CAP. 1.4: UNA LARGA NOCHE

Sobre las tres de la madrugada Sheila se despertó como consecuencia de los ruidos provocados por lo que parecía ser un grupo de personas que iban hablando y riéndose por la calle a la que daba la ventana de la estancia en la que decidieron dormir Teo y ella. Enseguida se dio cuenta que Teo no estaba en su saco de dormir, aún en el suelo, y echó un vistazo a la habitación y vio al viejo sentado de espaldas a la pared que estaba justo debajo de la ventana. Teo la miró poniendo su dedo índice sobre la boca y Sheila rápidamente se dio cuenta que le estaba rogando silencio para a continuación señalar con el pulgar en dirección a la calle. Sheila empezó el movimiento para salir de su saco de dormir pero Teo le hizo un gesto brusco con las dos manos abiertas y esta vez también acertó adivinando lo que quería decir que no era ni más ni menos que no hiciera ni un mínimo ruido a lo que Sheila se quedó quieta sin embargo no pudo reprimir susurrar a su viejo compañero.

-¿Qué pasa, Teo? - Preguntó Sheila a Teo con la mayor sutilidad que pudo.

Entonces el estruendo que emitía el grupo que deambulaba por la calle se cortó de golpe y seguidamente Teo golpeó sus muslos con las manos abiertas.

-¡Mierda!- Exclamó Teo con un tono de voz normal mientras miraba a Sheila con una expresión de bastante cabreo que hasta entonces la joven muchacha nunca había visto.

Entonces Teo asomó su cabeza por la ventana lentamente y vio al grupo de proscritos avanzando hacia la casa en silencio mientras parecía que su cabecilla hacia gestos con su mano. Teo se dio cuenta que la orden emitida por su líder era que rodearan la casa donde estaba él y su joven compañera y, además, consiguió distinguir a cinco personas en aquel grupo. A continuación Teo se levantó enérgicamente, algo que sorprendió a Sheila pues estaba acostumbrada a ver como ese acto siempre suponía algo de esfuerzo para su viejo compañero y bajo la persiana lo más rápido que pudo provocando un ruido seco cuando esta impactó sobre la repisa de la ventana. El viejo corrió a hacer lo mismo con todas las ventanas de la casa y cuando hubo asegurado todas volvió a la estancia donde se encontraba Sheila.

-Bien, ahora nos enteraremos por cual parte de la casa quieren entrar. - Dijo Teo a Sheila haciéndole un gesto para que saliera completamente del saco de dormir y se incorporara.

-¡Así que tenemos a Teo y una mujer refugiados dentro de esta casa!. - Gritó una voz grave desde la calle que puso los pelos de punta a Sheila. - Abrid la puerta y seremos misericordiosos con vosotros, tan solo queremos vuestras cosas de valor. - Añadió la misma voz que acabó arrojando una carcajada poderosa.

Teo vio que Sheila estaba pensativa e interpretó que había entrado en estado de shock. El viejo se acercó a ella, le puso una mano sobre su hombro y no comenzó a hablar hasta que pasado unos segundos la muchacha depositó su mirada sobre sus ojos.

-Sheila, tranquila. Si nos ponemos nerviosos les daremos una ventaja a nuestros adversarios. ¿Puedes contactar con la Guardia Civil conectándote a la red global de datos? - Preguntó Teo dedicándole una leve sonrisa a su compañera.

-Eso estaba haciendo pero no tengo conexión. Ya lo he intentado dos veces. - Contestó Sheila agachando la mirada.

Teo escuchó como alguien se acercaba a la puerta e intentaba abrirla pero no pudo gracias a un pestillo bastante contundente que cerraron la noche anterior. También una cómoda que Teo corrió con la ayuda de Sheila servía de tope para que la puerta no cediera.

-Me lo temía. Estos proscritos van bien equipados. Llevan un inhibidor de frecuencia y gafas de visión nocturna. También parece que su líder lleva un potente audífono porque de otra manera es imposible que hubieran podido oír tu susurro. Escucha con atención Sheila. Todo lo que te diga ahora lo van a escuchar ellos debido a lo que te he comentado así que cuando acabe de hablar no volveré a dirigirme más a ti. Todo va a salir bien, lo único que podemos hacer es ganar todo el tiempo posible antes de que entremos en combate por si tuviéramos la suerte de que una patrulla de la guardia civil pasara por el pueblo.

El ruido de un golpe fuerte sobre la puerta principal interrumpió a Teo, que miró hacia allí, analizó los daños provocados por lo que dedujo que era un hacha y volvió a mirar a Sheila mientras pensaba la suerte que habían tenido por lo maciza que era la puerta gracias a que era de madera de roble.

-Lo primero que quiero es que te centres en tu respiración, necesito que te tranquilices y te quedes detrás mío en todo momento prestando atención a cualquier ruido que no provenga de la puerta principal. Avísame si crees que están intentando entrar por otro lado. - Dijo Teo mientras agarraba su sombrero de ala ancha y lo ponía sobre su cabeza.

Otro hachazo impactó sobre la puerta principal abriendo una pequeña grieta suficiente para que uno de los proscritos mirara a través de ella y contactara visualmente con el viejo y la muchacha. 

-He detectado seis voces distintas y, normalmente, este tipo de bandas operan con un explorador que va bastante por delante y otro hombre que se queda atrás con el objetivo de avisarles de cualquier amenaza. Por lo tanto son una banda de ocho miembros. No intentes escapar cuando tengas la oportunidad porque serás carne de cañón. - Añadió Teo con un semblante más serio de lo normal.

Un tercer hachazo abrió la pequeña grieta aún más y provocó cierto daño estructural sobre la puerta.

-¿Entendido Sheila? - Inquirió el viejo.

-De acuerdo Teo. - Contestó Sheila mientras se notaba que seguía en la lucha por controlar su respiración.

Teo se sorprendió porque Sheila estaba bastante entera pese al grave peligro que corrían los dos. Los proscritos no sólo transferirían su dinero a sus cuentas sino que los matarían otorgándoles el estatus de desaparecidos. Esa era su forma de actuar pero no dijo nada a su joven compañera porque simplemente  solo hubiera servido para ponerla más nerviosa. A la vez que el cuarto hachazo descomponía el lateral superior derecho de la puerta Teo se situó frente a ella con Sheila detrás. La joven decidió arrodillarse detrás de Teo y comenzó a controlar su respiración tal y como su viejo amigo le había sugerido.

- Teo, Teo, Teo, eres un tipo admirable. Otros en tu situación ya se habrían desmayado y ahí estas tú, guardando la calma, tranquilizando a Sheila y acertando con tu análisis acerca de como operamos. Si no fuera porque te voy a arrancar la piel a tiras te invitaría a que formaras parte de nuestra banda. Se te ha olvidado decirle a Sheila lo bien que nos lo vamos a pasar con ella. - Dijo el líder de la banda de proscritos mientras uno de sus secuaces introducía un brazo a través de la puerta para intentar desbloquear el pestillo.

Entonces Teo propinó un golpe rápido como un rayo con su bastón sobre la mano que jugueteaba con el pestillo, que crujió secamente y abandonó aquella acción volviendo al exterior.

-¡Ahhhh! ¡Me ha roto la mano el muy hijo de puta! - exclamó uno de los proscritos. - ¡Derribad la jodida puerta ya!

Mientras aquel proscrito se quejaba, Teo desenvainó una daga larga que casi alcanzaba la longitud de una espada corta. Sheila se quedó estupefacta porque en dos días que llevaba con el viejo en ningún momento detectó que portara tal arma. La daga era mas ancha por el centro y se volvía estrecha gradualmente hacia el principio y final de la hoja. También contaba con ciertos detalles en la empuñadura haciendo que, en general, irradiara cierta belleza para los ojos de la muchacha. 

La puerta recibió otro hachazo en su parte inferior que no originó casi ningún daño debido a que la cómoda la tenía bien bloqueada. Teo juntó la daga en paralelo con el bastón y murmuró unas palabras antes de comenzar a hacer ejercicios de estiramiento muscular como ponerse de cuclillas y levantarse y mover los brazos haciendo círculos. Pronto derribarían la puerta y comenzaría el combate cuerpo a cuerpo pues, a priori, Teo no había visto ningún arma de proyectiles como un arco o una ballesta que ya podrían haber utilizado disparando a través de la brecha de la puerta.

Otro hachazo más afectó al lado superior izquierdo de la puerta un poco ya que el gran pestillo hizo de resistencia para que no se viniera abajo. Teo pensó que en dos hachazos más el pestillo se iría a la mierda y entre dos hombres conseguirían correr la cómoda y acceder al interior de la casa donde se produciría la escaramuza.

Justo cuando debía producirse otro hachazo enmarcado en la frecuencia con lo que estos estaban siendo dados Teo y Sheila escucharon al líder de los proscritos ordenar la retirada hacia el sur en dirección a la espesura del bosque. La única explicación que encontró Teo fue que habían escuchado algo con la tecnología que portaban o habían sido avisados por alguno de los dos hombres que estaban en la avanzadilla y en la retaguardia. Entonces Teo salió de dudas cuando escuchó a lo lejos, al parecer al noroeste de donde se encontraban ellos, el aullido de una manada de lobos. Un segundo aullido confirmó que estaban más cerca del pueblo hasta que, al cabo de unos pocos minutos, los escuchó pasar por la calle a la que daba la puerta que defendía. Los lobos estaban persiguiendo a los proscritos y gracias a ellos Teo y Sheila se libraron de entrar en un combate con una drástica inferioridad numérica y prácticamente abocado a la derrota con sus respectivas consecuencias para nada buenas para la pareja que formaban el viejo y la joven. Entonces el último de los lobos que conformaban la manada se acercó a la puerta de la casa, asomó su cabeza por la grieta que habían abierto los proscritos y miró primero a Teo durante unos segundos y luego a Sheila durante menos tiempo para seguidamente después correr hacia el sur por la calle con el objetivo de alcanzar a sus congéneres. 

Teo y Sheila se miraron y de repente Sheila se abalanzó sobre los brazos de Teo mientras lloraba no sabía si por la rabia o por la alegría. Teo la envolvió con sus brazos y le dio las gracias por mantener su compostura. El comportamiento de Sheila confirmó a Teo que la personalidad que le había mostrado la joven durante los pocos días que la conocía era verdaderamente fuerte. Después permanecer unos segundos abrazados, ambos se separaron y tras esperar un rato prudencial para quedar fuera del alcance del audífono del líder de los proscritos por sugerencia de Teo, Sheila le preguntó por los siguientes pasos que iban a dar.

-Bien, Sheila. Tenemos una manada de lobos persiguiendo a una banda de proscritos que han huido hacia el sur en dirección a la Sierra de la Cebollera y, como te dije, nos falta conocer la ubicación de otros dos proscritos más que podrían sorprendernos en mitad de la noche si decidimos movernos hacia el norte. ¿Tú qué harías ahora? - Preguntó Teo con la finalidad de que Sheila fuera aprendiendo a tomar sus propias decisiones.

-Pues parece que solo hay dos opciones. O permanecer aquí lo que queda del resto de la noche o comenzar a avanzar hacia el norte. - Replicó Sheila mientras miraba al techo pensativa.

-Ambas opciones tienen sus riesgos. Si nos quedamos puede ser que los proscritos vuelvan y si avanzamos hacia el norte puede ser que seamos emboscados por algún proscrito rezagado. En este caso, Sheila, yo abogo por un recurso del budismo que es el camino medio. Vamos a salir a buscar otra casa que podamos asegurar dentro del pueblo y me vas a prometer que no vas a volver a pronunciar palabra hasta que amanezca. ¿Qué tal tu conexión de datos? - Preguntó Teo.

-No funciona, ya lo he comprobado mientras te abrazaba. - Contesto Sheila haciendo aspavientos con la cabeza.

-Esos jodidos inhibidores de frecuencia cada vez tienen más rango. Vale, vamos a buscar otra casa. Si los proscritos venían del Sur, sus exploradores deben estar al Norte y más al Sur por lo que yo voto por buscar una casa al Este, es decir, casi a la salida del pueblo. - Enunció Teo mientras subía la persiana que daba a la calle y echaba una ojeada.

-Te sigo Teo. - Declaró Sheila.

Ambos recorrieron un par de calles hasta que encontraron una casa accesible a la salida del pueblo que quedaba cerca de una Ermita dedicada a San Miguel. Allí se instalaron y volvieron a bloquear la puerta con lo que pudieron encontrar. Teo miró a Sheila, le guiño un ojo y le hizo un gesto que significaba que le demandaba el más estricto silencio a lo que Sheila desplegó su saco de dormir y se metió dentro. Teo no lo podía creer porque en menos de veinte minutos Sheila se quedó dormida pese a la adrenalina liberada hacia escasamente una hora. Teo prefirió quedarse despierto y aprovechó para meditar acerca de la suerte que habían tenido cuando apareció la manada de lobos. Quizás habían contado con la protección de San Roque o quizás simplemente había sido una coincidencia. La cuestión es que entre divagación y divagación los rayos del sol comenzaron a inundar la estancia en la que se encontraba. Teo aprovechó que Sheila dormía para acicalarse con otros ropajes y estilo personal con el objetivo de no llamar la atención tanto cuando llegarán a hacer contacto con la civilización y justo cuando acabó, en más o menos media hora, la joven muchacha ya le esperaba despierta.

-Teo ¿Eres tú? - Preguntó Sheila mientras se frotaba los ojos con sus dos puños.

-Sheila, por favor, recuerda que antes de ser un ermitaño tuve que relacionarme con altas instancias. ¿Qué piensas? - Consultó Teo a Sheila mientras intentaba hacer pose de modelo y no paraba de reírse.

Teo se había hecho una trenza con su larga barba, se había recogido el pelo con una coleta, había sustituido su sombrero de ala ancha por una simple gorra que llevaba la bandera de Estados Unidos, se desprendió de su bata que le convertía en un personaje salido de una novela de fantasía y la sustituyó  por una trenca de corte moderna y la rebeca larga y pantalones de pana habían dado paso a un vaquero y una camisa de cuadros verdes y marrones. La muchacha también detectó que Teo se había puesto un anillo bancario, una tecnología anterior que servía de método de pago antes de que se implantara el pago por contacto visual para las generaciones que ya disfrutaban del implante mental obligatorio cuando se cumplía la mayoría de edad.

-Que me salvaste la vida anoche, seas un mago o un hípster. - Respondió  la muchacha mientras le devolvía la sonrisa. - Es hora de movernos, nos esperan treinta kilómetros hoy hasta Logroño. - Añadió Sheila mientras comenzó a recoger su saco de dormir pensando en todo lo ocurrido durante aquella larga noche.

El viejo y la muchacha comprobaron el plano y a continuación Sheila le preguntó si corrían el riesgo de volver a encontrarse con aquellos malditos desterrados. Teo le contestó que los proscritos no solían operar a la luz del día y en carreteras donde existe la posibilidad de que pase alguien, incluida la Guardia Civil. Teo continuó diciéndole que a menos de dos kilómetros alcanzarían la carretera que une Soria con Logroño, bastante más transitada que la que iban a recorrer a continuación por lo que, en principio, no había motivos para preocuparse. 

Ambos planearon que su primera parada sería el pueblo de Viguera, donde descansarían y comerían para seguidamente después acometer el último tramo hasta Logroño. El viejo y la muchacha terminaron de prepararse para abandonar aquel lugar y, cuando estuvieron listos, así lo hicieron. Era hora de seguir avanzando.


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