CAP. 4.12: EN LA BOCA DEL LOBO

A Teo le despertó un sonido familiar que provenía desde bastante lejos. El viejo se quedó dormido mientras estaba sentado en uno de los dos pequeños sofás de su autocaravana ya que su cama estaba ocupada por Isi, quien seguía durmiendo a pierna suelta. Cuando prestó más atención reconoció con claridad lo que estaba escuchando y que era la grabación proveniente de unos potentes altavoces montados sobre un vehículo que se aerodeslizaba por las calles de Aranda de Duero y que recordaba a los miembros de la comuna que en dos horas iba a comenzar la asamblea en el antiguo complejo deportivo del pueblo, el mismo lugar donde se llevó a cabo la semana anterior si la memoria no le fallaba a Teo.

El viejo consideró que su compañero ya había dormido bastante así que se acercó a él y comenzó a agitar uno de sus hombros mientras le pedía que despertara con un tono de voz bastante agradable. Isi no tardó en responder a esa llamada y se levantó de un salto un tanto perplejo porque le llevó unos segundos reconocer el lugar en el que se encontraba. 

-Dios ¿Cómo he llegado hasta aquí? - Preguntó Isi con un tono de voz ronco a la vez que se frotaba  los ojos con las manos.

-Ayer te recogí en un bar y alternabas el beber con el dormir apoyado sobre la barra. Algo que hay que ver para que uno se lo pueda creer. - Contestó Teo sonriendo. - Me has tenido preocupado Isi, bastante preocupado.

-Madre mía. Se me fue de las manos el asunto. Hacía tiempo que no estaba dos días seguidos casi sin probar gota pero al menos te puedo ofrecer información fehaciente acerca de quienes entran y salen de esa puta casa - Dijo Isi para después sacar su cajetilla de tabaco y encenderse un cigarro al que le dio una calada profunda.

-Quiero saber todos los detalles, por favor. - Añadió Teo a la vez que le acercaba un cenicero a su compañero.

-Lo primero es que para acceder a la vivienda hay que sobrepasar una puerta corredera principal que tiene acceso peatonal y que se abre con los típicos mandos. Tras ella hay un patio donde hay aparcado un vehículo en el que se suelen mover tres individuos. Siempre van juntos a todos lados por lo que la casa es de Carlos pero viven dos personas más. He hecho unas cuantas fotos que he impreso en mi autocaravana así que luego podrás verlas.

-Buen trabajo ¿Qué más? - Indagó Teo.

-A la casa también acudió un par de veces otro individuo más mayor. No ha habido más visitas por lo que he fichado en total a cuatro personas. - Añadió Isi.

-Muy bien. Sigue.

-Pues poco más. La casa está protegida por unos altos muros en su parte frontal y en general hay bastantes deterioros que yo haya podido ver desde fuera. Tampoco  he detectado ningún sistema de grabación de imágenes ni sensores de movimiento en los exteriores de la vivienda. No hay más. - Comentó Isi.

-Ok. Corre a tu autocaravana y tráeme las fotos de esos cuatro individuos. Yo de mientras iré a por dos cafés aquí al lado. Veo que nos hacen bastante falta. - Dijo Teo.

A los diez minutos ambos se volvieron a reencontrar en la autocaravana de Teo y este pudo observar las fotos que Isi había hecho con sus propias retinas gracias a su implante mental y que este se las fue pasando una a una por delante mientras preparaba su pipa.

-Reconozco a los cuatro. El primero, obviamente, sabemos que es Carlos. El segundo y el tercero estaban sentados junto a él en el restaurante de Pardilla. Me acuerdo bien de sus caras. El de la cresta se me quedó mirando fijamente y el otro era un tipo fornido y bastante atractivo que debe ser el gancho para entrarle a las chicas. Por último aquí tenemos a Miguel, el dueño del restaurante. Bien, bien. Por lo que parece Miguel tiene una relación bastante íntima con los tres así que ya sabemos que todos ellos colaboran, si no nos equivocamos, en hacer desaparecer a las muchachas. Joder, esto es una mierda.

-¿Qué pasa Teo? - Pregunto Isi sorprendido por el comentario negativo del viejo.

-A ver. Me da la sensación que estos cuatro son simples acólitos o peones en el tablero. Se nos está escapando el pez gordo, el líder de esta secta. Esperaba poder desenmascararlo con tu espionaje pero no. Ese tío es más listo de lo que pensaba, sabe bien guardarse la espalda.

-¿Sigues pensando en asaltar la casa? - Inquirió Isi antes de darle un trago largo al café sin apartar la mirada de su compañero-

-No veo otra opción ni otra forma de avanzar en la investigación. La cuestión es cuando. Yo apuesto a que el mejor momento es hoy durante la celebración de la asamblea si vemos que salen de casa o durante mañana por la mañana durante el evento de Jaidev.

-Pues vayamos a Pardilla ahora mismo. Si salen de casa para ir a la asamblea tendremos unas horas para escudriñar allí dentro. Miguel solía pasarse por la tarde noche así que no creo que sea un problema a estas horas. 

-Buena idea. Dicen que no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. - Dijo Teo con algo de nerviosismo ya que no estaba acostumbrado a llevar a cabo actos ilegales como el que seguramente le esperaba.

-Eso sí, tenemos que ir con mi autocaravana. Tengo juguetitos que nos vendrán bien si nos topamos con alguna que otra barrera. Seré un detective mediocre en cuanto a talento pero no en equipamiento. Venga, vamos. - Agregó Isi con una sonrisa en la cara.

Teo e Isi pusieron rumbo al sur por la carretera nacional que unía Madrid con Burgos o también llamada CNMB y llegaron sobre las diez de la mañana cuando aún quedaba una hora para que la asamblea comunal comenzará en Aranda de Duero. Isi aparcó en un sitio estratégico por el que los sospechosos debían pasar en el caso de que hubieran decidido acudir a la convocatoria y, tras estar ambos atentos a la circulación que salía del pueblo durante un rato, por fin el detective identificó el vehículo que utilizaba Carlos Jones y sus dos inquilinos para moverse y que pasó lo bastante cerca de ellos para que el viejo y su compañero pudieran ver bien ciertos detalles. El lado del piloto y del copiloto iban ocupados pero no pudo identificar si alguien iba en la parte de atrás debido a que los cristales de atrás  estaban tintados por lo que no estaba seguro si los tres en su conjunto habían salido de la casa, algo que habló con Teo, quien le sugirió que era tan fácil como tocar al timbre  para comprobar si alguno de los tres aún permanecía allí pero Isi le dijo que si uno de ellos se había quedado en casa llamarían mucho la atención ya que los sospechosos podían interpretar como que alguien se había interesado por el lugar donde vivían. Teo estuvo de acuerdo con esa teoría y se puso nervioso pero entonces Isi le garantizó que la casa estaría vacía según sus cálculos en base al resultado del espionaje. A continuación el detective añadió que si conseguían entrar en la vivienda debían poner todo el cuidado posible durante el allanamiento para que los sospechosos no pudieran advertir nada ya que si se enteraban que su casa había sido asaltada seguramente tomarían las medidas necesarias para borrar cualquier rastro de actividad criminal que dificultaría e incluso impediría que pudieran culminar la investigación en la que tanto les estaba costando avanzar. 

Isi aparcó la autocaravana a una distancia prudente de la casa, la cual se encontraba en la parte suroeste del pequeño pueblo. Teo tuvo que esperar a que Isi preparara una gran mochila con ciertas cosas que creía que iban a ser necesarias en su misión y, cuando estuvo listo, ambos se encaminaron hacia su objetivo. Por el camino se cruzaron a una pareja bastante mayor que les dieron los buenos días y que tensó lo suficiente a Teo para que su compañero se diera cuenta y le pidiera que se tranquilizara y el viejo así lo hizo llevando a cabo una breve meditación a la vez que caminaba. Al llegar a su destino y sin pronunciar palabra Isi saltó el alto muro que guardaba a la propiedad sin pensárselo dos veces y que dejo atónito a Teo porque esperaba algo de preparación y conversación antes del comienzo del allanamiento. No pasó ni un minuto cuando Isi abrió la puerta peatonal para que su compañero accediera mientras le apremiaba a hacerlo con unas leves palmadas de sus manos. Cuando ambos ya estaban dentro, el detective miró por una de las ventanas enrejadas para asegurarse que no había nadie en la planta baja de la construcción y a continuación se dirigió a la puerta principal de la casa para estudiarla. Mientras tanto Teo observó aquella especie de patio que se extendía por la parte frontal de la casa y al cual daban cuatro ventanas, dos a cada lado de la puerta. Allí habían algunos muebles con material sin relevancia para su cometido, un gran bidón de basura lleno hasta arriba que desprendía un olor bastante desagradable, una barbacoa de obra sin limpiar desde la última vez que se utilizó, un poco de leña de varios tipos y tres bicicletas colgadas de la pared que por su estética parecían bastante caras.

-Lo que me temía. Unas buenas medidas de seguridad para proteger algo importante. La puerta es blindada y su sistema de apertura es a través de un reconocimiento de retina - Expuso Isi mientras miraba a Teo.

-¿Estamos jodidos? - Preguntó Teo observando a la puerta.

-Para nada. Como te dije, tengo juguetitos. Dame unos minutos. - Respondió Isi dejando la mochila sobre el suelo para rebuscar en ella.

-Si conseguimos entrar deberíamos acotar el tiempo que vamos a invertir en llevarnos toda la información posible de este lugar. Yo digo que no deberíamos estar más de una hora. - Propuso Teo.

-Lo veo bien. Creo que una hora será suficiente. La casa tiene pinta de no ser muy grande. Ya pongo yo el cronómetro cuando consiga desbloquear la puerta. Tú dedícate a  observar desde todas las ventanas posibles el interior para asegurarnos de que no hay nada que nos sorprenda cuando entremos. - Ordenó Isi al viejo a la vez que depositaba el macuto que portaba en el suelo.

Isi sacó de la mochila un aparato tecnológico con forma de pistola y lo acercó al lector de retina de la puerta y después de casi dos minutos apuntando a dicho escáner un piloto se puso verde en el la rareza que sostenía el detective y al cabo de unos segundos la puerta se abrió de forma lateral hacia la izquierda mostrando su considerable grosor y dejando libre el acceso al interior de la vivienda. Isi le hizo una señal a Teo y cuando este se acercó le dijo que esperara unos minutos hasta que comprobara que medidas de seguridad tenía la casa. La primera de ellas fue una alarma que comenzó a emitir leves pitidos reclamando que alguien la desactivara a tiempo antes de dar aviso al departamento de seguridad correspondiente pero Isi pudo hackearla con la misma herramienta que utilizó para abrir la puerta de la casa. A continuación se dirigió al ordenador de abordo de la casa y, tras echarle un vistazo, abrió un cuadro de considerables dimensiones justo al lado de este y que estaba empotrado en la pared por el que pasaban bastantes cables de datos y de alimentación eléctrica. Después de mirar el interior del cuadro y mover ciertos cables durante un par de minutos, volvió al ordenador de abordo de la vivienda y le insertó una mini tarjeta en una de sus ranuras. A continuación sacó una esfera metálica de su mochila que Teo reconoció como un ordenador cuántico parecido al que él mismo había utilizado en la sala de ordenadores del Ayuntamiento de Aranda de Duero pero este era bastante más pequeño. Tras unas gestiones utilizando el teclado holográfico proyectado por un par de cristales que poseía el hardware esférico, dejó éste sobre un relieve del mueble que albergaba la pantalla táctil del ordenador de abordo de la vivienda y se dirigió a la puerta de la vivienda para avisar a Teo que ya podía entrar tranquilamente sin ningún tipo de preocupación. 

El viejo, durante la espera, pudo observar todos los movimientos que su compañero detective hizo para hacer lo que fuera que hizo y cuando recibió el aviso de Isi para entrar ya se encontraba totalmente sorprendido con las habilidades con las que había conseguido evadir las barreras de seguridad que seguro que supusieron una inversión económica importante por parte de los que habitaban la vivienda. Después de que Teo entrara, Isi se acercó a la puerta principal y pulsó uno de los tres botones que había junto a ella haciendo que se cerrara y se asegurara con un sistema de anclaje al suelo y paredes.

-Vale. Primera fase superada. Como temía hay cámaras de seguridad bien escondidas pero ya no serán un problema. Además en el intervalo de tiempo que me ha llevado hackearlas nadie se ha conectado remotamente para mirarlas, un riesgo que había que correr sí o sí. También he eliminado del registro tanto los movimientos de la puerta principal como la desactivación de la alarma. Ahora ¿Cómo nos organizamos para explorar este lugar? - Inquirió Isi mientras echaba un vistazo general a la estancia en la que estaban.

-¡Eres bueno Isi! En mi opinión deberíamos ir juntos todo el rato así podemos ir comentando lo que nos vayamos encontrando. - Dijo Teo ya un poco menos nervioso.

-Me parece bien. Como dijimos, una hora a partir de ya. - Añadió Isi mientras activaba el cronómetro con su implante mental y lo situaba en la parte superior derecha de su mirada.

Lo primero en que se fijaron ambos fue en que el interior de la planta baja de la vivienda era casi totalmente diáfano a falta de un par de habitaciones que se encontraban una enfrente de ellos junto a las escaleras que conducían a la segunda planta y otra a su izquierda y cuyas puertas eran bastante antiguas y de madera de roble con manecillas doradas. La habitación que les recibió tras la puerta principal de la casa era bastante grande acogiendo tanto una zona con dos sofás y dos mesas bajas con encimeras de vidrio forjado en cuyo techo colgaba un proyector que apuntaba hacia la pared izquierda y otra zona con una gran mesa rodeada de seis sillas que se encontraba entre un par de muebles bastante antiguos pero bien restaurados constituidos por cajoneras en la parte baja y estanterías encerradas bajo puertas con cristales en su centro. A la derecha del comedor se encontraba una gran cocina con una isla rectangular en el centro y que contaba con bastantes armarios de color blanco que armonizaban con el color claro del alicatado y electrodomésticos que todo el mundo solía tener y que estaban acabados en un color gris bien pulido.

Otra cosa que resultó obvio para Teo e Isi cuando se acercaron a la zona de los sofás es que todo estaba bastante sucio y desordenado e incluso la pared del fondo donde nacían las escaleras tenía un grafiti llevado a cabo por manos inexpertas y con poco gusto en el que se podía leer la palabra "Anarquía" entre otros trazos que intentaban representar formas como calaveras, hoces y lo que parecían ser rostros de demonios entre otras cosas que eran ininteligibles. Encima del sofá más cercano, que tenía algunas rasgaduras, había una guitarra acústica y a su lado, en el suelo, un cenicero lleno de colillas que se había desbordado junto a una botella de ron casi vacía. La mesa baja pegada al sofá tenía encima chivatos vacíos con restos de marihuana, varias botellas de licor, una bolsa de tabaco que parecía ser de contrabando y un par de libros que Teo se paró a observar. El primero de ellos se llamaba "Resistencia", su autor era anónimo y su contenido estaba relacionado con la filosofía política y social del anarquismo según su sinopsis trasera. El segundo de ellos se titulaba "Iniciación al Bhakti Yoga" escrito por un tal Umesh Purkayastha y tenía una tarjeta de cartón plastificada que sobresalía. Teo abrió el libro por donde estaba situada la tarjeta y vio que esta era de una empresa de alquileres de equipos de audio y sonido para después dejar el libro tal y como se lo había encontrado.

El otro sofá estaba cubierto por una lona negra con alguna que otra mancha y restos de comida. La segunda mesa baja junto a él tenía claramente restos de lo que parecía ser cocaína, rulos para esnifar, un callejero de Aranda de Duero, un cenicero también lleno y un par de mecheros junto a un bote de recarga de gas. Cuando acabaron con esa zona de la estancia que los recibió cuando accedieron a la vivienda, Teo le pidió a Isi que sacara fotos de todo lo que pudiera e Isi asintió con la cabeza y se puso a hacer capturas de su mirada con bastante cara de asco ya que no podía entender cómo era posible vivir en esas condiciones tan deplorables y es que, tal y como le comentó a Teo, hasta el suelo estaba pegajoso en algunos lugares. En la pared de la izquierda a la que apuntaba el proyector había un mueble de más o menos un metro de altura con dos niveles. En el superior de ellos había tres cuencos tibetanos de diferentes tamaños y en los extremos se hallaban altavoces de gran tamaño conectados a una etapa de potencia ubicada en el nivel inferior junto a un subwoofer y un par de aparatos electrónicos más que ni Teo ni Isi sabían para que servían. Sin nada más que rebuscar en esa zona, ambos se dirigieron a la mesa del comedor que estaba llena de bolsas de material vegetal típicas de la época llenas de envases de comida para llevar vacío. También abrieron las cajoneras de los muebles de esa zona y sus puertas acristaladas pero no encontraron nada de interés salvo cierto menaje que seguramente ya esta allí antes de que Carlos Jones adquiriera la casa.  Sin nada más que registrar en ese lugar, ambos se dirigieron a la cocina y la primera impresión que tuvieron y compartieron fue el asco que les produjo el estado en el que se encontraba. Aún así abrieron todos los armarios y electrodomésticos para no dejar nada sin comprobar y lo más llamativo que encontraron fue una nota colgada del frigorífico en la cual se podía leer el reparto de tareas domésticas entre los habitantes de la casa y que claramente estos estaban incumpliendo.

Cuando acabaron con la cocina se dirigieron a la puerta de la pared izquierda de la casa y accedieron a la habitación en la cual había una caldera bastante moderna que se encargaba de calentar el agua en la casa para alimentar tanto grifos como radiadores. La habitación no era muy grande y estaba llena de estanterías con cajas casi todas ellas vacías. En la habitación había otra puerta que daba a un aseo bastante pequeño y bien amueblado en el que se notaba que hacía mucho tiempo que nadie se había tomado la molestia de limpiar. En el mueble del lavabo, junto a un plato de ducha, habían bastantes productos de higiene personal así como cremas, colonias y toallas, es decir, otra vez nada que tuviera valor añadido para la investigación. Teo e Isi volvieron a la estancia principal y se encaminaron hacia la última habitación que les quedaba por explorar y cuya puerta estaba en la pared del fondo junto a las escaleras. Dicha puerta tenía tres pestillos a distintas alturas que Isi quitó para poder acceder a la estancia y cuando entraron vieron que se trataba de un estudio de grabación ya que estaba completamente insonorizada evitando que ningún ruido entrara desde el exterior así como que se escapara del interior. Aparte contaba con equipos específicos como micrófonos, mesa de DJ, mesa de voces con ocho canales y un ordenador cuántico conectado a un dispositivo que recogía todos los cables de los dispositivos de grabación. Sin mucho más en lo que centrar su atención en esa habitación, ambos la abandonaron y volvieron a poner los pestillos exteriores en la posición en la que se los habían encontrado para borrar cualquier rastro de su paso por allí.

Una vez acabada la exploración de la planta baja Teo e Isi se dirigieron a las escaleras para abordar la segunda planta con la esperanza de encontrar algo significativo que no convirtiera el allanamiento de la casa en un acto en vano. Cuando llegaron al final de las escaleras, divididas en dos tramos, se toparon con un recibidor que acogía cuatro puertas. La primera que abrieron daba acceso a otro aseo un poco más grande que el de la planta baja, esta vez con bañera, en el cual no invirtieron mucho tiempo. La siguiente era la habitación del joven que llevaba toda la cabeza rapada salvo la parte superior en la que exhibía una larga cresta ya que había fotos suyas junto a otras personas colgadas de un tablón de corcho en la pared que también contenía pósters de grupos de música que debían ser sus favoritos. El viejo y su compañero registraron la habitación  a fondo pero no encontraron nada significativo salvo un hacha de mano bien afilada encima del armario, una mochila llena con sprays de pintura bajo la cama y unas cuantas botellas de alcohol vacías en el suelo en una de las esquinas. 

A continuación se dirigieron a otra puerta del recibidor que les dio acceso a otra habitación de igual tamaño que la anterior y mucho mas ordenada y limpia  pero otra vez el resultado del registro fue totalmente intrascendente para Teo e Isi que ya comenzaban a estar un poco nerviosos por el hecho de que el riesgo que habían asumido quizás había sido para nada ya que tan solo quedaba una estancia en toda la casa a la que acceder. Hacia esta se dirigieron y cuando abrieron la puerta no tardaron en darse cuenta que era el dormitorio principal de la casa ya que tenía  aseo propio así como un balcón al que se accedía a través de grandes cristaleras que iluminaban bien el lugar. Pero lo más importante es que dentro de ella había otra puerta bloqueada por un gran candado en la que había un cartel rojo con las letras en color negro en el que se podía leer: "Perded toda esperanza vosotros los que entráis aquí" y que Teo no tardó en acordarse que era una cita sacada de la Divina Comedia escrita por Dante Alighieri y que  había leído debido a una recomendación de una buena amiga durante su etapa en Inglaterra. Isi le dijo a Teo que trataría de abrirlo a la vieja usanza con dos ganzúas que sacó de un pequeño bolsillo de la mochila donde llevaba su equipamiento por lo que Teo se dedicó de mientras a registrar la habitación que intuyó que debía ser la de Carlos Jones. Dicha habitación estaba mucho mejor amueblada que la de sus compañeros e incluso se podía ver cierto gusto en la elección de todo lo que había allí como lámparas con formas retorcidas, un escritorio cuyas gruesas patas tenían tallados demonios desagradables, un gran armario en cuya parte superior nacían gárgolas que miraban a las manecillas y unos cuadros colgados en la pared de temática religiosa un tanto oscura como la quema de brujas por parte de la inquisición o rituales dantescos donde se sacrificaban personas para ganarse el favor de ciertas deidades. Mientras escudriñaba a conciencia aquel lugar, Teo pensó que todo ese mobiliario debía provenir de un negocio especializado y, por lo tanto, debía ser bastante caro al igual que el equipamiento que vio en la sala de grabación, sobre todo para alguien cuya única fuente de ingresos era, supuestamente, la renta universal. Justo cuando casi había acabado el registro del dormitorio a falta de un par de cosas, Isi consiguió abrir el candado que le ocupaba y se lo hizo saber al viejo con un tono de voz eufórico mientras levantaba los brazos hacia arriba como si hubiera ganado un gran premio.

Teo, movido por la intriga de lo que podía esconder aquella puerta, dejó lo que estaba haciendo y siguió a Isi al interior de aquella habitación. Lo primero que vio en su interior fue un altar pegado a la pared del fondo cubierto por un mantel rojo con símbolos dorados que llegaba hasta el suelo y que tenía sobre su mesa un candelabro de nueve brazos en cada extremo y un cuenco muy pequeño lleno hasta la mitad con un líquido rojo que el dúo no tardó en catalogar como sangre. Encima del altar y bien centrado había un cuadro con bastante relieve  de un demonio en cuyo rostro tenía siete ojos, una boca con grandes colmillos de la que salía una lengua como la de las serpientes, orejas puntiagudas, no tenía nariz y de los laterales de la cabeza, a la altura de las sienes, nacían grandes cuernos que se iban haciendo más pequeños conforme se iban acercando a la parte posterior del cuello. El color de su piel era de un color rojo bastante oscuro y su estructura corporal era grande y fornida. Teo le pidió a Isi que hiciera unas fotos de todo aquello ya que no reconocía a esa figura demoníaca y necesitaba todos sus detalles para poder investigarla en el futuro. En un lateral de la habitación había un gran baúl que contenía tres largas túnicas de color rojo, tres pares de guantes blancos con decoros dorados y  tres sombreros cónicos del mismo color que se iban estrechando hasta su final. Debajo de las vestimentas el viejo y su compañero descubrieron una daga corta ceremonial muy ornamentada con símbolos desconocidos para ambos y que en el principio de su empuñadura se hallaba la cabeza de un demonio muy similar al que estaba en el cuadro sobre el altar. En el otro lado de la habitación había una mesa de casi dos metros de largo cuya encimera era de mármol blanco y que estaba totalmente vacía. Tras escudriñar bien la habitación, el dúo no encontró nada que les sirviera salvo que en esa casa se veneraba con ocultas intenciones a un demonio que parecía ser de rango mayor. Justo cuando iban a abandonar esa habitación Isi se dio cuenta que no habían mirado debajo del altar y este se acercó hasta allí, se acuclilló y subió la lona que lo cubría dejando ver una caja fuerte de medianas dimensiones y que, una vez más, se abría si se superaba un escáner de retina. Isi apunto con la herramienta que tenía forma de pistola al escáner y, tras unos segundos, la caja de depósito seguro se abrió dejando ver varias cosas, entre ellas, un par de lingotes de oro de cien gramos cada uno, dos artilugios tecnológicos con forma de diadema y un sobre de color rojo oscuro que claramente contenía una carta dentro.

-Esto es lo que necesitaba encontrar, Teo. Ahora sí que sabemos que estos tíos están detrás de las desapariciones. - Dijo Isi mirando fijamente y desde todos los ángulos una de las diademas. 

-¿Qué son, Isi? - Preguntó Teo sorprendido por las declaraciones de su compañero.

-Son inhibidores de implantes mentales. Una vez puesta sobre la víctima se le incapacita para que use su implante mental y, por lo tanto, no pueda comunicarse con nadie, incluidas las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Una vez puesta y encendida la víctima queda totalmente aislada. - Respondió Isi a la vez que fotografiaba las diademas con sus retinas.

-Entonces con la escopolamina y esto consiguen hacer con las chicas lo que quieran. -Afirmó Teo sin apartar la mirada del cuadro que exhibía aquella figura demoníaca.

-Efectivamente. Por fin tenemos algo Teo. Por cierto quedan dos minutos para la hora. Así que deberíamos pensar en irnos. - Añadió el detective dejando la diadema donde la había encontrado.

-No sin que fotografíes el contenido de la carta. Ya veremos que dice más adelante - Comentó Teo mientras abría el sobre y sacaba su contenido para desplegarlo sobre la mesa de mármol y descubrir que era un folio escrito con tan solo un párrafo en una de sus caras.

.Muy bien, ya está. Es hora de irse. - Dijo Isi tras introducir de nuevo la carta en el sobre, depositarla en su lugar original y cerrar la caja fuerte con sumo cuidado.

Ambos abandonaron aquella habitación y mientras Isi volvía a ponerle el candado a la puerta Teo se acercó a una estantería que no había explorado en el dormitorio de Carlos Jones y que tenía bastantes libros, la mayoría de ellos de ciencia-ficción y fantasía pero hubo uno de ellos que llamó la atención del viejo y que se titulaba "Metodología avanzada para el practicante de Bhakti Yoga" cuyo autor era un tal Gaizka Lagunak. Teo abrió el libro y en la primera página vio una dedicatoria corta del autor del libro pero no pudo llegar a leerla porque Isi le interrumpió diciéndole que ya tenían lo que buscaban y que aún tenía que hacer un par de cosas en el ordenador de abordo para eliminar el rastro que habían dejado pese a que ya habían sobrepasado el tiempo acordado de una hora. 

Ya en la planta baja Isi llevó a cabo las acciones necesarias para que la presencia de los dos en la vivienda pasara inadvertida mediante la sustitución de las grabaciones de las cámaras de seguridad por otras distintas de momentos anteriores en los que la casa estaba desierta, la realización de las gestiones necesarias para que el registro del ordenador de abordo de la vivienda no recogiera los próximos movimientos de la puerta principal así como la activación de nuevo de la alarma y otras que Isi no se paró a explicar a Teo porque entendió que no las comprendería. Por último, el detective activó la alarma de la casa y salieron al patio donde había comenzado la aventura del allanamiento. Cuando Teo fue a abrir la puerta peatonal que daba a los exteriores, el detective le gritó para que parara y el viejo, bastante confundido, lo miró antes de que aquel le explicara que debían asegurarse de que nadie pasara por la calle cuando salieran. Entonces Isi sacó un estuche de la mochila y cuando lo abrió una esfera diminuta se elevó hacia el cielo y después hacia la calle desde donde comenzó a transmitir al implante mental de Isi lo que estaba grabando con una cámara 360 grados y que garantizó que ambos abandonaran la vivienda sin ser vistos por nadie. A continuación el dúo se dirigió a la autocaravana de Isi para resguardarse y, en el caso de Teo, tranquilizarse ya que su estado de nerviosismo fue intenso desde que puso su primer pie en aquella maldita casa. Isi no tardó en arrancar el motor del vehículo, que se elevó por encima del suelo mientras recogía sus poderosas patas, y programar el piloto automático para que los llevase de regreso a Aranda de Duero ya que no quiso conducir él mismo para poder conversar sin distracciones con Teo acerca de todo lo que habían descubierto y les faltaba por descubrir cuando imprimiera todas las capturas de su mirada que había hecho. Teo e Isi se sentaron en los sofás del compartimento trasero de la autocaravana, se miraron, hicieron un par de respiraciones profundas que sin duda expresaron cierto alivio y antes de comenzar a hablar no pudieron evitar chocar sus manos con entusiasmo debido a que, a priori, según su interpretación, la misión había sido todo un éxito.


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