UN DRAGÓN INCUBA UN GRAN TESORO

Érase una vez un reino próspero y poderoso

dirigido por un Rey que amaba la riqueza,

los impuestos eran pagados con gran gozo

Se garantizaba la justicia con fuerte firmeza.

El Rey era padre de una sabia princesa

y estaba casado con una reina admirada

Pocos campesinos conocían la pobreza

Los caballeros no ambicionaban nada

Todo era perfecto, el rey era un ejemplo

cuyo estandarte era la cultura del esfuerzo

Las arcas del reino crecían y crecían

sin menoscabar el bienestar del pueblo

El rey era consciente de su gran poder

La Reina profesaba una gran humildad

La Princesa se centraba en su propio ser

y desarrolló dones dignos de estudiar

Las arcas del reino siguieron creciendo

Estaban ubicadas bajo el salón del reino

El Rey invertía en el talento del pueblo

Aun así los tesoros ya ocultaban el suelo

Un día la princesa bajo a por un anillo

Allí esta detectó un fuerte olor a rancio

El Rey no le creyó, ella dijo: " padre insisto"

Ningún enviado detectó nada allí abajo.

La princesa confío y dejo correr el tiempo

Aquel olor penetró por todos sus poros 

Al mes volvió a bajar y vio algo allí dentro

Un Dragon negro dormía sobre el tesoro.

Volvió a informar a su padre con presteza

El Rey no le creyó, esta vez todos pensaron:

"la sabiduría ha enloquecido a la princesa"

Su nueva reputación corrió a borbotones.

La reina enfermó por los nuevos rumores

La princesa insistía en sus afirmaciones

La continuidad del linaje bien peligraba

y además una gran recesión se avecinaba.

El Rey guardó cuando las vacas eran gordas

Ahora eran flacas, tocaba vaciar las arcas

Pero un al Monarca le invadió una gran duda

¿Seguirás siendo Rey si dilapidas tu fortuna?

El ambiente del pueblo era triste y oscuro

El Rey decidió solo dar luz a sus dominios

La reina murió cuando le llegó una noticia,

las crisis se dan por acumulación de la codicia.

El Monarca enterró a la mujer que amaba

La loca de su hija ni le miró en el funeral

Sin linaje que dejar ni pueblo que visitar

El Rey fue a ver el oro que administraba.

Allí pasaba las horas justificando sus actos

y una voz que parecía de otro mundo resonó:

"Aquí he acabado, es hora de volar"

El Rey preguntó: ¿Quién habla en la oscuridad?

"Soy un Dragón negro, amo los tesoros"

El Monarca contestó: "Mira todo este oro"

El Dragón, tras un silencio, dijo para acabar

"No, esta fortuna no es la que vine a devorar"


Comentarios

Entradas populares de este blog

CAP. 1.1: UN ENCUENTRO INESPERADO

CAP. 2.4: INGRESO A LA ACADEMIA

COMUNICACIÓN AL VISITANTE IV