ANU: UNA ULTIMA AUDIENCIA (Parte I)
Como cada cierto tiempo solía hacer, Anu, uno de los cinco primeros Agentes Primigenios creados por el Supremo Hacedor /Agente Origenio), recorría los amplios pasillos del ancestral y enorme templo que había levantado mucho tiempo atrás y que abarcaba casi toda su Esfera de Existencia en el Mundo Intangible. Anu había convertido su hogar en una fortaleza haciendo que el éter más denso se ubicara en la atmosfera de su Esfera de Existencia dejando un agujero lo suficientemente grande para que los visitantes que llegaban pudieran acceder s su núcleo, de considerable menor tamaño que el del resto de Esferas de Existencia y que albergaba el Templo de las Audiencias citado anteriormente.
Sin embargo los visitantes ya no llegaban pues el Supremo Hacedor, después de la Guerra de Ululan, decidió volverse totalmente imparcial con respecto a su creación, El Todo, formado por el Mundo Intangible y el Mundo Cognoscible, siendo este último el que todos conocemos. Desde entonces Anu llevaba una vida solitaria dedicada a sus artes de seguir convirtiendo su Esfera de Existencia en una magnánima obra de arte, pintando hasta sus cielos con imágenes que englobaban desde ciertos acontecimientos atávicos hasta escenas pictóricas nacidas de su propia imaginación. El contraste entre la belleza de aquella Esfera de Existencia y lo vacía de vida era brutal pero Anu, desde que no llevaba a cabo Audiencias de los Agentes Primigenios con el Supremo Hacedor se había convertido en un individuo solitario y algo le reconcomía seriamente por dentro. Esta cosa era que no había recibido nuevas funciones por parte del Creador por lo que a veces, en sus profundas meditaciones, una idea dolorosa aparecía y era que su Padre Creador se había olvidado de él o simplemente había hecho algo tan mal que era preso de su devastadora ignorancia.
Enfué, Ícanus y Omnios hacía una barbaridad de tiempo que no lo visitaban por la simple razón que les comunicó que no quería saber nada de ellos, incluso cuando la terrible Disruptividad se apoderó de una parte importante del Todo como consecuencia de un enfrentamiento entre su Supremo Hacedor y otro Agente Origenio misterioso en el plano superior donde habitaban estos todopoderosos seres y que era conocido como Mundo Divino. Este plano era totalmente desconocido para todos excepto para Ululan, quien fue capaz de ascender hasta él tras la invitación del Supremo Hacedor a consecuencia de los talentos de aquel pero todo terminó fatal cuando Ululan, presa de un egoísmo desmesurado, intentó volver a ascender hasta allí tendiéndole una trampa al Supremo Hacedor.
Anu no paraba de trabajar en seguir embelleciendo su Esfera de Existencia ya que era una de las pocas cosas que le reconfortaba. El hecho de que algún día las Audiencias volvieran a producirse pues no había nada más grande para él que sentirse en la compañía del Creador del Todo, su Padre, y poder sentir el amor que le tenía en todo su ser.
Pasaron eones y eones en la vida solitaria de Anu durante los cuales ya habían surgido bastantes Singularidades en el TODO, incluida la raza humana. Una de las causas de esta soledad era que había decidido imitar la decisión del Supremo Hacedor, su Padre, de mantenerse imparcial en el desarrollo de todo evento en el Todo, pese a que su poder y destrezas eran dignas de admirar incluso por sus hermanos, los primeros Agentes Primigenios creados por aquel para ayudarle a gestionar su Magnum Opus. De tal calado fue la decisión de aislarse del Todo que incluso cerró el agujero a través del cual se podía acceder a su Esfera de Existencia y levantó dos bellos y contundentes faroles para iluminar el interior de este lugar pues el aislamiento incluso había desterrado a los poderosos rayos de luz de Presea, el Lucero Epicentral del Mundo Intangible.
En un momento dado, Anu, mientras paseaba por el Templo le pareció atisbar una sombra que se movía entre los gigantescos y muy bien ornamentados pilares de la Sala Principal de las Audiencias. Anu, al principio, hizo caso omiso, pero a la tercera o cuarta vez que pudo distinguirla con claridad corrió detrás de ella a la vez que se comenzaron a escuchar un canto sin igual por su dulzura y melodía. Anu creyó estar volviéndose loco pero no paraba de perseguir la sombra de color rojizo que se movía hábilmente por aquella enorme estancia, digna de admirar por sus jaeces y decoros así como por sus impresionantes dimensiones.
Al rato, la sombra desapareció y Anu pudo relajarse pensando que había sido un delirio de los que muy de vez en cuando sufría como consecuencia de sus alteraciones de su estado mental producto de técnicas ancestrales que pocos conocían en el Todo y que era la causa de su enorme creatividad totalmente volcada en la decoración de aquella bellísima Esfera de Existencia. Cuando Anu, una vez relajado, iba a retirarse de aquella Sala Principal de Audiencias una voz resonó por ella con tanto poder que encogió tanto la enorme estancia como el corazón de Anu.
--Ya ni miras de reojo el Trono Divino como solías hacer antes, Anu. - Dijo aquella voz poderosa y dulce a la vez.
Anu se volvió a mirar el Trono Divino que había esculpido con tanto amor y diligencia hacía muchísimo tiempo en honor al Supremo Hacedor y pudo ver aquella sombra rojiza sentada en uno de los enormes reposabrazos de aquella obra maestra.
--¿Quién eres?¿Cómo has podido entrar mi hogar?- Dijo Anu en un estado defensivo y un poco tembloroso.
--Para mí, aquí, no hay nada imposible, Anu. Por cierto, por lo que se ve, no has parado de trabajar. Mi atención te lo agradece, no he podido dejar ningún rincón de esta Esfera de Existencia sin recorrer.
--¿Padre Divino? - Dijo Anu con la poca voz que pudo emitir y que contrastaba con el impacto del sonido en aquella gran sala de audiencias.
--Sí, hijo mío. Ya era hora de una última Audiencia pero tan solo entre tú y yo. Ya era hora de volverte a ver mi querido Anu. - Entonó el Supremo Hacedor haciendo consciente a Anu de que esbozaba una leve sonrisa en su semblante sombrío.
Anu se sentó estupefacto justo donde se encontraba en ese momento sin poder articular palabra alguna ya que tan solo era capaz de reconocer el amor que hacía tantísimo tiempo, eones y eones, no había sentido. Sin lugar a dudas se trataba del Supremo Hacedor del Todo.
--Escucha atentamente Anu, He venido, primero a recompensarte y, segundo, a ordenarte. No tengo mucho tiempo. Que comience esta última Audiencia bilateral entre tú y yo únicamente. - Añadió el Agente Origenio, Padre de todo lo que conocemos y desconocemos.
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