CAP. 3.1: LLAMADA AL DEBER

 TRAZAS DEL ORIGEN

CAPÍTULO 3

PRIMERA AMENAZA EXTERIOR


-¿Y ahora qué? - Preguntó Alba sin saber dónde meterse.

-Ahora toca lo que te he dicho. Hemos sido llamados al Cuartel General en Berlín debido a que es posible que próximamente ultimen la declaración de independencia. - Contestó Manuel tratando de acercarse a su mujer.

-No me lo puedo creer ¿Y cuanto tiempo estarás fuera de casa? - Preguntó Alba recordando que esa era una de las preguntas que creía que jamás le haría a su marido.

-Mínimo dos meses, cariño. Si somos llamados a las armas es imposible saberlo.

-No podías conformarte con pertenecer a la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil. Tuviste que alistarte a la Armada Espacial Internacional por tus cojones. - Gritó con cierto control Alba para no despertar a los niños.

-Ya hablamos sobre ello y al final me dijiste que debía hacer lo que me dijera el corazón. Lo hice y en su día lo aceptaste ¿Qué te pasa ahora? - Inquirió Manuel haciendo gestos para que su mujer bajara la voz.

-Pues que no me podía imaginar que en pleno siglo XXIII en el que estamos todavía no hayamos aprendido la lección y de nuevo estemos hablando de una posible guerra. - Dijo Alba dándole la espalda a su marido.

-Pensar en guerra son palabras mayores Alba. La política aún tiene que hacer su trabajo. Hemos sido convocados por si acaso pero debemos confiar en las negociaciones y en que los independentistas no hagan ninguna tontería. - Afirmó Manuel.

-No confiaran demasiado en que la política triunfe cuando os están movilizando. - Dijo Alba con un tono un poco irónico.

-Tan solo debemos estar preparados. Al final la Mega Estación Espacial de Urano no tiene nada que hacer contra la capacidad militar de todo un planeta si deciden declarar la independencia. - Aclaró Manuel dándole la vuelta a su mujer para mirarla a los ojos.

-¿Y entonces por qué tensan la cuerda? - Preguntó Alba.

-Porque es la única forma de que se les tome en serio. Cariño cuando me conociste te avise de los riesgos y consecuencias de mi trabajo y de mi deseo de acabar en la Armada Espacial Internacional. Necesito que me apoyes y no que me ataques.

-En aquel entonces no teníamos cuatro hijos que tirar para adelante juntos.

-Y volveremos a estar juntos antes de lo que te imaginas. 

-¿Me lo prometes?

-Te lo prometo. Antes de que te des cuenta estaré entrando por la puerta de casa y nos iremos de vacaciones de lujo con los ingresos extra por estar destinado en una misión.

-¿Cuándo te tienes que ir?

-Mañana sobre las diez de la mañana pasarán a por mi aquí, en casa, y nos dirigiremos a la base militar de Cuatro Vientos donde mi unidad se reunirá. De ahí nos transportarán al Cuartel General de la Armada Espacial Internacional en Berlín. El punto final es llegar al Cuartel General Lunar desde donde esperaremos instrucciones.

-Tus hijos ya están durmiendo. Y mañana a esa hora no estarán en casa así que tendrás que madrugar para despedirte de ellos. 

-Y así lo haré aunque les diremos que papá ha salido un tiempo fuera para entrenar. Nada de misiones ¿Vale?

-El mayor de tus hijos ya tiene siete años y empieza a ser consciente de lo que pasa en el mundo y a lo que se dedica su papá. Esperemos que no ate cabos.

-Si los ata ahí estarás tú para desatarlos. Ahora dame un beso y ayúdame a preparar mis cosas antes de acostarnos.

-No me sale darte un beso. Todo esto es una locura.

-Cariño no hace ni una hora que me ha entrado la comunicación. Normal que sea una locura pero así es la vida de un militar. Ya lo sabías cuando me elegiste.

-Pero ahora es cuando me afecta. Toda esta incertidumbre y la posibilidad de que tengas que luchar me mata. - Dijo Alba evitando mirar a Manuel.

-Juntos hemos pasado cosas más duras. Y si al final todo esto acaba en una intervención militar sabes que pocos hay más preparados que yo. Toda mi vida me llevo preparando para ir a la guerra. 

-Esos malditos independentistas. Se quieren ir cuando el mundo está mejor que nunca, cuando incluso tenemos a los Dioses de nuestro lado. - Expuso Alba apretando su puño derecho con fuerza a la vez que miraba al suelo y pensaba en todo lo ocurrido en el famoso Tratado de las Esencias.

-Solo quieren privilegios y más competencias constitucionales que gestionar. No habrá declaración de independencia. Saben que no pueden ganar y se meterían en un callejón sin salida. - Añadió Manuel.

-Dejémoslo aquí. Vamos a preparar tus cosas. - Dijo Alba pero Manuel se quedó inmóvil mirándola con cara de preocupación. - Venga, vamos.  Añadió mientras volvía a darle la espalda a Manuel.

Cuando acabaron de dejarlo todo listo se fueron a la cama con la idea de descansar pero tan solo consiguieron quedarse dormidos a altas horas de la madrugada. La noche transcurrió entre actos pasionales, conversaciones acerca de los mejores momentos que habían vivido juntos y silencios muy cómodos en los que tan solo bastaba mirarse muy de cerca. A las siete de la mañana sonó el despertador y Alba fue a preparar a los niños para que estuvieran listos para afrontar el día de obligaciones escolares mientras Manuel se daba una ducha para terminar de estar listo para partir y gastar el último tiempo en casa tranquilizando y disfrutando a su amada. No tardó en llegar el momento de despedirse de sus hijos para que Alba los acompañará al colegio y a la guardería andando ya que dichos centros se encontraban cerca de donde vivían. Cuando ella llegó a casa tenía listo un desayuno muy especial que Manuel había preparado junto con la ayuda del androide doméstico con la intención de subirle los ánimos pero al verlo Alba se echó a llorar. Manuel le dijo que recordara todo lo que habían hablado la noche anterior y que cuando menos lo esperara él estaría de vuelta. Hasta que se hizo la hora de partir la pareja permaneció abrazada, cruzando pocas palabras y tan solo sintiéndose el uno al otro. 

Los compañeros de Manuel fueron puntuales porque justo a las diez sonó el timbre, un sonido que sacudió el cuerpo de Alba por completo. Manuel se separó de ella, que ejerció cierta resistencia, y le dijo que había llegado el momento. Todo lo que quedaba por hacer para abandonar la casa lo llevó a cabo sin mirar directamente a los ojos de su mujer. En esos ojos tenía lo más valioso de su vida y tenía que dejarlo de lado sin saber cuando los volvería a ver. La despedida fue demasiado fría y cuando traspasó el umbral de la puerta sin mirar atrás pudo escuchar las últimas palabras de ella, unas palabras que se le clavaron en el corazón y a las que no contestó. Tan solo avanzó firmemente escaleras abajo hacia la calle seguido por su androide que llevaba gran parte de la carga. Aquellos fueron los primeros pasos en su misión y quizás los más difíciles de todos.

En la portería de aquel edificio le esperaban dos miembros de su compañía con el mismo rango que él. Manuel los conocía de sobra pero, en concreto, con uno de ellos mantenía una gran relación de amistad y no tardaron en abrazarse. Como le dijo a su mujer, Manuel llevaba preparándose para la guerra toda su vida pero en aquel abrazo con su amigo Iñaki pudo sentir, junto a la alegría de reencontrarse con su amigo, cierto nerviosismo por los acontecimientos que le depararían en los próximos días.

-¡Vamos! Dejad las mariconadas para cuando estéis solos. - Gritó el conductor del vehículo militar que estaba mal aparcado a unos metros de la portería.

-Si, será mejor Robert. No queremos que te empalmes mirando. - Dijo Iñaki sin apartar la mirada de Manuel.

-Venga subid ya los tres. Nos están esperando en la base. El destino nos llama. - Añadió Robert antes de emitir un grito de guerra un tanto peculiar.

Manuel, Iñaki y Héctor subieron a aquel vehículo militar ligero que albergaba en varias partes el logo de la Armada Espacial Internacional sobre una pintura irregular gris y negra. Cuando lo hicieron Robert arrancó el motor haciendo que este se elevara un metro del suelo y recogiera las cuatro poderosas patas que sirvieron como apoyo durante su reposo antes de que comenzará a aerodeslizarse por aquella avenida del barrio de Santa Eugenia ubicado en el distrito de Vallecas en dirección a la base aérea de Cuatro Vientos, aproximadamente a una hora de camino. Durante ese recorrido los cuatro recibieron el apoyo de ciertos viandantes y conductores con los que se cruzaron ya que ya era más que conocido el acto de rebeldía de la Mega Estación Espacial de Urano.

-¿Qué tal tu permiso Manuel? - Preguntó Iñaki desde el asiento del copiloto.

-Al principio bien pero ha sido duro tener que despedirse de la parienta en persona. Me hubiera gustado estar en vuestra situación y solventarlo todo a través de contacto telemático. - Contestó Manuel.

-Tiene que haber sido duro pero al final acaban entendiendo que es nuestra forma de ganarnos la vida. - Dijo Héctor en un estado pensativo. -Además la declaración de independencia es un farol. Solo quieren conseguir más competencias.

-¿Qué tal por el Cuartel? - Preguntó Manuel.

-Mucho movimiento. Nuestra compañía ya esta casi preparada para partir. El Capitán no nos deja vivir porque dice que tenemos que ser un ejemplo para nuestro Batallón en Berlín. - Contestó Iñaki.

-¿Cuántos Batallones se van a movilizar? - Indagó Manuel.

-Se comenta que la Brigada al completo. -Respondió Iñaki mientras se giraba para hacer contacto visual con Manuel.

-¿Toda la Brigada? - Preguntó sorprendido Manuel.

-Y eso no es nada. Dicen que van a movilizar al menos a tres cientos mil hombres bajo el mando del General de Ejército Berend de Vries. - Dijo Iñaki.

-¿Entonces van a movilizar al tercer ejército al completo? - Inquirió Manuel con cara de incrédulo.

-Si. Europa y el Norte de África somos los ganadores. - Añadió Robert.

-¿Se necesitan tantos medios para invadir y asegurar esa maldita Mega Estación Espacial en el peor de los casos? - Preguntó Héctor.

-Piensa que también es una oportunidad para hacer prácticas para la Armada Internacional Espacial y por otro lado es la primera vez que, en el caso de que estalle el conflicto, esta ataque una posición en el espacio exterior. - Dijo Iñaki mientras se tocaba la nariz. -Además ellos cuentan con ventaja. Están acostumbrados al espacio y conocen mucho mejor el que sería el campo de batalla. Vamos, que el Gobierno Mundial se está jugando su reputación y la cohesión de las estructuras de poder de nuestra civilización. El Capitán dice que si al final hay guerra quieren una victoria que mande un mensaje contundente a los que estén pensando en hacer lo mismo.

-De momento disfrutaremos del Cuartel General Lunar. Yo aún no he estado. - Dijo Héctor.

-Yo sí. Las vistas son impresionantes y si nos dan tiempo libre podemos ir a Colonia Prime. Allí hay bastantes servicios especializados en cubrir las necesidades que pueda tener un soldado. Luego están los grandes astilleros situados en la órbita lunar y que impactan un montón. La verdad es que tengo ganas de volver. - Dijo Iñaki dejando claro su veteranía en la Armada Espacial Internacional.

-Esperemos que sea lo más lejos que nos envíen. En caso contrario será una mala señal. - Aclaró Manuel.

-Putos Uranianos. Se creen mejores que nadie. Si al final hay conflicto los vamos a destrozar. - Dijo Robert apretando su puño derecho.

-Sí. Se van a cagar. - Añadió Héctor.

-La Armada Espacial Internacional cuenta con los mejores hombres. Aún recuerdo las pruebas destroza cuerpos y mentes que tuve que pasar para acceder. Somos los mejores sin duda alguna. -Dijo Manuel en un intento por animarse después de la despedida con su mujer.

-¡Vamos mis niñas! Esa es la actitud. - Dijo Robert para después hacer su típico grito de guerra.

El cuarteto no tardó en llegar a la base aérea de Cuatro Vientos la cual era un total hervidero de acciones militares de la compañía a la que Manuel y sus compañeros pertenecían. Un total de trescientos hombres de infantería ligera llevando a cabo todo tipo de órdenes y preparativos, desde entrenamiento hasta tareas de logística para empaquetar todo lo necesario y cargarlo en quince aeronaves que serían las responsables de transportarlos hasta el inmenso Cuartel General de Berlín, donde se unirían con el resto del ejército. Robert aparcó el vehículo ligero en un aparcamiento cercano donde se concentraba el pelotón al que los cuatro pertenecían. Dicho pelotón estaba constituido por dos escuadrones de veinticinco hombres cada uno y estaba bajo el liderazgo del Sargento Primero David Linares. Manuel, Iñaki, Robert y Héctor formaban parte de uno de los dos escuadrones bajo el mando del Cabo Primero Enrique Martínez. Cuando llegaron, accedieron a las instalaciones donde su escuadrón estaba preparando todo el equipamiento para llevarlo a las aeronaves y se sumaron a dicha tarea. Cuando acabaron de cargar el camión automatizado que esperaba a las afueras para facilitar el transporte de dicho equipamiento, se dirigieron hacia los hangares de la base aérea para traspasar la carga de aquel vehículo pesado a la correspondiente aeronave. Una vez que terminaron de hacerlo volvieron al edificio donde se habían instalado para esperar a recibir nuevas órdenes y al rato el Sargento Primero que lideraba el pelotón los hizo formar en el patio que se encontraba enfrente de la puerta principal de donde estaban alojados. Allí les comunicó que a primera hora del día siguiente partirían hacia Berlín donde les estarían esperando las famosas fragatas espaciales que les llevarían hasta la base militar de la Luna. Aquel periplo se llevaría a cabo en el mismo día así que les exigió disciplina y organización, sobre todo a los cabos primeros, para que todo fuera como la seda. También les comunicó que la tropa al completo formaría enfrente de los hangares antes de su transporte hasta el Cuartel General alemán para escuchar el discurso del Capitán de la Compañía, quién tenía la intención de comunicarles algo importante. Por último les hizo saber que después de comer realizarían un entrenamiento de dos horas que ya habían planificado sus suboficiales al mando. A continuación el pelotón rompió filas y se dirigieron hacia una nave industrial bastante grande que servía como comedor cuando el reloj marcaba las tres de la tarde. 

A las diez de la noche y como el código deontológico marcaba todos estaban ya metidos en sus respectivas camas. A las seis de la mañana el pelotón se levantó y como ya lo habían preparado todo el día anterior tan solo tuvieron que acudir a desayunar al comedor levantado provisionalmente para dar servicio a la compañía en aquella base aérea. Cuando terminaron y, tal y como habían sido avisados, todos los soldados de aquella unidad militar formaron delante de los hangares donde había sido colocado una especie de plataforma a la que no tardó en subirse el Capitán de aquellos hombres junto al resto de suboficiales.

El discurso fue breve y estuvo orientado a motivarlos a dar lo mejor de sí desde ese mismísimo momento. La compañía la cual él capitaneaba se reuniría en Berlín con el resto de la división militar que estaba asentada en España y cuyo General de División era Paloma Sánchez, una mujer con unas dotes increíbles que garantizaría sin lugar a dudas el éxito de la misión en el caso de que hubiera actuación militar. Por último les dijo que todos ellos representaban a la élite militar mundial tanto por la dureza de las pruebas de acceso como por la alta presión a la que habían sido sometidos en los entrenamientos y prácticas realizadas así que si el conflicto finalmente estallaba no era posible encontrar a mejores hombres que defendieran la integridad territorial del Gobierno Mundial.

Cuando acabó su discurso el Capitán ordenó romper filas para que cada escuadrón se dirigiera a su correspondiente aeronave. La misión, con o sin conflicto, había comenzado. Manuel cogió asiento en el interior de aquel moderno transporte mientras charlaba con Iñaki acerca de los siguientes pasos que darían en aquella operación militar. Cuando los motores de las aeronaves arrancaron y estas se elevaron verticalmente hacia el cielo se hizo el silencio en el compartimento donde viajaba el escuadrón de Manuel y no tardaron en venirle a la mente las últimas palabras que le dijo su mujer cuando abandonó su hogar. Esas palabras fueron "ve y cumple tu promesa". Y así lo haría tras cumplir con su llamada al deber.


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