UN PROYECTO DE VIDA INFINITO

   Toda persona en este mundo debería definir sus metas vitales entendiendo a éstas como los objetivos a cumplir durante su tiempo de vida a través de las cuáles podamos, una vez cumplidas, dar lugar a una felicidad estructural y no efímera. Esas metas pueden ser materiales o espirituales y deben estar bien pensadas pues el ponernos designios muy fáciles no explotaran nuestro verdadero potencial así como intentar conseguir propósitos demasiado difíciles puede desmotivarnos y rechazar la idea de darle importancia a proponer metas vitales.

   En mi opinión una de las metas vitales que todos nos deberíamos proponer es dedicar una etapa de nuestra vida al voluntariado para desarrollar el arte de servir a los demás y porque los beneficios obtenidos inundan de paz interior al sujeto que la práctica. Los voluntariados se ejercen sobre asuntos que no son atendidos por los recursos de la sociedad por lo que podremos conocer gente diferente y situaciones nuevas como darnos cuenta de realidades sórdidas que nos hagan reflexionar sobre la suerte que tenemos de ser gente con ciertos recursos y además ofrecer algo que cubra las carencias de ciertas personas o grupos para mejorar su calidad de vida.

   Existe una gama muy amplia de metas vitales que uno se puede proponer como crear vida, formar una familia propia, correr un maratón o visitar medio mundo pero lo importante es que tarde o temprano las cumplamos para obtener al fin y al cabo ese cachito de autoestima relacionado al perfeccionamiento de la meta. Yo diferenciaría aquellas que se pueden finalizar a corto, medio y largo plazo y que su cumplimiento dependerá de la tenacidad y ambición con la que las afrontemos. La idea es concentrar los esfuerzos en un punto y evitar el dispersarlos en muchos otros que no le den un fondo y una estructura a nuestra manera de vivir, es decir, crear un cauce que maximice nuestras artes y virtudes, algo importantísimo en la creación por parte del Alma de nuestro Espíritu. Un sabio dijo que hay que saber algo de muchas cosas para servirnos a nosotros mismos y mucho de algo para servir a la sociedad. Esta frase puede ser un buen punto de partida para plantearnos nuestros objetivos.

   Pero entre esas metas vitales, y ahí es donde se dirige el fondo de esta entrada, debería haber una que nos propongamos que se caracterizara por la idea de no poder cumplirla jamás, es decir, deberíamos tener un proyecto en la vida que fuera infinito en el sentido de que por más que invirtiéramos tiempo en él nunca estuviera acabado del todo siendo conscientes de que cuando nos llegue el día de incapacitarnos para seguir trabajándolo lo cerremos en la medida de lo posible aunque siga teniendo potencial de desarrollarse. Es fácil presuponer que cuanto antes lo comencemos mas largo será su desarrollo y de más jaeces podremos decorarlo.

   Con este proyecto de vida infinito evitaremos aburrirnos o pensar que ya lo hemos hecho todo en la vida (un pensamiento común entre la tercera edad) y en él plasmaremos toda la sabiduría acumulada siendo capaces de identificar en sus partes nuestros diferentes niveles basales de experiencia en esa materia que reflejan las etapas en las que podemos dividir la evolución de ciertas artes y virtudes en el plano físico. El proyecto vital infinito debe ser fácil de acometer por lo que no debería necesitar de muchos recursos (dependerá de nuestra situación material) a parte de nuestros conocimientos, esfuerzo mental e iniciativa ya que la mente envejece mas lentamente que el cuerpo físico por lo que dispondremos de más tiempo para seguir ejecutando este proyecto de vida infinito. Si para este bosquejo necesitamos tirar de creatividad mejor que mejor porque a la vez será singular. De las singularidades se aprovecha el TODO y nos lo agradece a su manera. Por otro lado el dedicarle bastante tiempo a un proyecto de vida infinito refinará nuestras virtudes y mejorará la calidad de ciertas artes lo que se traducirá en una mejora para nuestros activos intangibles.

   Esta claro que las hijas y los hijos son un proyecto de vida infinito si somos diligentes en nuestra relación con ellos pero aún así estos crecen y sus vidas toman caminos que a veces no son previsibles. Aun así deberíamos contar con otro proyecto de vida infinito que dependa totalmente de nosotros y que forme parte de nuestra razón de vivir. Esta entrada tiene sus similitudes con el concepto japonés conocido como Ikigai así que os recomiendo que le dediquéis un tiempo de vuestro estudio.

   Recuerda que si el proyecto es mental y de valor añadido, aunque no lo materialices, el proyecto seguirá su curso a través de la gestión que haga de él el Alma en el Mundo Intangible.

  "No hay viento favorable para el que no sabe a donde va"  SÉNECA

  

Comentarios

Entradas populares de este blog

CAP. 1.1: UN ENCUENTRO INESPERADO

CAP. 2.4: INGRESO A LA ACADEMIA

COMUNICACIÓN AL VISITANTE IV