CAP. 4.8: LA PACIENCIA DE LOS BUENOS

Tras la larga calada Jon aguantó el humo en sus pulmones unos segundos para luego expulsarlo e inundar la habitación central de la tienda de campaña con él y Teo supo que si se quedaba mucho no tardaría en colocarse pues la ventilación de donde se encontraban era escasa. Pero tenía que tener mucho cuidado con el tema de conversación que iba a abordar ya que podría causar la confusión y mala interpretación de Jon, su contacto más cercano en la comuna.

-Muy bien. Voy a disparar pero no te asustes. Ando buscando un tipo de sustancia muy específica. - Comentó Teo con un semblante muy serio.

-No te basta con las que puedes comprar en la farmacia del pueblo. Te recuerdo que hace ya bastantes años que se legalizaron la mayoría de drogas a nivel global como pasó con la cocaína y lo que ves que estoy fumando - Dijo Jon mientras le pasaba el bong a Anto.

-No. Lo que busco es ilegal, por eso recurro a ti. - Añadió Teo.

-¿Y qué buscas? - Preguntó Jon mientras veía a su compañero fumar.

-Sustancias de sumisión química. Me da igual cual ¿Qué se puede encontrar por aquí? - Preguntó el viejo inclinando su cuerpo hacia delante.

-¡Ostias con el viejo! Y parecía muy formal. Lo primero que me viene a la mente es para qué quieres someter a alguien con ellas pero voy a pasar, no quiero líos. - Comentó Jon

-No te preocupes. La necesito porque tienen el mejor efecto analgésico que he probado y junto a otros medicamentos es lo que me viene mejor para mis dolores musculares. Ya tengo una edad, Jon.

-¿Entonces produces tus propios medicamentos para autoconsumo? - Indagó Jon con cierto asombro.

-Solo en este caso. Alguien en el pasado me dio la fórmula y no hay nada que me ayude tanto como esto. - Contestó Teo observando que Anto ya iba colocado hasta la médula.

-Es la primera vez que escucho algo así. Pues tienes suerte de que este Anto aquí. El se mueve más por entornos clandestinos y además le gusta conocer de ese mundillo ¿Verdad Anto? - Inquirió Jon mientras le reclamaba el bong a su amigo.

-Pues sí. Según he entendido buscas algo como  ketamina o escopolamina ¿no? - Preguntó Anto.

-Justo. - Dijo Teo con una sonrisa en la cara.

-Podría hacer una llamada. Si alguien puede conseguir lo que buscas en esta zona es este tío que yo sepa. Pero ya te aviso que te va a salir por un ojo de la cara porque el narcotráfico está muy perseguido por las autoridades lo que conlleva mucho riesgo para mi contacto y más aún cuando son sustancias que se suelen utilizar con intenciones oscuras. - Declaró Anto mientras se restregaba los ojos con sus manos.

-Eso no es problema. Si quieres incluso te puedo dar a ti algo por hacer de intermediario. - Añadió Teo tratando de ganarse la confianza de Anto.

-No, no hace falta. ¿Quieres que llame ya? - Preguntó Anto.

-Sí, por favor. A poder elegir prefiero comprar escopolamina, me va mejor. - Contestó Teo muy seguro de sí mismo.

-¿Vas a llamar al pirata naranja? - Preguntó Jon después de expulsar el humo de otra calada al bong.

-Eso es. - Replicó Anto.

-Prepara la cartera Teo. No te digo más. - Dijo Jon dándole un golpe en el hombro al viejo.

-Dime Teo ¿Dónde quieres quedar con él? - Volvió a preguntar Anto.

-Dile que se pase por la parcela 13-D en el parking de autocaravanas ¿Sabrá dónde es? 

-Él se mueve muy bien por este lugar. Se está haciendo de oro abasteciendo el mercado negro de esta comuna. 

-¿Tiene el monopolio? - Indagó Teo consciente de la importancia de esa pregunta.

-Siempre hay gente que trapichea pero el Pirata Naranja es conocido por conseguir cualquier cosa que necesites excepto armas Amper. Es imposible tratar de trucarlas para poder disparar con ellas. En eso le doy un punto positivo al Gobierno Mundial. Los civiles hemos vuelto al medievo en temas armamentísticos. - Contestó Jon dedicándole una sonrisa al viejo.

-Salgo a llamar, Teo. Lo único que te pido es que no te eches atrás. - Dijo Anto con bastante seriedad.

-Tranquilo y adelante. - Expuso Teo con un tono de voz firme.

Anto abrió la cremallera de la puerta de la tienda de campaña y junto a él una cortina de humo salió desde el interior. Jon le dio otra calada seria al bong mientras miraba a Teo y cuando acabó le dijo que si eso es lo único que venía buscando. Teo asintió con la cabeza y ambos estuvieron hablando sobre el progreso de la reforma del hostal que Jon estaba haciendo junto a sus amigos y socios. Anto no tardó en volver a la tienda con una sonrisa.

-Vale. A ver Teo. Ahora mismo no tiene lo que quieres pero dice que para pasado mañana volverá a disponer de burundanga. Así la llama él y bueno, en verdad, casi todo el mundo. Me ha dicho que te verá en tu autocaravana sobre las nueve de la noche sin falta. Dice que no le falles porque es el único hueco que tiene disponible ese día. - Hizo saber Anto a Teo antes de pedirle el bong a Jon y volver a sentarse sobre un cojín.

-Sin problema. No tengo que atender ninguna obligación. - Añadió Teo preguntándose si el pirata naranja no disponía de escopolamina por haberla vendido a alguien de la zona que automáticamente se convertiría en sospechoso para él e Isi.

-¡Muy bien! Pues todo resuelto. Ya estamos en paz con respecto a las fotos que te hicimos en el puente. - Dijo Jon estirando su espalda sobre el suelo dejándolo en una posición tumbada con las piernas entrecruzadas.

-Este favor es más grande que aquello. Bueno chicos no puedo estar más aquí porque tengo que atender unas cosas y creo que nunca había fumado tanta marihuana pasivamente como en este ratito. Creo que voy colocado. - Comentó Teo pensando en que necesitaba aire puro.

-Y gratis ¿eh? - Añadió Jon despidiéndose con uno de sus brazos.

-Sí. Nos vemos y gracias por gestionarme esto. Queda entre nosotros.

Por fin Teo abandonó aquel lugar y entró en contacto con aire limpio. No les había mentido cuando les dijo que iba un poco fumado porque en verdad se sentía así aunque de camino a su autocaravana se le pasó. Aún así el viejo cedió a la tentación y se acostó en su cama aunque no disfrutó mucho de aquel descanso porque en ese momento se acordó que era hora de reunirse con Isi para compartir los avances en la investigación si es que se habían dado. Como el detective no sabía el nuevo lugar de estacionamiento de Teo fue este quien se encaminó en busca de su compañero y cuando llegó allí tocó a la puerta de la casa rodante de Isi. Esta no tardó en abrirse y Teo accedió al interior del vehículo. Lo primero que hizo el viejo fue informar del nuevo lugar donde estaba aparcado y ambos se sentaron en el comedor-cocina donde sobre la mesa había un whisky servido del que claramente el detective ya había bebido.

-¿Tienes algo Teo? - Preguntó Isi con una alarmante curiosidad.

-Poca cosa. Fui a Pardilla pero no tuve suerte. Lo único es que he quedado dentro de dos días con un camello que vende escopolamina, la sustancia reina de la sumisión química.

-¿Y eso? - Inquirió Isi con cierta sorpresa.

-Para obtener información aunque sea poca. - Contestó Teo.

-Ese tipo de gente no suelta prenda, Teo. Van a sus negocios cumpliendo una especie de secreto profesional. No vas a obtener nada.

-Solo sabiendo que es uno de los pocos que pueden conseguir esa sustancia y reconociendo su cara me basta por si el día de mañana lo podemos asociar con algún sospechoso que tengamos. Es la única forma de avanzar por ahora, dando pasitos pequeños en las hipótesis que hagamos. Creo que acertaste de pleno con lo de tener que anular la voluntad de las víctimas para que los secuestros salgan bien.

-No está mal Teo. Pues yo tampoco tengo nada pero te traigo otra hipótesis. A ver que te parece.

-De momento tan solo tenemos nuestra intuición Isi. Está bien que le dediques tiempo a pensar así que dime.

-Dijimos que tan solo podía acceder a la base de datos de la Asamblea el secretario de esta que es a su vez el secretario-concejal de la junta de gobierno de Aranda de Duero. También llegamos a la conclusión que sería muy estúpido que este estuviera relacionado con las desapariciones visto la diligencia que pone la pequeña secta en sus planes. Por otro lado, cada vez que hay una Asamblea hay una mesa de altas y otra de bajas gestionadas por personas de confianza donde la gente acude a solicitar tanto el alta como la baja de este órgano y donde deben recoger y entregar las tarjetas de votación. Vale ¿Y si en la zona de las bajas se posicionara un merodeador para enterarse que jóvenes van a abandonar la asamblea y probablemente el municipio?¿Y si las fotografiara con su retina para poder localizarlas después más al sur?

-¿Y cómo podemos asociar esto con que las desapariciones coincidan con la celebración de las mega raves?

-Bueno. asamblea hay todas las semanas. La comuna tarda media semana en volver a la normalidad después de estas mega raves por lo que las desapariciones pueden pasar mas desapercibidas.

-Pues es una buena hipótesis Isi. Tenemos que verlo ¿Cuándo es la próxima asamblea?

-Suelen ser todos los sábados pero a veces cambia. No creo que haya asamblea un sábado cuando la gente esté de traca en el bosque durante más de tres días. Seguramente cuando haya mega rave la asamblea se mueva a entresemana o directamente no se convoque.

-Pues echaremos un vistazo en la zona de bajas aunque no haya mega rave a la vista. Isi, no podemos esperar mucho por aquí ya que nos espera el encargo de Alicante. Lo mejor sería investigar antes y durante estas mega raves para comprobar nuestras conjeturas pero quién sabe cuándo será la próxima. Debemos seguir trabajando con la intuición hasta que comencemos a ver indicios.

-Está claro Teo pero yo me debo al cliente que me contrató. Si fuera necesario yo retrasaría mi llegada a Alicante si veo que este caso avanza.

-Esperemos que así sea Isi. Lo bueno de los pueblos es que hay poca gente y es más fácil investigar. Ya verás como avanzamos. El mundo es un pañuelo. Por cierto mañana hay mercadillo así que iré a echar un vistazo ¿Tú que vas a hacer a parte de visitar algún bar que otro? - Preguntó Teo mientras exhibía una tímida sonrisa.

-Pues no lo sé. Esta noche lo consultaré con la almohada. - Dijo Isi para después acabar con lo que quedaba de su vaso de whisky de un trago.

-Me parece bien pero te pido que prestes atención durante la jornada. Cualquier detalle es importante. La diferencia entre el éxito y el fracaso está en apreciar los detalles. Me retiro ya. Suerte mañana Isi. - Comentó Teo antes de proceder a abandonar la autocaravana del detective.

A la mañana siguiente Teo se despertó y se preparó para ir al mercadillo de Aranda de Duero que según sus informaciones comenzaba con su actividad bastante temprano. El viejo no madrugó mucho para ello y salió de su autocaravana sobre las diez de la mañana para dirigirse hacia el sur y cruzar el casco histórico de Aranda de Duero tratando de visitar nuevos lugares que hasta el momento había obviado. Las calles estaban llenas de vida por la actividad laboral sobre todo centrada en la renovación de las casas que llevaban a cabo los nuevos habitantes del municipio pero también por pequeñas empresas dedicadas a la construcción y reforma de viviendas que eran fáciles de distinguir porque estas si que utilizaban androides para llevar a cabo el trabajo pese a la tendencia general y cultural del municipio de evitar utilizar este recurso en el tejido productivo. Teo llegó a una plaza en la que nunca había estado antes y le llamó la atención un palacete de corte renacentista que estaba siendo reformado por una de esas pequeñas empresas y la curiosidad le llevó a entablar una conversación con el que parecía ser el encargado de llevar a cabo la renovación del inmueble. El capataz era un hombre bastante mayor que tenía su brazo derecho totalmente sustituido por un implante biónico y que no paraba de dar órdenes a sus trabajadores mientras hablaba con Teo. Durante la conversación le explicó que esa gran casa era conocida como el Palacio de los Berdugo y que había sido comprada por un matrimonio extranjero que quería mudarse cuanto antes a la localidad. Teo le preguntó si se trataba de otra operación del misterioso mecenas del pueblo pero el capataz le contestó que no y que en este caso habían comprado la propiedad a la familia a la que pertenecía directamente pagando una suma de grandes proporciones y que su empresa estaba reformándola respetando al máximo posible el estilo arquitectónico que poseía y que impresionó al viejo.

Tras ese receso Teo continúo con su caminata y quince minutos más tarde alcanzó el mercadillo en el que estuvo dos días atrás pero esta vez estaba en su pleno apogeo aunque su número de puestos no era muy grande y estaban dedicados a la venta de fruta y verdura, encurtidos, productos artesanales de la tierra, droguería, ropa, artículos del hogar, un par de puestos de vendedores ambulantes que tenían de todo un poco así como alguno de comida para llevar. Pese a la escasez de oferta, aquel lugar atraía a bastante gente tal y como Teo pudo comprobar y por ello el mercadillo acogía otra actividad que era la de permitir que algunas organizaciones acudieran con la intención de captar la atención de los visitantes. Allí habían carpas con representación del ejército español, de la administración general del estado español, de alguna que otra colonia del sistema solar, del evolucionismo y de algún que otro gremio y sector económico que sabían que en el pueblo había muchas personas ociosas. La sociedad estaba necesitada de mano de obra en muchas localizaciones y proyectos debido a que esta se había expandido considerablemente en el último siglo y la implementación de la renta universal en los países que se lo podían permitir, como era el caso de España, había provocado que los jóvenes retrasaran su incorporación a los destinos necesitados de capital humano. En definitiva la gente había comenzado a valer su peso en oro pensó Teo y en Aranda de Duero había mucha gente que estaba decidiendo qué hacer con su vida a medio-largo plazo lo que suponía una oportunidad para dichos captadores.

Tras recorrer una buena cantidad de puestos observando el género Teo se detuvo en uno de ellos que tenía un poco de todo y allí compró una pipa, tabaco para esta y un encendedor recargable que parecía ser bastante viejo. Cuando terminó de pagar se alejó un poco del núcleo de aquel lugar llamado por las ganas de utilizar la pipa, algo que no hacía desde hacía tiempo y tras preparar lo necesario para ello, la encendió y comenzó a fumar mientras observaba como se desarrollaba aquel epicentro de venta ambulante. Justo cuando le dio la última calada a su cachimba pudo ver como la gente comenzaba a dirigirse a un punto específico del mercadillo provocando casi un fenómeno de masas y Teo decidió acudir también para ver qué es lo que estaba pasando. Cuando se acercó pudo observar que la causa de todo aquel ajetreo era un personaje de unos cincuenta años con el pelo corto totalmente canoso y bastante alto al que a priori no conocía pero que tras un rato su cara se le hizo familiar hasta que cayó en que era Gaizka, el elegido por Jaidev para dirigir los ejercicios espirituales de la comuna. La gente se le acercaba para saludarlo e incluso poder tocarlo y Teo pudo ver cuando estaba ya lo bastante cerca como todo su cuerpo estaba tatuado, incluido su cuello. Gaizka devolvía todo el amor que estaba recibiendo con bastante soltura pero sin para de avanzar junto a otro hombre aparentemente más joven y que Teo no reconoció así que preguntó a una muchacha que estaba a su lado y esta le dijo que se trataba de Matteo, jefe de cocina del séquito que se alojaba con Jaidev en su mansión y que, como su nombre indicaba, era italiano. Los dos individuos alcanzaron un puesto de fruta y verdura y el chef se hizo cargo de la compra mientras Gaizka estaba ocupado atendiendo a sus seguidores. Cuando acabaron de comprar ambos abandonaron el mercadillo cargados con bastantes bolsas lo más rápido que pudieron no sin tener que seguir atendiendo a un último reducto de gente que se les acercó.

Después de ese espectáculo Teo le dio un par de vueltas a lo que iba a hacer por la tarde siendo consciente de que no podía mover su autocaravana para no perder la plaza de aparcamiento en la que había quedado con el individuo que le iba a proporcionar la escopolamina. Al final llegó a la conclusión que dedicaría aquella tarde a visitar algún lugar que fuera asequible caminando y que le apartara de la civilización para poder aislarse de la presión a la que le estaba sometiendo el caso de las desapariciones de las muchachas. En el fondo Teo estaba un poco frustrado porque no había conseguido avanzar prácticamente nada en la investigación pero a la vez no era una opción abandonar aquel lugar dejando a sus anchas a los depredadores que junto a Isi quería atrapar. Al final cogió  algo de comida para llevar de uno de los puestos del mercadillo y se encaminó hacia Monte Costaján, una ubicación al norte de Aranda de Duero que formaba parte de una ruta de senderismo que Teo recorrió apaciblemente y sin pensar en nada más que en ciertas cosas de su pasado. Sobre las nueve de la noche volvió a su autocaravana bastante cansado por la ruta que había recorrido y que le sumergió en la naturaleza tal y como buscaba. Esa noche Isi no hizo acto de presencia y el viejo tampoco fue a buscarlo ya que si aquel hubiera tenido algo importante que contarle sin duda que habría aparecido. Pese a que ese día había sido totalmente improductivo para la investigación Teo se notó con la cabeza despejada y con las pilas recargadas gracias a un par de reflexiones personales y positivas facilitadas por el contacto con la pura naturaleza. 

Al día siguiente cuando despertó, notó que había descansado mejor que en los días anteriores y una sensación de esperanza con respecto a la investigación le invadió quizás por el descuento hasta el momento en el que se encontraba del valor de un gran acierto en el futuro más cercano. Aún así, era hora de planificar algo el día. Era hora de ponerse a trabajar.


SIGUIENTE SUBCAPÍTULO


Comentarios

Entradas populares de este blog

CAP. 1.1: UN ENCUENTRO INESPERADO

CAP. 2.4: INGRESO A LA ACADEMIA

COMUNICACIÓN AL VISITANTE IV