CAP. 3.2: UN PASO MÁS CERCA

Las quince aeronaves en las que viajaba la compañía a la que pertenecía el escuadrón de Manuel tardaron una hora y cuarenta y dos minutos en llegar al cuartel general de la Armada Espacial Internacional. Este cuartel se ubicaba al sur de Berlín y casi delimitaba con el aeropuerto de Berlín-Brandeburgo Willy Brandt. El Cuartel General había sido construido en el año dos mil ciento sesenta y dos, aproximadamente un diez de años después de la consolidación del Gobierno Mundial en la Tierra y era el nexo que unía al tercer ejército de la Armada Espacial Internacional desperdigado por Europa y el norte de África con el Cuartel General Lunar, construido posteriormente cuando la humanidad comenzó su expansión por el Sistema Solar gracias a los avances en la tecnología. El Cuartel General al que recién habían llegado era inmenso y podía albergar a un ejército entero en sus instalaciones compuestas por decenas de altos edificios, hangares, almacenes, pistas, torres de control, centrales energéticas, etc. También contaba con campos de entrenamiento que simulaban las condiciones que se daban en el espacio así como un entramado subterráneo que permitía moverse con seguridad a lo largo de todo el Cuartel General y que acogía los bestiales hangares donde se encontraban gigantescas aeronaves militares espaciales . Estas aeronaves estaban especializadas en el transporte de grandes unidades militares como brigadas o divisiones militares enteras. Otras eran capaces de servir como bases militares andantes aptas para acoger escuadrones de aeronaves de guerra entre las que estaban los famosos cazas y bombarderos espaciales y otras eran verdaderas máquinas de combate capaces de destruir lo que se les pusiera por delante.

La finalidad de este poderío militar era garantizar la supervivencia y sostenibilidad del Gobierno Mundial ante cualquier amenaza planetaria o extra planetaria y para ello se dedicaba la mitad del presupuesto de este a financiar los siete ejércitos en los que se dividía la Armada Espacial Internacional, de unos trescientos mil soldados cada uno, y que estaban repartidos por todos los dominios de la humanidad, incluido las colonias en otros planetas y las Mega Estaciones Espaciales. Gracias a la reputación y medios con los que contaban estos siete ejércitos se había conseguido apaciguar cientos de conflictos en la Tierra, la cual gozaba de una ansiada paz generalizada durante los últimos cincuenta años que tanto había sido perseguida y que ahora estaba siendo amenazada. El tema estrella que se debatía a todas horas en todos los niveles y rangos que componían la Armada Espacial Internacional era como una Mega Estación Espacial se estaba atreviendo a desafiar a tal potencial militar a través de una posible declaración de independencia y siempre se solía llegar a las mismas arengas entre las cuales destacaban que todo aquello era un farol para conseguir más independencia dentro del marco constitucional internacional o que aquellos independentistas guardaban un as bajo la manga, algo que parecía más improbable y conspiranoico.

Cuando aterrizaron las aeronaves que transportaban a la compañía de la que Manuel era parte, esta formó en un espacio inmenso que se encontraba frente a los hangares situados al sureste del Cuartel General. A continuación una unidad logística llegó para descargar las aeronaves mientras la unidad militar de trescientos hombres de infantería ligera se dirigió rápidamente al acceso más próximo a los túneles subterráneos  con la intención de alcanzar la ubicación de la fragata espacial que transportaría a brigada de cuatro mil quinientos hombres a la que pertenecía la compañía de Manuel. Esta unidad militar era conocida como Brigada Castellana y estaba formada por siete compañías de infantería ligera, tres de infantería pesada, dos de caballería blindada aerodeslizada, una de apoyo a la fuerza de combate y dos de los temidos devastadores. Estos últimos eran considerados infantería pesada pero a diferencia de esta portaban servo armaduras más grandes que les permitían portar armas muy pesadas como cañones ampers, atomizadores láser y lanzamisiles de gran calibre capaces de destrozar casi cualquier blindaje que se pusiera en su camino. A su vez la Brigada Castellana pertenecía a la división militar que estaba asentada en España y que era conocida como Los Tercios. Esta división militar liderada por la general de división Paloma Sánchez estaba integrada por tres brigadas incluyendo a la Brigada Castellana, la Brigada Borbón y la Brigada Cervantes.

Bajo la dirección del Capitán al mando Ezequiel de la Fuente la compañía de Manuel alcanzó el Mega Hangar subterráneo compuesto por tres alturas donde les esperaba gran parte de la Brigada a la que pertenecían y que ya estaba subiendo a aquella imponente y gigantesca fragata espacial por el tercer piso en dirección a la colmena de camarotes comunes donde deberían esperar hasta que alcanzaran el espacio exterior. Al mismo tiempo la cadena de logística, a través del piso inferior del hangar, estaba cargando todo el equipamiento de dicha unidad militar  a través de otro gigantesco acceso de la fragata que daba a su bodega de carga. En el segundo piso las dos compañías de caballería blindada aerodeslizada esperaban la autorización para subir al correspondiente e inmenso compartimento de la fragata dedicado a este tipo de unidades. Aún faltaba bastante tiempo para que la fragata despegara ya que faltaba que llegasen algunas compañías y que se ultimaran ciertos detalles importantes como el abastecimiento de recursos como oxígeno, arranque de la central que abastecía de energía a la inmensa aeronave o la comprobación de los sistemas operativos secundarios que garantizarían el funcionamiento integral del colosal transporte en caso de avería de alguno de los principales.

Cuando habían pasado dos horas desde que la compañía de Manuel se instalara en la fragata espacial, esta comenzó las correspondientes operaciones para iniciar el transporte hasta el Cuartel General Lunar situado a modo de Mega Estación Espacial en la órbita de la Luna. Iñaki le dijo que las instalaciones militares ubicadas en el satélite de la Tierra eran incluso más grandes que el Cuartel General en el que se encontraban en ese mismo momento ya que habían sido planeadas para acoger hasta a tres ejércitos de la Armada Espacial Internacional, algo que dejó atónito a Manuel, que no pudo hacerse una idea de las dimensiones del lugar al que se dirigían. Mientras esperaban al despegue llegaron dos comunicaciones oficiales a todos los soldados a través de sus implantes mentales provenientes de Paloma Sánchez, General de su División Militar. En la primera les comunicaba que el encuentro del Presidente del Gobierno Mundial con los líderes independentistas no había conseguido nada, ni siquiera una garantía de respetar un intervalo de tiempo sin actuaciones políticas fuera de la legalidad vigente. La segunda informaba que la guarnición de la Armada Espacial Internacional de aquella Mega Estación Espacial había sido expulsada pacíficamente por el ejército local como respuesta de los líderes independentistas a la movilización militar ordenada por el Gobierno Mundial y actualmente estaba de camino hacia la Luna. Aquel fue el primer acto de rebeldía que cometió el Cabildo de la Mega Estación Espacial de Urano y que el Gobierno Mundial decidió tolerar para evitar un primer enfrentamiento que hubiera estado totalmente justificado. Manuel pensó al principio que aquello era negativo ya que no podrían contar con aliados dentro de la Mega Estación Espacial de Urano pero cuando se lo comentó a Iñaki este le dijo que la información que poseía aquella guarnición sería muy valiosa para diseñar la estrategia de invasión en caso de que el conflicto estallara. Y es que desde hacía un tiempo atrás se había incomunicado a esa guarnición, perteneciente al sexto ejército de la Armada Espacial Internacional, para que no pudieran revelar detalles de los pasos que se estaban dando en la Mega Estación Espacial de Urano así que la información que trajesen con ellos era de vital importancia. 

Al rato las compuertas de aquel Mega Hangar situadas sobre la colosal fragata espacial y, a la vez, a ras del suelo del Cuartel General comenzaron a abrirse dejando entrar poco a poco la luz natural. Aquel inmenso transporte comenzó a elevarse verticalmente y pronto apareció a la vista de la torre de control responsable de garantizar la seguridad de la ruta que aquella fragata iba a recorrer. Esta no tardó en alcanzar el espacio aéreo del Cuartel General más inmediato junto a otras aeronaves del mismo estilo, haciendo de aquella operación militar todo un espectáculo que llegó a paralizar el ritmo de vida de la ciudad de Berlín ya que sus ciudadanos no quisieron perdérselo. A Manuel le chocó como aquel colosal transporte en movimiento podía llegar a ser tan silencioso y a la vez tan sutil, mucho más sutil que las aeronaves que les habían traído hasta Alemania, hasta tal punto que parecía que el despegue no estaba teniendo lugar. Manuel también se preguntó cuantos recursos materiales e inmateriales se habrían empleado en construir aquellos impresionantes transportes. Junto a las fragatas también despegaron unos pocos destructores, más pequeños en tamaño, dos naves nodrizas encargadas de transportar a los cazas y bombarderos espaciales y una serie de aeronaves espaciales de reducida dimensión que también acompañarían a aquella flota encargada de movilizar al tercer ejército de la Armada Espacial Internacional hacia el Cuartel General Lunar.

La fragata alcanzó aproximadamente los cuatrocientos kilómetros de altura y seguidamente se encendieron en los camarotes comunes los pilotos que indicaban que la tropa ya podía levantarse de los sillones acondicionados para el despegue y activar la función de las botas que simulaban la gravedad de la Tierra cuando entraban en contacto con el suelo inducido electromagnéticamente que se utilizaba en cualquier construcción fija en el espacio o cualquier transporte capacitado para surcarlo. El escuadrón de Manuel abandonó su camarote para reencontrarse con compañeros de otros escuadrones de la misma y diferente compañía y todos ellos fueron alcanzando las zonas comunes de la fragata espacial que estaban habilitadas con servicios básicos como zonas de ocio, cafeterías, áreas de observación e incluso dos cines que conseguían amenizar el tiempo invertido para viajar las largas distancias para las que estos transportes estaban preparados. En concreto el viaje hasta el Cuartel General Lunar iba a requerir ocho horas a la velocidad estipulada máxima que se podía alcanzar en esta ruta pese a que aquel inmenso transporte estaba preparado para alcanzar la cuarta parte de la velocidad de la luz gracias a los relativamente recientes descubrimientos en el campo de los motores de propulsión eléctrica.

Iñaki y Manuel decidieron acudir al área de observación trasera de la fragata para poder ver cómo se iban alejando de la Tierra y que estaba hasta los topes de soldados que habían optado por la misma opción que ellos. También vieron que dos fragatas más seguían a la suya de cerca.

-Es increíble la capacidad del ser humano para conseguir que podamos ver todo esto. - Dijo Iñaki.

-Y es increíble cómo contrasta todo esto con la ambición y necesidad de poder que seguimos teniendo y que nos ha embarcado en esta aventura. - Añadió Manuel.

-Las dos caras de la moneda. La misma ambición que construye es también fuente de destrucción. Lo mismo ocurre con la competitividad. Esta nos mueve a superarnos pero puede suponer la desgracia para millones de personas. Acuérdate de la gran crisis económica que comenzó con los avances en inteligencia robótica. Es como si cuando la humanidad da un paso hacia delante se produce una criba cruel para seleccionar a los que mejor se adaptan al nuevo escalón. Como si la naturaleza y la humanidad trabajaran juntos.

-¿Y qué saca la naturaleza de esta posible conflicto? - Preguntó Manuel.

-Me encanta hablar contigo Manuel. Siempre acabamos filosofando. La guerra también se da en la naturaleza. Pero en nuestro caso en vez de producirse una selección natural parece que se produce una evolución artificial.

-¿Evolución artificial? - Indagó de nuevo Manuel.

-La guerra siempre ha sido fuente de innovación en tecnologías que luego se han insertado en el tejido civil. Digamos que en la naturaleza la evolución se da por la necesidad de sobrevivir en la cadena alimentaria. Para nosotros la evolución se da por la necesidad de imponer nuestras ideas. En este caso, la imposición de someter a todo el mundo a la constitución mundial. - Aclaró Iñaki.

-¿Estás diciendo que el imponer ideas es fuente de evolución? - Inquirió por tercera vez Manuel.

-Claro. Las propias ideas ya son fuente de evolución siempre que se apliquen. A veces serán acogidas con gusto y otras veces serán acogidas por la fuerza. ¿Es obvio no?

-Parece que sí. Pienso ahora que entonces la guerra puede ser también constructiva. - Dijo Manuel sorprendido por ese nuevo paradigma.

-Efectivamente y siempre que haya competitividad. Es decir que se trate de una guerra y no de una masacre. Siempre que se requiera ingenio para superar al enemigo y seguro que en eso están esos independentistas  por los que nos están movilizando. Por eso no las tengo todas conmigo. - Expuso Iñaki.

-¿Y eso? - Preguntó Manuel creyendo que ya sabía la respuesta debido a que ese tema estaba en todos lados.

-Si se quieren independizar es porque creen que lo pueden hacer mejor por su cuenta. Y para llegar a esa conclusión deben de haber comprobado ciertas cosas que se escapan a nuestro raciocinio general. - Aclaró Iñaki.

-A mi se me escapa porque quisiste ser soldado en vez de ocupar algún trabajo más intelectual o querer ascender en la cadena de mando. - Dijo Manuel.

-Te lo he dicho más de alguna vez. Me gusta pensar por eso tengo un trabajo que no lo requiere. - Contestó Iñaki esbozando una sonrisa en su cara.

-Y nunca lo he entendido. - Añadió Manuel tocándose la nariz.

-Pues debes seguir trabajando en ello. Trabaja en esta especie de koan. - Propuso Iñaki a su compañero dándole un toque en el pecho con el puño cerrado.

Cuando se cansaron de las vistas Iñaki y Manuel decidieron ir a reencontrarse con su escuadrón después de que este último contactara con Carlos, otro íntimo amigo dentro de su unidad militar. El escuadrón se había dividido en dos grupos. El primero se encontraba en una cafetería de las zonas comunes y el segundo, más grande que el primero, estaba en uno de los muchos simuladores de escaramuzas que se encontraban en las zonas de ocio. En la base militar de su compañía en Soto de Viñuelas tenían uno de ellos capaz de procesar a cincuenta jugadores a la vez y a este pasatiempos le llamaban realizar prácticas aunque no contaba como tiempo de entrenamiento computable. La verdad era que aquella actividad era bastante divertida e incluso provechosa porque empleaban conocimientos tácticos para derrotar al bando adversario. A Iñaki no le llamó la atención ninguno de los dos planes y decidió retirarse al camarote común para seguir leyendo un libro que tenía a medias y Manuel decidió unirse al simulador con sus compañeros entre los que se encontraba Enrique Martínez, el suboficial al mando de su escuadrón. Cuando llegó y se unió a la partida rápidamente fue reclamado por Enrique para que formara parte de su bando añadiendo que con Manuel el transcurso de la partida iba a cambiar. Mientras esperaba a que terminara la ronda en la que estaban inmersos sus compañeros Manuel recordó que su suboficial le había dicho más de una vez que era uno de sus mejores hombres y en el fondo sabía que tenía razón. Quizás no era el mejor en otras capacidades pero cuando se trataba de combatir tenía muy claro que pocos le superaban. Su físico era de lo mejorcito que se podía encontrar entre los soldados de la compañía y su perspicacia, sagacidad y resolución en combate habían sido alabadas por muchos de sus compañeros tanto en prácticas reales como en las partidas virtuales que llevaban a cabo en su base. Tanto era así que no tardaron en darle la vuelta a los resultados de aquella partida virtual la cual acabó con la victoria y euforia de su bando que en parte se tradujo con un abrazo que recibió de Enrique.

Cuando se cansaron del simulador ya se encontraban en el ecuador del traslado hasta el Cuartel General Lunar así que Manuel decidió ir al área de observación delantera para averiguar si ya se podía distinguir alguna de las mega estructuras construidas por la humanidad allí. Y así lo corroboró debido a que pudo ver el enorme Cuartel General Lunar de la Armada Espacial Internacional y los grandes astilleros que orbitaban al satélite de la Tierra. Conforme pasó el tiempo también pudo distinguir Colonia Prime, el asentamiento civil situado en la superficie de la Luna. Era la primera vez que veía esa estampa y durante lo que restó del trayecto no pudo apartar la mirada ni un momento. Estaba tan abstraído que no se dio cuenta que Iñaki estaba a su lado con la misma actitud que él, es decir, profundamente concentrado en aquellas vistas.

La fragata fue cambiando su rumbo para acercarse correctamente al muelle correspondiente del Cuartel General Lunar donde debía atracar y el Comandante de la Fragata les comunicó que se dirigieran a los camarotes comunes para asegurarse en el proceso de anclaje de aquel transporte a aquella inmensa estructura militar conformada por una esfera central rodeada por un anillo unido a aquella por largos y poderosos radios que servían como grandes pasarelas y que contaban con espaciosas cintas transportadoras. En el anillo exterior se encontraban los muelles y hangares que debían recoger a la flota que transportaba al tercer ejército de la Armada Espacial Internacional al que pertenecía la compañía de Manuel. El procedimiento de anclaje de toda la flota al Cuartel General Lunar no tuvo ninguna incidencia y tras unos diez minutos de espera el Comandante de la fragata le comunicó a la Brigada que transportaba que ya podían abandonar la nave para dirigirse a su nuevo destino, algo que hicieron ordenadamente gracias al trabajo de los oficiales y suboficiales de la cadena de mando. Solo los soldados abandonaron el transporte por lo que Manuel dedujo que si estallaba el conflicto sería la misma fragata la que los conduciría hasta él. Estallara o no estallara el conflicto ya podía decir que había estado en aquellas imponentes instalaciones militares. La misión continuaba más activa que nunca a finales de Septiembre del año dos mil doscientos veinticuatro d.C. ante el fracaso de la política como medio para aliviar la amenaza independentista. 


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