EL LIBRE ALBEDRÍO

    Creo que a estas alturas del blog es hora de exponer y estudiar la dicotomía entre libre albedrío y  determinismo y lo haré desde el punto de vista de la relatividad, es decir, optaré por un punto intermedio el cual no sea decantarse por los extremos de la escala (representados por un libre albedrío puro o un determinismo casto), es decir, no apostaré por el modelo de dualidad (tal y como vimos en una entrada del blog) lo que supondría caer en la ilusión del discernimiento.

   Si partiéramos de un determinismo puro no haría falta la influencia que ejerce sobre nuestro yo consciente la conciencia con la que nuetra mente entabla una relación de simbiosis. La existencia sería perfectamente cerrada por una voluntad superior a nosotros con el objeto de garantizar las experiencias vividas por el sujeto lo que implicaría evitar que el hombre forjara su propio destino y se hiciera dueño de sus propias acciones. Rebatamos el determinismo puro en dos críticas:

   - Si la vida es un accidente no cabe el determinismo pues esta surge independientemente de la atención y obra de un ser superior y si como consecuencia de una conjunción de factores dados por la diversidad fruto de la mecanicidad del Universo así que no cabe la deliberación pura del desarrollo de la vida ya que requeriría de grandes dosis de atención y creación por la voluntad superior entrando en contradicción con la accidentalidad que presuponemos en nuestra tesis. 

   - Si la vida es una creación, el suponer un determinismo puro atentaría contra la necesidad conceptual cognoscible de utilidad ya que que de que sirve invertir recursos valiosos en crear una empresa la cual nos va a dar lo que ya tenemos de antemano en abundancia que simplemente es el surtido de información  del que ya es conocedora la voluntad superior a través de su propia idea de vida totalmente determinada por ella.

   Queda descartado para mí el determinismo puro. Estudiemos a continuación el concepto de libre albedrío puro.

   Para mí tampoco cabe un libre albedrío impoluto por varias razones. La primera es que siempre somos la consecuencia de una causalidad que se revela en el formato de ser gobernados por leyes fruto del universo, de la vida o del hombre que homogenizan la vida y limitan la pura libertad del individuo. Por otro lado el libre albedrío puro entraría en contradicción con tres ideas expuestas hasta ahora:

   - La influencia de la conciencia sobre nuestras decisiones como consecuencia de la relación de simbiosis entablada con ella

   - La determinación por parte del Alma de la siguiente reencarnación (recordemos que posee una idea sesgada de lo que acontecerá al sujeto debido a la información proporcionada por los Oráculos) que favorezca el crecimiento del Espíritu del yo consciente.

   - Las encomiendas de las Entidades superiores de las que su implementación no somos conscientes y que estudiaremos más adelante.

   Por lo que también descarto también el concepto puro de libre albedrío. Entonces, ¿en que parte de la escala de colores me muevo en la cual los extremos representan la dicotomía expuesta?

    Mi idea es que predomina el libre albedrío mas que el determinismo puro debido a que creo en la libertad del hombre como fuente de transformación de causas iguales en consecuencias que sean diversas entre sí y que sirvan de utilidad, a través de la trazabilidad, para el Hacedor Supremo. También y siguiendo en el supuesto de idénticas causas dadas o inputs del Balance de Situación Vital se produzcan frutos de distinto valor añadido así como distintas calidades de las virtudes creadas que den lugar a un sistema meritocrático que rija la siguiente evolución de la vida inteligente. Por lo tanto mi conclusión es la existencia de un sistema de libre albedrío relativo donde hay menores dosis de determinismo que de libertad del yo consciente.

   Frase célebre: 

   "La libertad no tiene valor en sí misma: hay que apreciarla por las cosas que con ella se consiguen" - RAMIRO DE MAEZTU.

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