CAP. 4.14: RAÍCES PERMEABLES

-¿Qué tal, Isi?¿Cómo ha ido la tarde? - Preguntó Teo.

-Pues no ha ido muy bien. He estado observando a Carlos Jones y sus dos amigos tal y como dijimos pero han hecho vida normal. Fueron a un hipermercado en Burgos y luego se tomaron algo en esa ciudad. Lo único es que a la vuelta se desviaron hacia un pueblo conocido como Montejo de la Vega y de ahí se introdujeron en el Parque Natural que linda con este pero llegó un momento en que tuve que abortar la misión porque la circulación era muy escasa por los caminos que recorrían y hubiera corrido el riesgo de llamar su atención. Allí estuvieron un par de horas y volvieron a su casa de Pardilla.

.¿Y qué hacen esos tres en un parque natural? - Indagó Teo mientras manipulaba su barba con suavidad.

-No lo sé pero seguramente pasar un rato en la naturaleza ¿no? - Contestó Isi.

-Ni idea. Bueno ya sabemos algo más y es que les gusta visitar el parque natural por alguna razón. De todas formas sigue con esa misión pero con mucha precaución. 

-¿Y tú, Teo?¿Tienes algo? - Inquirió Isi dejando ver un importante interés en los pasos que había dado su compañero.

-Aún no pero necesito que me eches una mano. Necesito que accedas a la red global de datos y averigües lo que puedas de un tal maestro Urrea, un artista de prestigio internacional que elabora obras de arte relacionadas con el mundo demoníaco.

-Muy bien. Espera. - Dijo Isi para abstraerse con la búsqueda de aquella información.

-Este va a ser mi siguiente paso en la investigación así que dame todo lo que puedas. - Comentó Teo poniendo su mano sobre uno de los hombros del detective.

-Hay bastantes cosas. Su nombre es Hodei Urrea Larrañaga y aparece muy poca cosa sobre sus obras de arte aunque algo hay. También aparece una entrevista que le hicieron hace cinco años en una revista conocida como Artes Oscuras. A ver. Lo que más te puede interesar es que se retiró de su oficio hace ya más de veinte años y volvió a asentarse en su pueblo natal después de vivir en un montón de ciudades extranjeras como Nueva York, Londres o Kuala Lumpur.

-Todo eso ya lo sé ¿Qué más me puedes decir? - Preguntó Teo.

-Pues que no tiene hijos. Miraré en la base de datos privada. - Respondió Isi mientras sus pupilas hacían movimientos laterales cortos al gestionar y recorrer la información que le devolvía el implante mental.

-Me interesa saber si sigue vivo.

-Espera.- Dijo Isi mientras se ausentaba de la conversación aproximadamente un minuto. - Efectivamente, sigue vivo. No está en el registro de defunciones aunque es muy mayor, tiene ciento veintiocho años. Aunque ya sabes que los habitantes de ese territorio tienen fama de ser duros de pelar.

-¿Puedes averiguar donde vive? - Preguntó Teo.

-Sí. Vive en la calle Kale Zaharra, número seis. Espera que te diga más. - Replicó Isi.

-Vale.

-Su vivienda se encuentra muy cerca de la Iglesia de San Miguel. También Oñate es un pueblo que se encuentra bastante poblado, algo raro en esta época. Tiene ocho mil habitantes así que será fácil que preguntes por el individuo que estás buscando. Dime, Teo ¿Quién es?

-Es el autor del cuadro del demonio que hemos visto encima del altar. ¿Puedes imprimir una foto de él que sea reciente?

-Sí, claro. Dame unos segundos. Antes de irte pasa por mi autocaravana y te la entrego.

-Muy bien. Pues creo que no necesito más. Mañana a primera hora parto para Oñate. Ya te explicaré más, Isi. Ahora me gustaría descansar, el día ha sido muy largo compañero. - Comentó Teo después de que Isi le entregara la foto que le había pedido.

-Está bien. Yo mañana asistiré al encuentro de la masa con Jaidev y veré qué es lo que hago. Te dejo Teo y te deseo toda la suerte del mundo. Buenas noches. - Dijo Isi para abandonar la autocaravana del viejo mientras este pensaba que seguramente el detective acudiría a algún bar a tomarse unas copas para compensar un día sin probar ni gota de alcohol. 

Teo se despertó al día siguiente a las siete de la mañana para prepararse y poner rumbo a Oñate, que quedaba aproximadamente a tres horas de distancia, no sin antes pasar a por la foto del maestro Urrea que le había preparado su compañero. Para llegar hasta allí el viejo tuvo que sobrepasar núcleos de población importantes desde hacía siglos como Burgos y Vitoria-Gasteiz y otras que no sólo habían resistido el éxodo rural sino que habían crecido de una manera importante debido a la importancia de su industria en el tejido productivo nacional tales como Miranda de Ebro y Mondragón, que ya superaban los doscientos mil habitantes cada una. Después de dejar atrás Mondragón, Teo se salió de la carretera nacional por la que circulaba y se dirigió al sureste unos seis kilómetros hasta que alcanzó su destino al cual accedió por una gran avenida en la que finalmente aparcó su autocaravana a la altura de un polígono industrial bastante vivo. El resto del trayecto hasta la casa del maestro Urrea lo abordó andando ya que también le apetecía no perderse ningún detalle de aquel entorno desconocido y para estirar las piernas ya que la duración de aquel viaje conduciendo le pasó cierta factura físicamente debido a su edad. De camino el viejo se dio cuenta de que el municipio estaba bastante vivo tal y como le dijo Isi. Ciudadanos y androides recorrían las calles inmersos en sus quehaceres y al viejo le sorprendió ver gente de todas las edades lo que significaba que Oñate seguía siendo capaz de retener a sus habitantes lo que llevó a Teo a pensar que allí había trabajo, servicios y, en general, calidad de vida.

El primer edificio que llamó la atención de Teo fue un monumento renacentista que, según la información que obtuvo preguntando, era uno de los más importantes que se podían encontrar en la zona en ese estilo. Antiguamente albergó una institución conocida como universidad Sancti Spiritus pero actualmente las instalaciones acogían a un colegio público del municipio. Pero lo que más le gustó a Teo es cuando le informaron que la fachada informaba al estudiante del deber de formarse en virtudes y valores nacidos de la cultura cristiana y pagana a la vez que para poder acceder al edificio había que pasar entre San Agustín y San Jerónimo, dos grandes filósofos y representantes de la erudición teológica.

Teo continuó por la avenida hasta que por fin se topó con la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel y que el viejo pudo reconocer como un templo gótico que estaba formada por tres naves y una torre de piedra caliza gris que contrastaba con la obra del resto del monumento. Esta estaba situada junto a una plaza de considerables dimensiones presidida por el Ayuntamiento de la localidad y que había mantenido una estética castiza nacida del interés por conservar los elementos históricos del municipio. Tras estudiar la Iglesia y darse una vuelta por la zona que más o menos le llevó una hora, Teo se dirigió a la casa del maestro Urrea, una vivienda familiar de dos plantas, situada en una calle estrecha que nacía casi desde la iglesia y cuando llegó no dudó en tocar al timbre y esperar a que alguien contactara a través del video portero ubicado al lado de la puerta principal. Sin embargo nadie contestó pese a que Teo hizo unos cuantos intentos y esperó alrededor de veinte minutos. 

Justo cuando iba a pasar al plan que consistía en preguntar a la gente con la que se cruzara por esa zona acerca de su objetivo, una anciana se le acercó y, tras hablarle en euskera al principio y ver que Teo no entendía nada, le preguntó ya en castellano si estaba buscando a Hodei a lo que Teo contestó afirmativamente. La anciana le dijo que a esas horas el anciano seguramente estaría almorzando en un mesón conocido como "El Akelarre" situado bastante cerca según las indicaciones que le dio o se encontraría dentro de la Iglesia sentado en una bancada sumido en sus pensamientos. También le dijo que lo reconocería fácilmente porque usaba un exoesqueleto personalizado ya que su movilidad natural ya era muy reducida, una tecnología que no estaba al alcance de todos por el coste que conllevaba  así como que se servía de un par de androides para atender las obligaciones de su vivienda. El viejo le agradeció a la anciana la información y se puso en marcha dirigiéndose primeramente al interior de la Iglesia y donde no tardó en darse cuenta de que el maestro Urrea no estaba allí. Pese a ello Teo invirtió un tiempo considerable maravillándose con el interior de la Iglesia, sobre todo con los dos retablos allí presentes, uno de estilo plateresco situado en la capilla de la piedad y otro, el mayor, de estilo barroco muy ubérrimo con los santos patronos de la villa entre otros detalles como angelotes y frutos.

Cuando terminó la visita decidió agotar la última opción que le había dado aquella anciana y se dirigió al mesón. En la entrada pudo ver que ese negocio tenía más de dos siglos de antigüedad por lo que debía ofrecer un servicio de calidad que Teo decidió que comprobaría cuando llegara la hora de comer. Cuando accedió al interior fue recibido por un androide especializado en actividades de hostelería pero el viejo le dijo con educación que venía a visitar a alguien y no quería una mesa. Cuando el autómata se retiró echo un vistazo a la escasa clientela pero no pudo localizar a su objetivo así que su siguiente paso fue acercarse a la barra y preguntarle a un individuo que había tras ella por Hodei quien le contestó que se encontraba en un salón privado almorzando con un par de amigos y que si quería podía acompañarlo hasta allí pero Teo, tras pensarlo dos veces, no quiso invadir el espacio del anciano causando mala impresión así que decidió que era mejor esperarlo en la puerta de su casa y con algo de suerte podría abordarlo cuando ya estuviera solo y sin muchas cosas que hacer. Y justo cuando iba a abandonar el mesón le vino a la mente una idea que podía funcionar para ganarse el favor de Hodei y que no fue otra cosa más que pagar el almuerzo de él y sus dos amigos con el objetivo de que el camarero se lo comunicara junto a la descripción de su físico y más adelante Hodei lo reconociera en la puerta de su casa poniéndolo en el compromiso de tener que dedicarle cierto tiempo a su encuentro. Así que Teo apostó por su intuición y realizó dicha gestión con el camarero al que le había preguntado por el anciano. 

Después de pagar, Teo puso rumbo a la puerta de la casa de Hodei y allí esperó sentado en el escalón de la puerta principal aproximadamente una hora hasta que en la lejanía pudo reconocer la silueta de este andando con la ayuda de su exoesqueleto que le proporcionaba naturalidad y mayor dinamismo a sus movimientos que claramente no serían así de normal debido a su avanzada edad. Cuando quedaban unos metros para que llegara a su casa Teo pudo comprobar como su semblante se extrañó seguramente por el hecho de tener una visita pero no tardó en dedicarle una sonrisa.

-Así que usted ha sido quién ha pagado el almuerzo mío y de mis compadres. Sí, la descripción que me dio Unai encaja con usted ¿A qué debo tan gentil acto? - Preguntó Hodei con una leve sonrisa en su cara.

-A que quien necesita algo primero debe dar antes de recibir. El mundo antiguo siempre ha funcionado así. - Contestó Teo con algo de felicidad ya que por dentro sabía que su plan había funcionado.

-Y tal costumbre se está perdiendo. Pero ¿Qué te puede ofrecer un anciano como yo a estas alturas de la vida? - Inquirió Hodei.

-Mi nombre es Teo y seré sincero. Me ha traído hasta usted la necesidad de obtener información acerca de una de sus obras, maestro Urrea. Es importante para una investigación en curso bastante seria. - Respondió Teo con honestidad ya que no quiso arriesgarse a que la conversación se torciera al principio.

-¿Perteneces a algún cuerpo oficial como la Guardia Civil o el Centro Nacional de Inteligencia? - Indagó Hodei.

-No. No. Ese es el problema. La Guardia Civil no ve suficientes indicios para indagar en el caso así que la investigación es privada. No tiene la obligación de atenderme ni contestar a mis preguntas pero si lo hiciera se lo agradecería mucho y colaboraría para parar los pies a un malnacido que esta provocando mucho daño.

-Si te digo la verdad no es que tenga mucho que hacer así que te ayudaré en lo que pueda. Pero primero pasemos a mi casa y pongámonos cómodos. - Dijo Hodei mientras sacaba una llave de considerables dimensiones de un bolso que llevaba colgado.

Hodei abrió la puerta de su casa y ambos accedieron al amplio recibidor donde un androide con forma de humanoide les cortó el paso para saludar a su dueño y preguntarle si necesitaba algo. Hodei le dijo que todo estaba bien y este le contestó que entonces seguiría con la función de limpiar la casa. Hodei invitó a pasar a Teo a otra habitación grandísima que por los muebles y tecnología allí presente este dedujo que era el salón comedor. En un lado de aquella sala había una chimenea con el interior bastante limpio y a su lado había una leñera llena hasta arriba con troncos ordenados por su tipo de grosor. Encima de la chimenea había un cuadro donde se podía ver un gran macho cabrío rodeado de brujas ancianas y jóvenes celebrando un ritual donde estas ofrecían niños a aquella criatura. En el fondo del cuadro se podía ver el cielo de noche con la luna y animales nocturnos volando. Teo no pudo evitar quedarse observando aquella estampa durante unos segundos hasta que Hodei se puso a su lado y lo interrumpió.

-¿Sabes algo de lo que estás viendo? - Preguntó el anciano.

-La verdad es que no pero es una obra de arte increíble ¿Es suya, maestro Urrea? - Consultó Teo.

-Para nada. No soy tan bueno. El cuadro se le conoce como El Aquelarre de mil novecientos setenta y ocho y fue pintado por Goya, uno de los mejores pintores que ha dado nuestra nación al mundo entero.  Solo te diré que su obra incluye unos quinientos óleos y pinturas murales. Un fuera de serie. Quizás te suene una de sus obras más populares conocida como La Maja Desnuda ¿no?

-Pues no. La parte que más me gusta del arte es la historia de la arquitectura. - Contestó Teo sin parar de mirar aquel pequeño cuadro.

-Cada uno con lo nuestro ¿eh? Por supuesto el cuadro es una copia del original. Es impensable calcular el valor del original. Bien, sentémonos y hablemos de lo que vienes buscando. Pero antes ¿Te apetece tomar algo?

-Un poco de agua estaría bien. - Respondió Teo mientras agradecía la hospitalidad del anfitrión con una pequeña reverencia.

Hodei llamó al androide que les recibió en la casa y le pidió que le trajera una jarra de agua y un vaso para Teo y una botella de patxaran y una copa para él mismo. El anfitrión sirvió el agua a su invitado y llenó su copa con dos dedos con aquel licor del que Teo sabía poco. Cuando el autómata se retiró a seguir con sus actividades programadas, el maestro Urrea le dio un trago a su copa para después clavar su mirada en Teo y hacer un gesto como queriendo decir que era hora de tratar el tema que le había llevado hasta allí.

-Como dice el refrán, una imagen vale más que mil palabras. ¿Qué me puede decir acerca de esta obra suya? - Interpeló Teo mientras ponía encima de la mesa la foto del cuadro del demonio hecha en casa de Carlos Jones.

-Madre mía ¿De dónde has sacado esta imagen? Hace tanto tiempo que no la veo que ni me acordaba de ella.

-El lugar donde la saqué no es tan importante como qué es lo que pasó para que llegara hasta allí. Así que me gustaría que me contara un poco acerca de ella.

-La historia que rodea a esta obra es bastante larga pero no tengo nada que hacer hasta la hora de comer. - Dijo Hodei sin apartar la mirada de la foto.

-Yo tampoco tengo nada que hacer, tan solo escuchar esa historia así que soy todo oídos.

-A ver ¿Por dónde empiezo? Vale. Después de terminar un encargo de la Federación de Iglesias Evangélicas de Luisiana, Estados Unidos, que se basaba en pintar unos frescos en varias iglesias del antiguo condado de East Baton Rouge ya que esas subdivisiones administrativas de los Estados Unidos desaparecieron cuando el Gobierno Mundial aprobó la ley que no permitía que un ciudadano soportará más de cuatro niveles administrativos por encima suya tal y como ocurrió aquí con la eliminación de las Comunidades Autónomas, decidí instalarme otra vez en España, en concreto en Bilbao, para atender unos asuntos familiares y tomarme un descanso después de una racha de trabajos agotadores que me habían llevado a varios países durante más de una década.

-No sabía que también se dedicaba a pintar frescos y sobre todo a otros temas que no estuvieran relacionados con el universo demoníaco. - Casi interrumpió Teo al maestro sorprendido por la información que este le había transmitido.

-Siempre me han gustado los temas espirituales, tanto de un lado como del otro aunque al final de mi carrera profesional me especialicé en elaborar retablos relacionados con el paganismo. Pero he hecho de todo como un buen artista. - Añadió Hodei mientras le daba unos golpecitos a la foto que le había proporcionado Teo.

-Continúe, por favor.

-Otra de mis pasiones ha sido el ajedrez así que asentado ya en Bilbao me apunté a un club para jugar y allí conocí a un chaval de unos catorce años que prometía bastante así que me interese por él y desarrollamos un vínculo estrecho, sobre todo porque el tutor de aquel joven me contó que vivía en una casa de acogida ya que su padre perdió la vida en un accidente de trabajo y a la semana su madre murió de cáncer. Nadie se hizo cargo de él, algo que me pareció muy triste y que hizo que me involucrara con él hasta el punto que con el paso de los meses decidí acogerlo en mi casa. El cuadro que me has enseñado es un regalo que le hice.

-Un regalo un tanto peculiar para un joven de esa edad ¿no?

-La cuestión es que una vez me contó que desde pequeño soñaba a menudo con una entidad con siete ojos, lengua de serpiente y numerosos cuernos en la cabeza. Incluso estaba obsesionado con ella. Decía que tenía un vínculo con lo que fuera ese ser y que lo había protegido en varias ocasiones en que su vida corrió peligro. Así que decidí elaborar el cuadro como regalo para entregárselo cuando cumplió los dieciocho años.

-¿Y cómo compaginó su trabajo con la tutela del chico?

-Simplemente me acompañaba allí donde el trabajo me reclamaba hasta que cumplió la mayoría de edad y ya se podía quedar solo en Bilbao. Todo fue bien hasta que la cosa se empezó a torcer. - Contestó Hodei antes de beber de su copa.

-¿Qué pasó? - Preguntó Teo.

-Comenzó a drogarse y llegó hasta tal punto que empezó a robarme para poder comprar las drogas pese a que yo le garantizaba un buen nivel de vida. Llegó un punto en que la situación se hizo insostenible y tuve que expulsarlo de mi vida porque incluso un par de veces trató de agredirme. Aquel chaval inteligente y tierno se convirtió en un joven insoportable y caótico.

-¿Llegaste a denunciarlo? - Inquirió Teo con interés ya que pensó que si había denuncia quizás Isi pudiera sacar información indagando en la base de datos privada con la que trabajaba.

-No. Pero a cambio le pedí que no se acercara más a mi vida. Y, por suerte, lo cumplió.

¿Y qué fue de él?

-Sé es que comenzó a tener delirios hasta el punto que acabó teniendo un brote psicótico bastante fuerte ya que se lo detectaron bastante tarde. Fue ingresado en la planta psiquiátrica de un hospital en Bilbao. Estaba obsesionado con que tenía que salvar de la muerte a la gente a la que quería para que lo acompañaran en el periplo que tenía que llevar a cabo más allá del mundo que conocemos. La última información que me llegó es que cuando se recuperó, casi dos años después de aquel episodio, decidió viajar a la India donde fue aceptado en un áshram de algún gurú espiritual. Estamos hablando de algo que ocurrió hace más de veinte años así que no recuerdo muchos detalles de la historia, entre otros motivos, porque he puesto bastante empeño en olvidarlos. 

-Bien. Y la gran pregunta es ¿Cuál es el nombre y apellidos de ese chaval? - Consultó Teo viendo que ya era oportuno ir un poco más al grano.

-Nunca lo olvidaré. Se llamaba Ekaitz Jáuregui. Digo se llamaba porque alguien me dijo que se cambió su nombre y apellido antes de partir para la India pero no sabría decirte. Supongo que lo hizo como forma para renacer después de lo duro que fue para él superar su enfermedad mental.

-¿Tiene alguna foto de él? - Inquirió Teo.

-Me deshice de todo lo que me recordaba a él. Y como puedes deducir, soy demasiado mayor para tener un implante mental que me permita acceder a tramos de mi memoria. - Respondió Hodei señalando a una de sus sienes.

-No se preocupe. Creo que con lo que me ha contado podré, con la ayuda de un amigo, averiguar su actual nombre. Aún así ¿Cómo era su última apariencia física que recuerda?

-Alto, pelo castaño, delgado pero fuerte, ojos verdes y un pendiente en su oreja derecha. Ah y se tatuó algo a la altura de la muñeca de su brazo derecho que nunca entendí. El tatuaje estaba formado por un círculo que contenía nueve esferas alrededor de otra más grande y central. En la parte externa del círculo, en la parte de arriba,  aparecía un ojo con pestañas muy largas y desde la pupila de este nacían líneas gruesas que iban a parar al centro de cada una de las nueve esferas. - Contestó Hodei.

-Muy bien ¿Algo más que deba saber? - Preguntó Teo después de dar el último trago al vaso de agua.

-La verdad es que no. No se me ocurre nada salvo que si Ekaitz está causando daño tan solo espero que alguien le pare los pies porque cuando le daba por algo su determinación era poderosa. -Dijo Hodei para después darle un largo trago a su copa de patxaran.

-Se ha sumergido en un mundo peligroso. Parece que aún quedan ascuas calientes en él relacionadas con la ruptura de la realidad que tuvo. - Dijo Teo siendo consciente de que estaba mintiendo al maestro Urrea pues tenía claro que los demonios existían verdaderamente. - Le agradezco su tiempo y su atención, maestro. Ha sido de gran utilidad. Ya es hora de volver al trabajo, me esperan unas cuantas horas al volante.

Hodei acompañó hasta la puerta de su invitado y desde allí le deseo suerte en su tarea después de conversar durante un rato más acerca del punto en el que se encontraba el mundo en ese momento, algo que Teo hizo con gusto ya que poco a poco fue dándose cuenta de la sabiduría que tenía el maestro Urrea y porque se notaba que este valoraba por encima de muchas cosas el gozar de una buena compañía. Cuando abandonó aquella vivienda, el reloj marcaba la una del mediodía y Teo barajó dos opciones. La primera consistía en  comer en Oñate y después poner rumbo a Aranda de Duero y la segunda opción era partir en ese mismo momento para llegar sobre las tres y media de la tarde a su destino. Al final se decantó por esta última opción ya que necesitaba localizar a Isi para que le ayudara. si tenía suerte, a dar el último paso para desenmascarar la identidad del líder de la secta apoyándose en la nueva información que había obtenido. Así que Teo se dirigió a su autocaravana y condujo el considerable camino de vuelta hasta la localidad arandina sin ningún incidente y, cuando llegó, estacionó donde pudo en el parking de caravanas que desde hacía más de una semana se había convertido en su hogar. Después de estirar las piernas se dio una vuelta por la zona para localizar la casa rodante de Isi y no tardó en encontrarla pero allí no había nadie. Cuando estaba a punto de dirigirse a una tienda de alimentación para conseguir algo de comida alguien le gritó desde lejos con una voz que le fue familiar y que reconoció como la de Isi, que venía andando a lo lejos. Cuando se encontraron el detective le dijo que venía de comer después de haber asistido hasta el final del evento del famoso gurú espiritual, incluida la insoportable meditación, para observar a Carlos Jones y sus dos amigos pero que no había visto nada que aportara valor a la investigación. Entonces Teo le pidió a Isi que abriera su autocaravana para poder hablar y compartir todo lo que había averiguado en Oñate.

-Dime, Teo ¿Qué tienes? - Preguntó Isi a la vez que se frotaba las manos.

-Necesito que busques en todos los sitios que puedas a tu alcance toda la información acerca de un tipo conocido como Ekaitz Jáuregui.

-Sin problema. Dame unos segundos.- Dijo Isi para después sentarse en uno de los pequeños sofás y conectarse a la red global de datos.

-El maestro Urrea le regaló el cuadro que vimos encima del altar. Creo que estamos cerca de desenmascarar al adalid de todo este mal.

-Pues no te puedo decir mucho, Teo. No tiene perfil en la red social ni ninguna noticia relevante. Además hay unas cuantas personas que tienen el mismo nombre. Voy a atacar la base de datos privada.

-El maestro Urrea me dijo que se cambió el nombre. También estuvo ingresado en una planta psiquiátrica de Bilbao. A ver si por ahí suenan los tiros. Vamos Isi, no me falles.

-De momento nada.  Con respecto al cambio de nombre no aparece nada por lo que no lo llevaría a cabo oficialmente. Seguramente lo utilizará tan sólo como seudónimo como el autor de un libro que quiere ocultar su nombre real. - Comentó Isi sin descentrarse de su tarea.

-Joder, parece que algo esté de su parte para ayudar a mantenerlo en la sombra. - Indicó Teo mirando de reojo por la ventana de atrás de la autocaravana.

-La base de datos privada tampoco tiene información de los hospitales públicos de Bilbao. Así que por ahí vamos a rascar poco o nada. - Expuso Isi.

-Me dijo que era un tipo alto, con el pelo castaño y ojos verdes y que viajó a la India donde conoció a un gurú espiritual y se unió a su áshram. 

-Ese gurú espiritual podría ser perfectamente Jaidev ¿no? - Añadió Isi a la vez que ponía su mirada en los ojos de Teo indicando que había dejado de lado su búsqueda en la red global de datos.

-Sí, podría ser perfectamente. - Comentó Teo.

-Pues yo conozco a alguien que encaja con esa descripción aunque no podríamos determinar al cien por cien que es la persona que estamos buscando. Además su pelo ya esta bastante lleno de canas por lo que no tengo claro lo del pelo castaño. - Declaró Isi no muy convencido de si lo que acababa de decir aportaría algo de valor.

-¿Quién es? - Preguntó Teo sorprendido por lo que el detective le acababa de decir.

-El director de ejercicios espirituales, Gaizka. - Contestó Isi. - No sé, me ha venido a la mente su imagen.

-A ver. Conoce la zona, domina los temas espirituales, tiene acceso a recursos y más o menos encaja con la edad que debería tener Ekaitz ahora. Bien visto, Isi. - Enunció Teo mirando al techo del compartimento.

-Sí, pero no pondría la mano en el fuego. - Dijo Isi un poco arrepentido de haberse arriesgado a señalar a alguien como el último responsable de toda aquella maldad que se estaba dando en la zona.

-Hay dos formas de comprobarlo. Dime ¿Qué significado tiene el nombre de Gaizka en castellano? - Indagó Teo que tenía claro que el nuevo nombre elegido por Ekaitz debía tener algún significado especial.

-Espera. Gaizka significa "aquel que salva o protege". - Contestó Isi.

-¿Y cuál es su apellido?

-Eso sí lo sé. Es Lagunak que significa "amigos". Lo sé porque alguna vez he comprobado algún libro que tiene a la venta en la red relacionado con el Bhakti Yoga.

-El maestro Urrea me dijo que Ekaitz estaba obsesionado con desarrollar poderes para poder salvar a su círculo más cercano y que le ayudarán en la aventura que correría tras la muerte. Ahí está, mi querido amigo, que el cambio de nombre obedece a los deseos de nuestro sospechoso. 

-Los apellidos en euskera están relacionados con temas relacionados con la naturaleza que no incluyen a la palabra "amigos", por lo que es un apellido totalmente artificial. 

-Pues creo que ya tenemos al líder de la secta pero de todas formas aún podemos asegurarnos más porque en Oñate fui informado de que Ekaitz tiene un tatuaje en su brazo derecho muy específico relacionado con un ojo y esferas. ¿Puedes acceder a alguna foto de Gaizka en la red global de datos?

-De esas hay varias. Y que muestre los brazos al descubierto también. Espera, la imprimo. - Dijo Isi mientras llevaba a cabo esa acción y le entregaba la foto a Teo sin pararse a observarla él mismo.

-¡Et voilà! Justo en el blanco. Ahí está el tatuaje del que me habló el maestro Urrea. ¿Quién iba a decir que un maestro de ejercicios espirituales estuviera detrás de las fechorías tan atroces que investigamos?

-Nadie, Teo. Eres un zorro. No se te escapa nada.

-Sí se me escapó en la casa de Carlos Jones. Allí abrí un libro de Gaizka Lagunak con una dedicatoria que no llegué a leer por la prisa que tuvimos en abandonar la vivienda. Las prisas nunca fueron buenas consejeras pero ahora lo importante es que ya sabemos quien es el líder de la secta. - Expuso Teo dando un chasquido con sus dedos cuando terminó de hablar.

-¿Y ahora qué, Teo? - Preguntó Isi después de dar una respiración muy profunda.

-Esa es la gran pregunta, Isi. Esa es, sin duda, la gran pregunta. - Respondió el viejo a la vez que jugaba con su frondosa barba blanca y no paraba de mirar en la foto el tatuaje que Gaizka tenía en el brazo que de alguna manera le llamaba muchísimo la atención.


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