EL DÍFICIL ARTE DE DEMOSTRAR

   A lo largo de nuestra vida solemos recibir miles de impresiones, mensajes o información que intenta arrastrarnos hacia un campo gravitatorio ideológico con el objetivo de hacer grande a alguien o a algo. Los argumentos utilizados pueden ser de todo tipo, desde simples a complejos y podemos llegar a aceptarlos no por el propio peso y coherencia de lo que nos llega sino por las posibles recompensas que recibiremos si nos adherimos a esa forma de pensar. Por ello, si queremos ser personas íntegras debemos estudiar todo aquello que nos llega para poder discernir que es lo que se aproxima a la verdad y que es lo que claramente son falacias que se esconden bajo un meticuloso y deliberado plan de marketing o que simplemente, por estar pasando por alguna etapa de nuestra vida, nos llama y pensamos que ese mensaje encaja perfectamente en nosotros. Nadie da duros por cuatro pesetas así que en esta entrada vamos a hablar sobre dar un paso más allá en nuestra actividad espiritual. No os mentiré, es un paso difícil pero que si llegamos a dominar nos hará poner los pies en el suelo cuando tratemos de mejorar nuestra espiritualidad, un concepto que trata de elevar toda nuestra existencia con el objetivo de mejorarla.

   El paso del que hablo es aprender a dominar el arte de demostrar. Por desgracia en el mundo espiritual nos vamos a topar con todo tipo de personas. Desde narcisistas, líderes que tan solo buscan seguidores para conseguir que sus mensajes sean más creíbles, estafadores o falsos gurús con conciencias muy enterradas que no perturban en lo más mínimo sus mentes con lo que hacen hasta increíbles personas espirituales que buscan verdaderamente ayudar a quién lo necesita o que emanan una sabiduría bien cohesionada que ilumina a las personas que se cruzan con él. Para ello vamos a someter todo lo que nos llega en distintos formatos a la cruda realidad o, al menos, a una muestra de ella.

   Pero antes debemos someter esa información que nos llega al filtro de las falacias, es decir, si eso que nos llega lo podemos clasificar como falacia habremos terminado sin tener que llegar a demostrar si es cierto o verdadero. Para ello te recomiendo que estudies los tipos de falacias existentes para poder rechazar rápidamente ciertos argumentos de tu interlocutor y de paso conocerlo más a él. La gente que no se preocupa en evitar las falacias no deberían formar parte de tu lista de filósofos preferidos ya que su objetivo no es convencer sino hacer ruido.

   Demostrar quiere decir hacer patente de que de verdad cierta cosa se cumple. Habrá demostraciones más fáciles o más difíciles dependiendo de la idiosincrasia de lo dicho. Por ejemplo si entramos en una organización espiritual que presume de elevar espiritualmente a sus miembros pero cuando convivimos con sus bases vemos que, en verdad, sus seguidores están más centrados en ascender por el organigrama o en ejercer una lealtad ciega a su líder que en desarrollarse como personas más íntegras habremos demostrado rápidamente que dicho grupo tiene poco de espiritual. Por otro lado, a veces será más complejo demostrarnos a nosotros mismos que la teoría espiritual no se cumple y deberemos dedicarle más tiempo con nuestra capacidad de raciocinio. Por ejemplo si un gurú trata de encandilarnos desde el principio con la capacidad personal para manifestar riqueza o utilizar la ley de la atracción podremos pensar lo siguiente:

   Si la espiritualidad brota más en personas con menos materia que con más materia debido a que la  autorrealización de los primeros debe basarse en otra cosa diferente a la materia es fácil pensar que debido a la cada vez menos distribución de la riqueza en el mundo hay cada vez más pobreza y más personas espirituales. Si entre esas personas espirituales hubiera un grupo contundente que dominara el arte de manifestar riqueza o atraerla podríamos encontrar en el mundo que la pobreza disminuye pero parece que esto no es así. Por lo que podemos llegar a la conclusión que la manifestación de riqueza por parte de personas espirituales no se cumple por lo que parece ser que esta habilidad es utilizada como chuchería por ciertos líderes espirituales para ganar adeptos o visitas en sus plataformas. Por otro lado tenemos los ejemplos de grandes maestros espirituales que lo último que buscaban era atesorar riquezas. Esta demostración, al menos a mí, me hace alejarme de esas personas espirituales que buscan ganarse mi confianza a través de los resultados finales que suelen ser, paradójicamente, acabar con la pobreza de la persona espiritual.

   Una vez demostrado que una teoría se cumple o no se cumple, es para toda la vida. Al final los hechos se comportan como las matemáticas ya que hay tanta muestra que se puede elaborar un método científico con ellos. No tendrás que desperdiciar tiempo detrás de la gente que afirma ciertas teorías que tu ya has demostrado que no se cumplen. Es más, cuando una persona demuestra con argumentos sólidos que el otro se equivoca suele llamar la atención pues no se ve mucho hoy en día que las personas dediquen esfuerzos intelectuales a contradecir lo que otras personas expresan. Es una actividad en peligro de extinción.

   Por otro lado es importante decir que los esfuerzos mentales para demostrar ciertas cosas es una fuente muy poderosa de mejora de la intuición. Si solemos utilizar el raciocinio en nuestro día a día para discernir lo verdadero de lo falso conseguiremos al final acortar los pasos para hacerlo pudiendo llegar incluso a oler la verdad o la falsedad cuando están delante nuestro. En definitiva, vale la pena invertir tiempo en el arte de demostrar las cosas pues quitará muchas piedras del camino, esas piedras con las que solemos tropezar más de una vez en nuestro caminar. 

   Para acabar, cuando tengas dudas de la información que te llega de algún individuo pídele que te lo demuestre y verás como en la mayoría de casos el silencio es la respuesta. Algo que dice mucho de esa persona porque afirmar sin poder demostrar lo sabemos hacer todos. A su vez no trates de convencer de algo que no puedes demostrar. Ya verás como eso te lleva a hablar menos y escuchar más, algo que dicen que es de sabios.

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