUEVO COMIENZO

-¡Mierda! Los muy cabrones nos han tendido una trampa. Corred, corred todo lo que podáis. -Gritó Aitana mientras miraba al fondo de la sala que había comenzado a iluminarse con un color rojo oscuro desplazando a la más absoluta oscuridad.

- Es ahora o nunca Aitana. Si huimos ahora seguramente lo perderemos de vista. - Pronunció una voz a la vez que el sujeto de la que procedía se deshacía de otro adversario con un golpe certero de su arma.

-Si no huimos lo que perderemos será nuestra vida. Si no me equivoco este enemigo nos supera a todos. Ahora ya sabemos a que nos enfrentamos.

-¿A qué te refieres? - Repitió aquella voz a la que Aitana no lograba ponerle cara mientras el fondo de la sala se iba iluminando más y más como si algo se acercara a sus posiciones.

-No hables, corre. Corred todos. - Volvió a gritar Aitana dando unos pasos para atrás contrarrestando el ataque de otro adversario.

Entonces el grupo comenzó a retirarse de la estancia a diferentes ritmos ya que algunos de ellos estaban trabados en combate. Aitana empujó a su contrincante al suelo y se dio la vuelta para correr. Delante de ella dos individuos habían empezado a huir siguiendo sus órdenes y detrás de ella, según su percepción, otros retrocedían conforme sus rivales se lo permitían. 

-¡Vamos, vamos, deprisa! - Exclamó Aitana mirando hacía detrás y comprobando que todo el grupo ya había comenzado su huida. - ¡Vamos, acelera Teo! - Le dijo al miembro más rezagado del equipo que portaba una larga barba blanca mientras ella frenaba para acortar la distancia que le separaba de él.

Las saetas silbaban por el espacio intentando alcanzarlos y la luz roja oscura se hacía más patente en aquel escenario. Aitana miró hacia atrás y vio como comenzaba a asomar lo que la producía, algo aterrador sobre lo que había escuchado leyendas. La simple observación de aquello la paralizó, dejándola clavada en el sitio mientras aquel ser se le acercaba.

-¡No, no!¡Corred, olvidaros de mí! - Gritó a Aitana a sus restantes aliados mientras no se podía quitar de la cabeza aquella terrible silueta que emanaba una luz rojo sangre y que por alguna razón comenzaba a desvanecerse.

-Aitana, Aitana. - Dijo una voz que parecía proceder de otro sitio distinto al que se encontraba.

-No, no. Déjame en paz. - Gritó Aitana mientras se revolvía.

-Aitana, despierta. Ya estás aquí. - Añadió esa voz dulce que contrastaba con el terror que estaba viviendo.

A Aitana le temblaban las piernas pese a que no podía moverlas. Aquello significaba su fin en el plano existencial. Su único pensamiento era que había llegado su hora.

-Aitana, vamos. Despierta. Tan solo estás sufriendo una pesadilla. Despierta. - Pronunció aquella extraña voz que parecía estar más cerca.

Y justo cuando aquel terrible y poderoso oponente estaba ya a pocos metros de ella listo para atacarla se esfumó como se desvanece una nube por un viento agitado. Aitana abrió los ojos y vio lo que parecía ser un rostro reclinado sobre ella ya que la luz le cegaba parcialmente. Estaba tumbada sobre una cama y una mano de tacto suave le acariciaba la frente. Poco a poco fue viendo más y el rostro que la miraba tenía dibujada una sonrisa. Aitana notaba como estaba acelerada y poco a poco fue recomponiéndose hasta estar bien aunque no reconocía el lugar en el que se encontraba. 

-Tranquila. Tan solo era una pesadilla. Es normal cuando uno se despierta del largo sueño. - Expuso aquella misteriosa figura.

-¿Dónde estoy? - Preguntó Aitana.

-Has alcanzado Edén, Aitana. Enhorabuena.

-¿Edén? 

-Sí, Edén. Aunque vosotros lo conocéis como el cielo, el más allá o el otro barrio. Pero ya habrá tiempo para preguntas. Ahora descansa un poco y familiarízate con todo esto. Cuando creas que estas preparada incorpórate de la cama y anda un poco, eso te vendrá bien. Cuando estés preparada, sal por aquella puerta. Yo te estaré esperando para ayudarte en lo que pueda. Pero ahora descansa y relájate, estás en un lugar seguro al que muchos les gustaría alcanzar. - Comentó aquella voz con un tono suave y acogedor.

Entonces el hombre que le había hablado abandonó la estancia dejándola absolutamente sola. Había algo raro en él, como si su cuerpo emitiera una tenue luz que contrastaba con la luz natural de aquel espacio, una luz diferente a la que recordaba. 

Cuando Aitana se cansó de estar en aquella cama y recuperó la compostura se puso de pie y se sorprendió de lo vigorosas que eran sus piernas y tras una breve observación comprobó que ya no estaba atrapada en un cuerpo de anciana sino que más bien había rejuvenecido bastante. En un espejo pudo comprobar que tenía el mismo aspecto físico que mostraba a sus treinta años de edad, lo que la invadió de bienestar cuando dejó de asombrarse acerca de tal novedad. También se dio cuenta que su cuerpo también emitía una luz muy leve que sobresalía a través de la bata que llevaba puesta. Además se notaba con una sensación de ligereza corporal que nunca había sentido antes. Lo único que recordaba era haberse acostado a dormir tras disfrutar de un día con amigos y familiares. Tras más o menos media hora dedicada a asimilar su nueva apariencia y a procesar las palabras del individuo que la despertó, entre otras cosas como disfrutar de su largo pelo moreno que tanto había echado de menos en el último tramo de su anterior vida, comenzó a explorar la habitación donde se encontraba, totalmente vacía excepto por la cama de la que se levantó y un espejo de dimensiones considerables que estaba apoyado sobre un bello caballete. El suelo estaba formado por una capa blanca continua sin ningún tipo de juntas y las paredes también eran blancas habiendo una ventana en una de ellas por la que entraba una luz intensa. Aitana se asomó y pudo ver un campus formado por grandes avenidas peatonales, bellos jardines que ofrecían gran diversidad de plantas, arbustos y árboles de los que nacían flores de diferentes colores y formatos que jamás había visto antes. También había edificios bastante separados entre sí y algunos de ellos tenían un estilo arquitectónico que no supo reconocer y que parecían que desafiaban las leyes de la gravedad por sus exóticas estructuras. La luz que iluminaba toda aquella escena era más tenue de lo normal pese a que no estaba nublado y en el cielo se veía un punto de luz más grande que una estrella en una noche despejada pero mucho más pequeña que el Sol. Por las avenidas peatonales deambulaban personas de aquí para allá vestidas con ropajes extravagantes dignos de una película de fantasía. 

Aitana anduvo por la habitación y cada vez se fue sintiendo mejor y mejor hasta alcanzar un estado mental tan agradable que pensó que estaba bajo los efectos de alguna droga que jamás había experimentado. Al rato se sentó en la cama y se pellizcó uno de sus brazos para confirmar que todo aquello no era un sueño pero pudo sentir aquel estímulo. A continuación empezó recordar las palabras que oyó antes de quedarse dormida que le confirmaron que su deseo de fallecer se cumpliría y fue interiorizando la idea más lógica que casaba con todo aquello y es que de verdad se encontraba en el cielo o lo que fuera el lugar donde se encontraba. De nuevo sintió una sensación embriagadora pues si esto era así quería decir que existía la vida después de la muerte, una creencia que había defendido toda su vida pero que siempre arrojaba una sombra en forma de duda. Pronto se vio abrumada por decenas de preguntas que no podía responder así que como ya se encontraba lista decidió abandonar aquella habitación para descubrir qué es lo que le estaba pasando y qué significaba todo lo que estaban recogiendo sus sentidos.

Cuando Aitana cruzó la puerta se incorporó a un hall enorme que era cuadrado y que acogía muchísimas puertas como la que acababa de traspasar, en cuyo lado exterior se encontraba un letrero con su nombre escrito a mano con mucho estilo. El techo era altísimo y estaba pintado con un fresco que representaba un círculo sin cerrar en el que se encontraban distintas etapas por las que una figura de anatomía humana iba pasando. Puedo reconocer la primera etapa porque vio claramente lo que parecía ser el planeta Tierra pero el resto de etapas no pudo entenderlas. La última de las etapas estaba representada por un una esfera de color grisáceo que colgaba del techo y que albergaba un plano que recogía una distribución específica. En el centro de aquella inmensa estancia se encontraba una columna que conectaba con el centro del fresco en lo alto a través de un capitel con muchos decoros y jaeces y cuyo cuerpo vertical estaba grabado con una escritura en relieve que supo reconocer pero que era distinta a cualquier cosa que hubiera visto antes. El suelo era igual que el de la habitación que había abandonado y en lo alto de las paredes de aquel lugar se abrían ventanas circulares por las que entraba aquella luz natural de extraña composición. Aitana pudo ver en las cuatro paredes que representaban el perímetro de aquella inmensa sala estandartes colgados a bastante altura con el mismo escudo heráldico bien definido en sus centros y en los que pudo leer la palabra "Edén" en la parte de arriba y un lema en la parte de abajo que decía "Evolución racial al servicio total".

En casi todas las puertas iguales a la suya había personas vestidas igual que ella. Algunas estaban solas explorando el lugar al igual que Aitana hacía y otras hablaban con individuos que portaban vestimentas muy diferentes. Cuando Aitana se propuso alcanzar la basta columna del centro alguien comenzó a hablarle lo que hizo que se llevará un pequeño susto. Cuando se giró para hacer contacto visual vio que era la misma persona que le había hablado cuando estaba en la cama y pudo distinguir que se trataba de una persona con rasgos orientales, un poco más alta que ella, con el pelo muy corto, delgada y que vestía una indumentaria ceñida en el torso y ancha en las extremidades donde predominaban los colores azul y añil. 

-¿Qué tal Aitana?¿Ya te encuentras mejor, novata? - Preguntó aquel misterioso personaje.

-Me encuentro más que mejor. Nunca me había sentido así antes, es como si estuviera lista para realizar cualquier desafío por grande que sea. - Contestó Aitana.

-Tranquila poco a poco te acostumbrarás. No es ni más ni menos que lo que en la Tierra se conoce como el estado mental del Nirvana. 

-Como estudiante budista se de lo que hablas. Pero ¿Por qué?

-Porque se ha producido un cambio importante en ti y porque acabas de descubrir que hay algo más después de la temible muerte. 

-¿Qué cambio? - Preguntó Aitana.

-Poco a poco Aitana, si todo va bien, tendrás mucho tiempo por delante para ir descubriendo cómo funcionan las cosas en este plano y, en concreto, en esta esfera de existencia a la cual llamamos Edén.

-¿Esfera de existencia?

-En este plano hay muchas esferas de existencia que suelen estar ligadas a ciertos fenómenos, entre ellos, las singularidades del Universo. En nuestro caso esa singularidad es la raza humana. Edén acoge a los seres humanos que han demostrado ser dignos de ascender hasta aquí, un plano superior diferente a lo que conociste en tus diferentes vidas en la Tierra.

-¿Y que he hecho yo para llegar hasta aquí?

-En resumidas cuentas, tu Alma ha forjado tu espíritu en base a las mejores virtudes que construiste a lo largo de tus diferentes vidas. Ese espíritu ha sido sometido a evaluación y la ha superado demostrando que es digno de enraizarse en Edén.

-¿Y qué es un espíritu?

-Es un constructo realizado por tu Alma en las sucesivas vidas a base de recopilar la mejor versión de cada virtud que has ido ofreciendo a lo largo de tu ciclo de reencarnaciones. Cada espíritu es distinto debido a que las virtudes son muchas y la intensidad en que se dan es relativa. Tras la aprobación que te he comentado antes tu alma se fusionó con tu espíritu dando lugar a un nuevo ser que eres tú y ahora posees todas las virtudes cultivadas a lo largo de esas vidas además  del conocimiento que tenía tu Alma. ¿Te has dado cuenta que estás hablando un idioma nuevo para ti?

-¡Joder! Es verdad. ¡Vaya! Otra vez. Sí, sí.

-Tranquila. Este idioma es el álmico y lo hablas gracias a que tu Alma te lo ha transmitido antes de desaparecer tras la fusión con tu espíritu. Al igual que te transmitió, entre otras cosas, toda la información de las diferentes vidas que has vivido y que puede ser que consigas recordar poco a poco.

-Entonces ¿He perdido mi alma y mi espíritu?

-Al revés, los has interiorizado bajo tu yo consciente.

-¿Otro concepto?

-El yo consciente en la Tierra surge como combinación de la conciencia que cambia en cada vida y el Alma que siempre es la misma.. Aquí el yo consciente es la combinación ya de Aitana, que integra al alma y al espíritu, y su conciencia que, por cierto, también ha evolucionado como consecuencia de la transmisión de conocimiento por parte de tu Alma.

-¡Buff! Que complejo todo. Entonces ¿Tengo una nueva conciencia?

-No, es la misma por eso te acuerdas de tu última vida. En cada vida el ser humano disfruta de una conciencia nueva o virgen que, en combinación con el Alma, hace que sea la misma persona quien vive esas vidas. Cuando mueres y asciendes hasta Edén, tu conciencia te persigue y evoluciona. A esa conciencia evolucionada la llamamos Metaconciencia y, como verás y experimentarás, tiene sus ventajas también.

- A ver si lo he entendido. En la Tierra todo el mundo tiene Alma. Esta construye el espíritu en base a las virtudes. La combinación de Alma y conciencia forma el yo consciente. Ahora el Alma y el Espíritu se han juntado transmitiéndome conocimiento y virtudes que ni siquiera sé que tengo. Y la conciencia me ha perseguido y ha evolucionado. Por lo tanto ahora soy una mejor versión de Aitana con metaconciencia. - Manifestó Aitana haciendo gala de su buena comprensión.

-Muy bien. Hay personas que tardan en cogerlo mucho más tiempo. - Expuso el hombre esbozando una sonrisa.

-¿Y mi nuevo cuerpo físico? - Preguntó ella.

-Aquí lo llamamos Avatar y es la representación de tu cuerpo físico en su estado más vigoroso en la Tierra. Es decir, el cuerpo físico que se da entre los veintiocho y treinta y tres años del yo consciente. Por cierto, el Avatar no está hecho de carne y hueso sino de una densidad específica de éter que varía para cada yo consciente. No envejece, es mucho menos pesado y no necesita ningún tipo de sustento alimentario. Otra ventaja que ofrece Edén.

-¿No tengo que comer ni beber?

-Correcto. Y otra cosa más ¿Estás respirando?

Aitana se paró a atender a su respiración y se sobresaltó cuando se dio cuenta de que no lo estaba haciendo. Antes de que pudiera hablar su nuevo compañero se anticipó diciéndole:

-Tu Avatar es totalmente distinto al cuerpo del que disfrutabas en la Tierra pero ya lo conocerás a su debido tiempo. Solo me falta decirte que tu género es neutral pese a tu apariencia de mujer. Ahí abajo ya no tienes nada.

-¡Coño! Bueno, no. ¡No coño! - Dijo Aitana después de tocar sus partes íntimas con cierto disimulo y que hizo que su interlocutor soltara una carcajada.

-Pues hemos acabado muy pronto. Esto es todo lo que debes saber por hoy Aitana. Con otros tardo más tiempo pero tu eres una lince. Solo falta una cosa.

-¿Que cosa? - Preguntó Aitana algo nerviosa ya que tenía la cabeza bastante sobre cargada con toda la información anterior.

-Quien soy yo. - Dijo el nuevo contacto de Aitana.

-Ya ves, perdona pero es que todo esto es acojonante. Se me ha olvidado por completo preguntarte.

-Tranquila. Es normal y os pasa a todos. A mi también en su día. Mi nombre es Dalai y a partir de ahora y durante bastante tiempo seré tu tutor en Edén. He de decirte que conozco a grandes rasgos lo que hiciste en tu última vida en la Tierra debido a que es bueno para agilizar tu aprendizaje. Ya te diré cómo he obtenido esa información pero que sepas que lo he hecho siguiendo los cauces oficiales para ello y que es algo que los tutores solemos hacer.

-No tengo ningún problema con ello. - Dijo Aitana muy convencida.

-Bien, pues por hoy ya es suficiente. Vas a estar en estas instalaciones durante un tiempo y esa será tu habitación para que descanses y tengas intimidad. Antes de irme te debo decir que en este plano no existe el día y la noche. Siempre estamos sometidos a este tipo de luz pero puedes evadirte de ella corriendo la cortina de la ventana. Procura dormir cuando tengas sueño, una necesidad que se sigue dando aquí, incluida la función de soñar como ya has experimentado. Y trata de socializar con el resto de recién ascendidos a Edén ¿Por cierto quién es Teo? Repetiste ese nombre varias veces mientras soñabas. - Añadió Dalai

-Pues ni idea la verdad. - Respondió Aitana.

-Vale. Pues nos vemos en aproximadamente seis eones. - Proclamó el nuevo tutor de Aitana.

-¿Eones? - Preguntó Aitana.

-Vaya. Se me olvidaba, un eón es aproximadamente el equivalente a dos horas en la Tierra. Hasta entonces recuerda descansar y socializar. Te vendrá bien. - Planteó Dalai

-¿Te vas tan pronto? - Inquirió Aitana sorprendida.

-No me voy pronto. La verdad es que tú aprendes muy deprisa. Además ya te cansarás de mí presencia.

-Muy bien. Adiós Dalai.

-Por cierto, me encanta que fundaras una escuela de budismo en tu ciudad. Es un honor ejercer la tutela sobre alguien que conoce bien esa filosofía y que se preocupara de practicar y divulgar sus herramientas. No podía irme sin decírtelo. Adiós Aitana. - Añadió Dalai

Dalai se alejó después de hacer una reverencia a Aitana juntando las palmas de las manos a la altura del corazón. Aitana lo siguió con la mirada hasta que vio que cruzaba una puerta doble bastante grande en comparación con las puertas que daban acceso a las habitaciones de los demás recién acogidos por Edén. Con el paso del tiempo otros tutores se fueron despidiendo de sus tutelados hasta que solo quedaron en aquella gran estancia aquellos que portaban la misma vestimenta que llevaba Aitana. Esta calculó que con ella eran diecisiete los afortunados de acceder a ese nuevo plano. Poco a poco se fue formando un corro en una esquina del hall que integraba a siete individuos y también se daban parejas y tríos que andaban por la inmensa estancia con el objeto de entablar un primer contacto entre ellos. Aitana decidió acercarse a la gran columna del centro para leer la escritura en relieve que poseía en la que pudo leer una especie de Constitución sobre la que se asentaban los cimientos del Estado de Edén y que le dio una idea vaga de cuáles eran las estructuras de poder establecidas. Aitana pudo deducir que a los ascendidos a Edén desde la Tierra  se les conocía como Agentes Inducidos y luego habían Agentes Primigenios, un concepto que no logró entender muy bien.

Cuando Aitana terminó de leer las escrituras de la columna volvió a mirar al fresco del techo y ya pudo hacerse una mejor idea de lo que expresaba gracias a la conversación que había tenido con Dalai. A continuación y viendo que se sentía cansada decidió retirarse a su habitación para descansar pensando que ya habría más momentos para socializar y demostrando que su amor por la soledad había sobrevivido a la muerte. Ya en la habitación, aquel estado mental tan agradable que la mantenía extasiada se unió a la ilusión de tener la oportunidad de poder disfrutar de un nuevo comienzo en ese nuevo plano existencial. Aitana se tumbó en la cama convencida de que aquel estado anímico le impediría dormir pero se equivocó ya que no tardó ni diez minutos en conciliar un sueño profundo.


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